La milenaria alfarería de Almuñécar reabre sus puertas
Tras años cerrado, el taller vuelve a estar activo gracias a la rehabilitación de la muralla medieval y la apuesta del Ayuntamiento por devolver la vida a los oficios tradicionales
En una esquina del casco antiguo de Almuñécar, donde las piedras respiran siglos, vuelve a oírse el zumbido grave de un torno alfarero. En torno ... a él, manos manchadas de arcilla moldean el barro con la misma paciencia que hace cientos de años. La milenaria alfarería de Almuñécar reabre sus puertas tras años de silencio, impulsada por la rehabilitación de la muralla medieval y la apuesta del Ayuntamiento por devolver la vida a los oficios tradicionales.
La encargada de reabrir sus puertas es Carmen Jiménez. Estudió en la Escuela de Arte de Granada como Técnico Superior en Cerámica Artística y con estudios en Ciencias Biológicas, amplió su aprendizaje en la Escuela de Cerámica de La Bisbal, en Gerona.
El oficio de la alfarería en Almuñécar hunde sus raíces en la tierra y en la historia. En época romana, la antigua Sexi Firmum Iulium exportaba ánforas y vajillas a todo el Mediterráneo. A lo largo de los siglos, familias enteras trabajaron en estos talleres del barrio de San Miguel, modelando cántaros, platos y botijos que formaron parte del paisaje cotidiano del municipio. Hasta comienzos del siglo XXI, el espacio fue un alfar en funcionamiento, dirigido por la ceramista Amalia García del Moral, y tras la pandemia se cerró, esperando esta nueva oportunidad.
El ambiente en el taller es acogedor, casi familiar. Entre los alumnos hay principiantes, vecinos, curiosos y artistas que han encontrado en la cerámica una manera de expresarse y de desconectar del ritmo cotidiano. Una de ellas es Elisa Aneas, que empezó casi por casualidad: «Un día pasé por el paseo y vi a Carmen trabajando. Entré, pinté una pieza y me enganché. Ahora llevo un año haciendo cerámica y no lo cambio por nada. Para mí es una terapia. Desconectas del mundo y se te pasan las horas volando».
«Después de la pandemia todos necesitamos tocar, crear, sentir», explica Carmen. En la alfarería se imparten clases semanales, talleres familiares, experiencias de iniciación y actividades escolares. También se prevé la creación de una pequeña tienda con piezas hechas a mano.
El proceso, cuenta, empieza siempre igual: amasar el barro para eliminar burbujas, centrarlo en el torno, abrirlo con los pulgares, estirarlo, darle forma. «Parece sencillo, pero es todo un arte», dice. Luego llega el secado, que debe ser lento, y la cocción, que alcanza casi los mil grados. Algunas piezas se quedan en su color natural, otras se esmaltan y regresan al horno una segunda vez, para brillar como el mar que se ve desde allí.
Un reclamo turístico
La recuperación del centro ha supuesto también la creación de un nuevo espacio cultural y turístico para Almuñécar. El concejal de Cultura y Patrimonio, Alberto Manuel García Gilabert, lo define como «un lugar donde el arte y la historia dialogan». La restauración de la muralla y la reapertura del taller han permitido integrar el centro dentro de un itinerario patrimonial que conecta el Castillo de San Miguel, el Museo Arqueológico y las rutas históricas guiadas por la arqueóloga Elena Navas. En sus primeras semanas de actividad, ya han pasado por el taller escolares, vecinos y visitantes que han podido participar en demostraciones y talleres de torno.
Carmen, mientras se limpia las manos de barro, observa el espacio con una mezcla de calma y orgullo. «Este lugar es historia, pero también presente y futuro», dice la emprendedora.
Hace unos días, el alcalde, Juan José Ruiz Joya, hizo entrega de las llaves del espacio a Carmen junto a representantes municipales y a la arqueóloga local Elena Navas. «Recuperar este espacio es recuperar una parte de lo que somos -afirmó el regidor-. Este centro no solo rescata un oficio, sino que devuelve a la ciudad un lugar donde aprender, compartir y sentir orgullo por nuestras raíces». La arqueóloga subrayó la importancia del entorno: «El barrio de los Alfareros es un enclave patrimonial único. Recuperarlo ha sido como devolverle el pulso a un corazón que llevaba tiempo dormido».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión