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La pandemia redibuja unas playas en las que ya nadie 'roba' la sombra
Las medidas de seguridad derivadas de la Covid-19 cambian la fotografía habitual de un litoral que este verano no estará a rebosar
Rebeca Alcántara
Motril
Lunes, 20 de julio 2020, 01:46
La nueva normalidad ha tenido muchas consecuencias. Algunas más fáciles de percibir que otras. Uno de los lugares en los que las limitaciones provocadas por ... la crisis sanitaria del coronavirus se están notando son las playas. Si bien es cierto que por el momento ,y al contrario de lo que se pensaba hace unos meses, se está pudiendo disfrutar del mar con relativa tranquilidad, también lo es que la imagen de las sombrillas de este año poco tiene que ver con la de veranos pasados. En este caso, desde luego, una imagen vale más que mil palabras y echando un vistazo al antes y el después se comprueba perfectamente cómo hemos cambiado nuestra forma de pasar una jornada de playa.
La Costa Tropical tiene 74 kilómetros de litoral y este año el aforo máximo es de 237.892 personas, para que se pueda respetar la distancia entre sombrillas de al menos 1,5 metros. El objetivo está claro, evitar que la costa se convierta en un foco de contagios.
En algunos municipios, como Salobreña, incluso se ha parcelado la arena con la intervención de maquinaria para definir dónde tiene que colocarse cada grupo de amigos o familiares que lleguen para disfrutar de una jornada de playa. En Almuñécar se han repartido unos kits para que sean los propios bañistas los que delimiten su parcela. En Motril se ha confiado en la responsabilidad social de los ciudadanos para que mantengan la distancia de seguridad.
En cada sitio se busca una forma de lograr un mismo objetivo: que no se vean las hileras de personas y sombrillas prácticamente apiladas de otros veranos. Los auxiliares de playa se encargan de recordar a los usuarios que tienen que mantener esta distancia. También de conseguir que se deje un espacio libre de unos diez metros en la orilla para que se pueda pasear con seguridad y no se hagan reuniones de bañistas que se paran a charlar. Este verano los corrillos y los abrazos tienen bandera roja aunque no haya olas.
En general, desde los ayuntamientos se asegura que los ciudadanos están cumpliendo y los auxiliares de playa apuntan que lo normal es que cuando hacen alguna recomendación los ciudadanos acaten y entiendan que es por su seguridad. Siempre hay excepciones, pero la mayoría tienen conciencia de que en una situación excepcional el comportamiento no puede ser el mismo de siempre.
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Uso de mascarilla
Desde el lunes, además, es obligatorio el uso de mascarilla. Para pasear por la orilla, para llegar a la playa e incluso para acercarse a un grupo de amigos sentados en otro punto de la playa y saludarlos. Sólo se puede quitar durante el baño y mientras que los turistas se mantengan en un espacio sin moverse. Si así se consigue que la Costa siga como hasta ahora estando libre de rebrotes (una vez superado el que se detectó en Motril) todas las medidas son bienvenidas.
Hay ventajas e inconvenientes en esta nueva forma de disfrutar de la playa. La principal ventaja es que este año es complicado que nadie te quite la sombra si te despistas. Hay más intimidad entre familias y grupos de amigos que ya no escuchan las conversaciones de los que están en la sombrilla de al lado (tal vez eso para los más curiosos sea más bien una desventaja).
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La parte menos buena es que más que nunca si no se llega temprano resultará complicado encontrar un sitio cerca del mar. La arena está siendo este año más aprovechada que ningún otro. Y es que los más perezosos van a tener que ver el agua de lejos porque la distancia hace que se queden muy atrás. Sigue sin estar permitido en la mayoría de municipios, para los que sean más pillos, lo de reservar un sitio a primera hora de la mañana con la sombrilla clavada. En Torrenueva Costa, por ejemplo, hace unas semanas comenzaron a sancionar a aquellos que llevaban a cabo esta práctica. El que quiera estirar su toalla junto al mar tendrá que hacerlo temprano pero para quedarse. Nada de dejar las cosas para regresar después.
Con todas estas medidas, y algunas más, se busca mantener la seguridad. Según en qué pueblo, se han cerrado duchas y aseos o se ha limitado la circulación en los paseos marítimos. Todo ha hecho que la visión de las playas sea muy diferente a la de otros periodos estivales. La hilera de personas que desde lejos parecían prácticamente hormigas y las sombrillas de colores que casi daba la sensación de que se amontonaban unas sobre las otras ha dado paso a una imagen de pasillos, de huecos, de cuadrados dibujados entre grupo y grupo. Uno ve ahora una foto de la playa del año pasado y casi siente miedo. Porque aunque a ratos parezca que nada ha pasado, lo cierto es que los meses de encierro, los datos de contagios y las terribles cifras de fallecidos han hecho que el concepto de disfrute y de seguridad cambie.
En los palos de las sombrillas cuelgan ahora, junto a camisetas y bolsos, mascarillas enganchadas en el gancho que sirve para enganchar el palo de la sombrilla. Siempre a mano para colocársela cuando sea necesario. La edil de Seguridad de Motril, Mara Escámez, era muy clara la semana pasada, la Policía será tan contundente con la obligación del uso de mascarillas ahora como lo fue durante el confinamiento con las multas a aquellos que se saltaban las restricciones de seguridad. Han sido muchos meses malos para echarlo ahora todo por la borda por aquello de que la mascarilla resulte incómoda con el calor.
Uno se pregunta ahora si esos montones de turistas que parecían colocarse los unos sobre los otros casi como en una de esas viñetas en las que era imposible encontrar a Wally volverán algún día. O si la distancia social ha llegado para quedarse. Dentro de un año habrá que volver a comparar para poder concluir cómo de excepcional fue este verano de 2020. Este veraneo de este año que parecía tan redondo cuando empezó y que de repente se transformó en el más feo de todos. Ya lo dicen los loteros no hay número feo, y podríamos decir ahora que tampoco lo hay guapo. Todo depende, siempre, de lo que toque.
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La Costa cierra el primer fin de semana de mascarillas obligatorias sin apenas incidencias en sus playas. Solo Motril, donde el sábado ya tuvo que ser cortado un tramo de Playa Granada, tuvo que cortar el acceso durante media hora ante la afluencia de público, lo que no impidió que los bañistas pudieran disfrutar una magnífica jornada de ocio. La buena temperatura ya vaticinaba un domingo de altura y así fue en las playas de Motril, Almuñécar y Salobreña, en las que reinaron las banderas verdes. El operativo previsto para controlar las normas de seguridad por la pandemia se mantuvo durante la jornada. Los agentes controlaron que los paseos se dieran con mascarillas y que las familias se situaran a la distancia debida.
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