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Laura Ubago
Domingo, 18 de octubre 2015, 02:20
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El mismo 7 de octubre que Mariano Rajoy 'cortó' la cinta inaugural de la A-7 en su tramo Carchuna-Castell, el último que quedaba después de 25 años de tramitación y obras, la Nacional 340, que recorre la Costa granadina, se convirtió en un desierto. Desaparecieron los camiones y los miles de conductores que usaban la vía para conectar el litoral malagueño con el almeriense. Mientras que unos celebran la llegada del progreso, otros, también lo celebran pero con media sonrisa. Son los propietarios y trabajadores de los negocios de la antigua carretera que tratarán de resistir y reinventarse con las cajas registradoras a medio gas.
"Si abrieron a las cinco de la tarde, a las seis ya lo habíamos notado", dice Joaquín Jódar, propietario de la gasolinera de Castell de Ferro que está a pie de carretera.
En Los Yesos, el restaurante Las Palmeras, tiene el cartel de 'se vende' y 'se alquila' desde que abrieron el tramo Albuñol-Polopos a principio de año. Lo esperaban pero no deja de generar nostalgia dejar un negocio familiar que llevaba ahí toda la vida.
Algunos empresarios piden ayuda a las administraciones para que trabajen por el turismo de la Costa Oriental granadina y así poder rentabilizar la autovía con más visitantes. Es hora de cambiar el transportista por el turista, todo a fin de sobrevivir.
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