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Una jornada nublada y fresca desluce el sábado del puente del 28-F en la Costa
Motril, Salobreña y Almuñécar congregan a los granadinos que aprovechan el relajamiento de las restricciones de la pandemia
La jornada de este sábado en la Costa granadina queda deslucida por el tiempo revuelto. No brilla el sol y tampoco templa las playas y ... las calles de las localidades de Motril, Salobreña y Almuñécar, que congregan a los granadinos que aprovechan el relajamiento de las restricciones de la pandemia del coronavirus.
La inestabilidad del tiempo se traduce en la vestimenta del personal que recorre extasiado el frente marítimo. Tres amigas pasean por la playa del Tesorillo pertrechadas con sus abrigos mientras que en la playa de San Cristóbal dos maromos lucen tipito en traje de baño prieto mientras hacen como que se van a bañar.
Los que sí se adentran en el Mediterraneo son los surferos. Ocurre en Motril, en el límite entre Playa Poniente y Playa Granada. Es una bandada de treinta que busca los picos de la ola rabiosa que el viento levanta a última hora de la mañana de este sábado. Pero esto no es Hawai, qué guay. Es Motril, es febrero, es invierno y todo quisqui va envuelto en su traje de neoporeno porque, realmente, en el rebalaje, hace un frío que pela.
Lo que sí hace el personal es ponerse en forma, liberar toxinas, orearse al viento fresquito que rola. Si hay gente en la Costa, toda se pasea. Unos van en grupitos, otros trotan en solitario, otras lucen sus mascotas, y algunos acompañan a los mayores en sus carritos. Todos disfrutan. El confinamiento ha caído y uno puede desconfinarse sin hacer locuras.
En Almuñécar todo el mundo está despierto. Es Granada en bañador pero con la ropa puesta, porque realmente hace un fresquete que pela. Pero está todo el mundo, Quién diría que no han pasado lista. Lo mismo te encuentras con tu farmacéutica del barrio de Albayda como te cruzas con el político popular Jorge Saavedra. La primera cuenta que hay millones de seres en Almuñécar. «Tienes que reservar para poder comer en un chiringuito». El segundo comparte un problema que padecen todos. «He tenido que aparcar en el campo de fútbol para poder venir a tomarme una cerveza aquí a la playa de San Cristóbal».
Razón lleva. Es complicado aparcar en Almuñécar porque hay un sinfín de almas que han huido de sus localidades para respirar aire y sal en la Costa. Lo explica Pepe Ruiz Botos, propietario del mítico chiringuito a pie de arena en la playa de San Cristóbal. «Si no hay sol, esto queda deslucido», sentencia. «Puede estar Almuñécar llena de gente, pero si hace este mal tiempo, la cosa queda como aburrida y la gente nunca termina de animarse».
Queda la marcha que no cesa… hasta las seis de la tarde. Lo explica uno de los responsables de un local en la Pelillera. «Tenemos todos los almacenes llenos de todo. Lo que no sabemso es si vamos a ser capaces de hacer negocio. Necesitamos más gente, con más ganas». Necesitan sol y buen tiempo.
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