Una pesca navideña de 120 kilómetros
Manuel y Juan salen cada diciembre con temperaturas bajo cero, desde Huétor-Tájar hasta La Herradura, para lanzar sus cañas al mar y pescar la cena de nochevieja. Este viaje por Navidad se ha convertido en toda una tradición que cumple ya los diez años
El amanecer en La Herradura, con su luz suave reflejándose en el mar, podría ser una postal invernal perfecta. Pero la verdadera imagen la protagonizan ... Manuel y Juan, dos vecinos de Huétor-Tájar que, con gorros de Papá Noel en la cabeza y cañas en mano, recorren 120 kilómetros para cumplir toda una tradición navideña: pasar un día entero de pesca en la playa.
«Hay que tener espíritu navideño, hasta para pescar», aseguran ambos entre risas. Los gorros rojos con el pompón blanco contrastan con el azul del mar y arrancan sonrisas a los curiosos que pasean por la orilla. Para ellos, esta prenda no es solo un detalle navideño, sino casi un amuleto. «Si llevamos gorros, tenemos más suerte cuando pescamos», bromean. Aunque, hasta el momento, los peces parecen estar «con resaca» navideña.
Esta aventura, que ya cuenta con diez añoso de tradición ,comienza en Huétor-Tájar. Salen de casa a las cinco y media de la mañana, cuando las temperaturas aún rondan los cero grados o incluso menos. Bien abrigados y con un termo de café caliente, se preparan para afrontar el frío y el largo viaje. Después de más de una hora en coche, llegan a La Herradura, donde la temperatura es mucho más amable. Aquí, incluso en pleno diciembre, las temperaturas oscilan entre los 12 y 15 grados, y al mediodía el sol hace que vayan estorbando las capas de abrigo.
Llegar temprano es clave, ya que los peces están más activos al amanecer y al atardecer. Sin embargo, no siempre tienen suerte con las capturas. «Hoy parece que los peces están de fiesta de empresa», bromean mientras esperan con paciencia en sus sillas. Lo que buscan este año es algo especial para la mesa navideña: una lubina digna de la plancha o, con algo de suerte, un gambón de gran tamaño.
Tiempo de felicidad
A lo largo de la jornada, no falta el buen humor ni las bromas entre ellos. Se turnan para preparar café y charlar mientras esperan pacientemente a que algún pescado caiga en el anzuelo. «Cuando venimos más gente nos lo montamos mejor, con nuestro hornillo para hacer arroz o carne a la brasa», explican.
Hacer 120 kilómetros de ida, y otros tantos de vuelta, supone un gran esfuerzo para estos hueteños, pero para ellos, la pesca es mucho más que un hobby; es una forma de desconectar, disfrutar del mar y compartir tiempo con los amigos. Además, comentan que no solo pescan en La Herradura, sino también recorren otras zonas de la Costa Tropical y de más allá: Motril, Adra, Calahonda e incluso la costa malagueña. «No podemos quedarnos en un solo sitio; si los peces se mueven, nosotros también», dicen con humor.
El contraste entre la vida tranquila del pueblo y el ambiente relajado de la costa es otro de los atractivos que los anima a volver cada diciembre. «Cada añomerece la pena volver», asegura Manuel.
A pesar de pescar poco, ambos prometen seguir con la tradición navideña muchos años más. «La Navidad es tiempo de compartir y aunque luego tengamos que comprar el pescado en la tienda, estos ratos nadie nos los puede quitar», concluye Juan.
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