«Ya no salgo ni al tranco de la puerta. Hay muchos vecinos contagiados»
La Mamola se 'encierra' ante el temor de que los casos puedan «duplicarse en una semana», mientras Salobreña clausura desde hoy los espacios públicos
Pilar García-Trevijano
La Mamola
Jueves, 14 de enero 2021, 00:11
Continúan subiendo los contagios y la alarma en la Costa Tropical. La tasa de incidencia de la Covid-19 ha pasado de 208 casos por ... 100.000 habitantes a 241 en un solo día mientras que en municipios como Polopos-La Mamola alcanza ya una tasa de 569,5 tras detectar diez positivos, contabilizados por la Junta de Andalucía, en la última semana.
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La preocupación se ha instalado en las calles y los residentes han vuelto a 'encerrarse' en casa. En un 'pueblecito' que –como norma– es tranquilo, el virus le ha suministrado una dosis extra de tranquilidad. Un goteo de viandantes pasean en la senda marítima bajo un sol que quita el frío en pleno enero y un puñado de vecinos cargados de bolsas salen de uno de los dos supermercados que tiene La Mamola, pero las terrazas de los bares lucen desangeladas. Mesas y sillas están prácticamente desiertas; una nueva espinita para los hosteleros.
«Partimos con 23 casos y esta mañana ha habido más positivos.No todos los datos se contabilizan en el parte, porque hay un sector de la población que son residentes permanentes, pero se encuentran empadronados en otros sitios y no se suman aquí sus positivos», explica el alcalde, Matías González Braos, a quien le preocupa especialmente la situación de La Mamola (núcleo de población más grande con 1.099 vecinos), ya que el virus aún no ha llegado a las pedanías de Castillo de Baños, La Guapa, Haza de Trigo y Polopos. «En el resto de localidades se sale menos porque apenas hay restaurantes. Se ha bajado la guardia y los vecinos asumen su responsabilidad. Están preocupados y se han encerrado en casa.Salen lo justo», manifiesta el primer edil.
De la docena de bares que hay, solo cinco prestan servicio. En el restaurante Casa Puga, Mercedes Sánchez, la propietaria, narra que en Navidad, al igual que en verano, los vecinos cogieron con ganas las terrazas, pero acabadas las fiestas no les da salida ni a las tapas ni al menú del día. Solo ha servido «unos pocos cafés» esta mañana y más que al virus le tiene miedo al hambre que provoca.
Las actividades socioculturales llevan suspendidas desde que empezó la pandemia y los parques y pistas polideportivas están cerrados desde marzo. A los más mayores les queda estirar las piernas por el paseo marítimo. En la senda, Elena, empleada de ayuda a domicilio que espera la vacuna como agua de mayo, pasea con Matilda, anciana a la que presta servicio. Sin perder el paso, Elena narra que tras unos meses muy tranquilos, el virus ha atravesado el municipio con más casos que nunca y espera que no afecte a las vidas de los más mayores.«Matilda no pudo ir al cementerio a despedirse de su hermano, que murió por Covid hace meses, y hay muchos vecinos que cumplen las medidas a rajatabla mientras que otros que deberían guardar cuarentena no lo hacen», lamenta.
Una versión que comparte el alcalde, aunque apunta que la mayoría de los residentes respetan las normas. «No tenemos policía local para hacer el seguimiento de cuarentena o controlar las faltas. Estamos a la espera de sacar la oferta después de que los dos agentes que teníamos cambiaran de destino. La ciudadanía está nerviosa, pero hemos hecho lo que hemos podido», asegura. «Hasta el 25 de diciembre no había casos. Han sido 10 meses sin situaciones graves y se confían. Hay ciudadanos que han dado negativo y hacen vida normal aunque tienen que confinarse. Las restricciones que dan los médicos están para cumplirlas», recuerda a sus vecinos. «El riesgo cero no existe, aunque la incidencia será menor si cumplimos las normas. Temo y es probable que se dupliquen los casos en la próxima semana», concluye.
En una de las viviendas, Laura, de 21 años de edad, se asoma al quicio de la puerta. La joven debería estar en Granada estudiando para sus exámenes –estudia un módulo de Técnico de Sonido–, pero se ha tenido que quedar bajo 'arresto domiciliario'. Tomó café con unas amigas en Navidad y una de ellas ha sido el contacto estrecho de un positivo, por lo que Laura acudirá a hacerse la prueba.
Encarna, otra vecina, se ha recluído entre sus cuatro paredes para proteger a su marido, paciente de riesgo. «Yo no salgo ni al tranco de la puerta. Hay muchos vecinos contagiados»
Otros pueblos
La alerta ha llegado a otros pueblos. En Albuñol, la alcaldesa, María José Sánchez, manifiesta que las calles se quedan vacías a media tarde. En su municipio se han detectado 14 casos en los últimos días después de más de un mes 'limpios'. Las colas en el consultorio para hacerse la PCR son largas, pero alaba el trabajo de los rastreadores, que en poco tiempo están siguiendo la pista a la Covid-19. Albuñol tampoco abrió las instalaciones deportivas tras el estallido de la epidemia.
En Salobreña el Ayuntamiento ha decretado el cierre de los parques municipales y jardines a partir de hoy. Los talleres culturales y la escuela de música; las escuelas deportivas y toda la actividad asociada, excepto las competiciones federadas; y la oficina de turismo también se han clausurado temporalmente. Los centros de mayores, la Alcazaba y las bibliotecas han cesado su actividad y se extremará la vigilancia de los espacios públicos con la Policía Local. Ayer, pese a la petición de autoconfinamiento, había cierta vida en las terrazas.
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