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Ya está aquí la procesionaria, un peligro para los niños y una amenaza mortal para los perros
Ayuntamientos costeros como Salobreña y Motril actúan para tratar de contener el avance de esta oruga tóxica desde los pinares de los montes públicos hasta las ciudades
Los pinos de los montes de La Nacla en Motril o los del camino del Canal en Salobreña están ya plagados de nidos blancos, como ... telarañas en forma de embudo, de los que ha empezado a bajar la temida oruga procesionaria del pino. La larva denominada así por su forma de desplazarse, en procesión, ligadas unas a otras, es tóxica y se convierte, en esta fase de su ciclo en la que baja al suelo, en un peligro para la salud de las personas y de los animales domésticos, que incluso tienen riesgo de muerte si se la tragan.
Entre los meses de febrero y abril, a medida que las temperaturas comienzan a subir después del invierno, la procesionaria se convierte en una de las mayores plagas de todo el territorio nacional. «Un leve contacto con la procesionaria puede provocar problemas de salud como dermatitis, urticarias, lesiones oculares, alergias... Es una plaga muy dañina y peligrosa. Hay que extremar la precaución, principalmente con los niños en las zonas en las que hay pinos, cedros y abetos», explica a IDEAL Arsenio Martín, portavoz de la Asociación Nacional de Empresas de control de Plagas (Anecpla).
«La procesionaria es la segunda causa de destrucción de pinares, solo por detrás de los incendios», incide. Además explica que estas larvas tóxicas suponen un riesgo para personas y animales incluso si no hay contacto directo.
«Están cubiertas por tricomas, una especie de pelillos afilados. Cada oruga puede tener hasta medio millón y cuando se sienten amenazadas los lanzan al aire, por lo que se puede recibir el impacto aunque no se esté en contacto directo», incide.
Una 'trampa' para los perros
La presencia de la procesionaria puede convertir, en estas fechas, un paseo por el monte o cualquier zona de pinos, en una trampa mortal para los perros. «Son tan llamativas como irritantes. Los perros suelen olisquearlas e intentar morderlas, por lo que pueden tragarse el tóxico y llegar a sufrir una necrosis en la garganta y la lengua que puede resultar mortal», explica el veterinario José Antonio Jiménez, de Clinica veterinaria Koala. Si los pelos de estas orugas entran en contacto con las mucosas o los ojos, los perros sufrirán picores, urticarias... y en el caso de que la toquen comenzarán a babear y rascarse la boca. El consejo del veterinario, en estos casos, es «agua a chorro» para tratar de diluir el tóxico y llevar enseguida al animal al veterinario.
En el caso de la Costa granadina los pinares de los montes públicos –que no reciben ningún tipo de tratamiento preventivo– son el gran foco de riesgo, ya que desde allí el insecto vuela luego a las especies coníferas de las zonas urbanas. El reto para los Ayuntamientos, por tanto, es tratar de contener la plaga y que no salte a los pinares situados en calles, urbanizaciones privadas o en parques.
En el caso de Motril, el área de Parques y Jardines está en guardia frente a la procesionaria no solo en esta fase sino todo el año, según explica su jefe, Joaquín Bustos. Hace unos días se llevó a cabo una actuación para destruir los nidos que han atacado los pinos situados en el perímetro de la urbanización La Nacla para «intentar hacer una barrera». Además, en todos los parques públicos y en una treintena de pinares cercanos a colegios y viviendas, el Ayuntamiento tiene puestas trampas denominadas 'anillos', que se colocan en los troncos del árbol y evitan que la oruga llegue al suelo. «Tenemos presión vecinal, es un problema para los niños, así que se mantienen las trampas de barrera física en los espacios públicos. En verano la plaga se combate con otras trampas de feromonas», apunta Bustos.
En el caso de Salobreña, el Ayuntamiento ha contactado con una empresa para que realice el tratamiento químico a unos 45 pinos situados en el área que va desde La Caleta hasta el Monte de los Almendros, de competencia municipal y se ha pedido a la delegación de Medio Ambiente que actúe por su parte en el camino del Canal, de competencia autonómica, donde se ha detectado una importante presencia de nidos.
No obstante, desde la delegación de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía señalan que sólo interviene cuando la plaga se descontrola y se produce una alerta. La última actuación de la provincia tuvo lugar en 2017 en el parque natural de la Sierra de Baza.
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