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«Hemos estado a dos escasos kilómetros de superar un golpe económico»
En Albuñol, municipio limítrofe con Almería, bares y alojamientos turísticos siguen cerrados y sin poder recibir servicio de empresas de la provincia vecina
pilar garcía-trevijano
Martes, 12 de mayo 2020, 01:37
La última región nazarí, al abrigo de la Sierra de la Contraviesa, amanece de nuevo con los mayores del pueblo sentados en bancos al sol, ... pero sin los bares abiertos. Un pasillo de invernaderos a los márgenes de la N-340 guía a los foráneos hasta el corazón de Albuñol, municipio a 11 kilómetros de Adra, primera frontera almeriense y «a escasos dos kilómetros» del límite donde empieza la provincia vecina.
«Patito, quítate esa máscara que pareces un apicultor», le grita Antonio desde el balcón a su vecina, que riega las plantas con una mampara puesta. «Sólo echamos de menos los bares que no han podido abrir todavía, pero los granadinos sabemos llevarnos la juega a la terraza», bromea con los periodistas. Ninguno de los establecimientos de restauración prepara comida a domicilio y esperan a que llegue la fase 1 para poder abrir sus terrazas y servir las primeras copas, fase que debía estrenar ayer la provincia, al igual que en Almería. El estallido de la crisis sanitaria frustró las fiestas patronales de Albuñol, que «bien guiados por San Patricio», inunda las calles de música y cerveza. «Sólo pedimos no tener que esperar hasta las próximas fiestas patronales para poder tomarnos unas cervezas. Los negocios de hostelería lo están pasando mal y los más pequeños con servicio de interior no saben ni cuando podrán volver», comenta otro vecino. La Covid-19 les ha quitado sus amados bares y ha amenazado otros negocios del pueblo. Los afectados sienten un agravio comparativo, son 7.233 vecinos y sólo registran tres casos de coronavirus confirmados, según los datos de la Junta de Andalucía, mientras Adra registra 11 casos. Todos los positivos que ha dado Albuñol trabajan en el centro sanitario, la coordinadora de enfermería mantiene que la incidencia ha sido muy baja en la región y que tan sólo unos pocos vecinos han presentado síntomas.
Mercedes es una de esas propietarias que ha sentido el «golpe económico» de la crisis sanitaria. La empresaria abría desde hace 25 años su tienda de ropa hasta que la pandemia le obligó a sobrevivir casi dos meses con las mismas facturas, pero sin ingresos. «Abrí la semana pasada con un poco de incertidumbre para atender con cita previa. Vendo ropa de niño y algunas madres decían que sus hijos han dado el estirón y se les ha quedado pequeña la ropa para el verano», explica. La mujer siente pena, mantiene que muchos comercios como el suyo se habrían ahorrado un poco el revés económico de haber podido ampliar el aforo esta semana.
«No entiendo porqué no han abierto por distritos sanitarios. La Costa tiene muy poca gente contagiada y la fase 1 habría aliviado a muchos comercios de este golpe económico que estamos sufriendo. Estamos muy cerca de Almería, las contradicciones y los cambios de directrices hablan por sí solos», dice. «Allí ya se puede recibir clientes hasta un 30% del aforo», añade a la vez que limpia su negocio para que la próxima visita se lo encuentre impoluto. Un poco más abajo, Manolo Fernández, el peluquero por antonomasia del municipio, trabaja «con más calma que nunca». «Los días que hemos estado cerrados los hemos notado, no voy a mentir, pero ahora se respetan las citas, no te encuentras con varios clientes de sopetón y salgo a las 20. 30 de las horas y no a las 23.00 horas como acostumbraba», manifiesta. «No hay mal que por bien no venga, aunque lo lamento por todos mis vecinos que lo están pasando mal», dice.
A pie de calle, Maribel (70 años) charla con Juan (96 años) animadamente. Para la vecina poder salir a la calle, tras dos meses confinada cuidando de sus nietos, mientras sus hijas se desloman en el campo, es una «bendición». «Si hay que esperar un poco más no pasa nada». «Lo que yo no quiero es que tengamos que volver a encerrarnos en casa por hacer las cosas deprisa», explica. «Albuñol vive de la agricultura y una gran parte del pueblo ha seguido trabajando. Los agricultores no hemos tenido nunca ayuda en nada y ahora, desafortunadamente, el peso cae en otros sectores», mantiene.
Pedro Lorente, pastor del municipio, siente la desescalada en la carretera. Pasar con sus cabras en los primeros compases de la pandemia era más fácil que ahora y con la fase 1 y las nuevas medidas de movilidad, la carretera volverá a ser lo que era. En primera línea de la playa del Pozuelo o La Rábita, los pocos alojamientos turísticos son los que más se resienten de la crisis. El hotel Beatriz ha dejado de recibir a los temporeros que buscan su jornal en el campo y a las familias extranjeras que pasan una larga temporada en la Costa Tropical.
Chari (30 años) y su familia levan toda una vida» a cargo de un alojamiento con 26 habitaciones, ahora vacías. De haber llegado la fase 1 a Granada, no habrían abierto el hotelito, que es también su residencia. No están preparados, ni tendrían la clientela suficiente.
«Teníamos miedo de abrir por la familia. Ponerlo todo en marcha nos va a costar mucho dinero sobre todo sin clientes. Estamos haciendo arreglos en el establecimiento y la empresa de pintura que hemos contratado es de Almería, con los límites provinciales, no podemos ir a por ella y la empresa tampoco viene hasta aquí por su política. ¡Ay que ver el sinsentido que es estar a dos kilómetros de un sitio, mientras que de Granada estamos a a más de 100 y si tenemos más libertad para ir! No podemos ni comprar allí, pero si hasta de carácter casi que somos más almerienses», bromea.
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