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De izquierda a derecha Lía, Toby, Nanny, Chucky, Runa y Penny.
Vacaciones de perros

Vacaciones de perros

Un montón de canes acuden con el buen tiempo a las inmediaciones del Farillo de Calahonda a corretear y disfrutar de la brisa marina

INMA SÁNCHEZ

Miércoles, 24 de septiembre 2014, 00:56

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El buen tiempo que hemos disfrutado hasta ahora ha animado a lanzarse a disfrutar de los espacios naturales. Y los perros no son menos. Ellos también precisan de su rato de ocio para estirar las patas y disfrutar correteando con sus congéneres. Y el verano, aunque ya acaba, es el momento idóneo, sobre todo porque se congregan unos cuantos canes, ya sea porque sus propietarios están de descanso o porque viven cerca, pero siempre con el cuidado de no molestar al resto de los humanos. Un detalle que tienen muy presente sus dueños, que piden una pequeña zona en la playa de Calahonda para que sus chuchos disfruten del entorno y del mar.

Lía, Odín, Runa, Chucky, Mavis, Nanny, Jara, Penny, Yanko, Pepo, Sam, Toby, Ricky y Turco han estado durante las mañanas estivales correteando por las inmediaciones de la playa de Calahonda, en la zona de El Farillo. Todos tienen en común el cariño y el cuidado que les profesan sus propietarios. Más allá de sus gestos, aullidos y ladridos, sus dueños saben con la mirada lo que buscan y persiguen. Son canes queridos. Odín es un pastor alemán de ocho años y su propietario mira con lupa por dónde va porque es un perro grande que no puede acceder a cualquier sitio. Todos coinciden en que los mascotas hacen mucha compañía. Algunos duermen en la terraza y otros como Chucky y Nanny en el sofá o en la cama de Ana María, su dueña. Lía descansa sin problemas entre Sara y Nino. «Se lo permitimos porque nos gusta», admiten encantados.

Hasta 'madrileños'

Turco tiene tres años y es un cruce de braco con pachón, tan bueno como las ovejas, dice su dueño orgulloso. Nanny tiene siete años y Chucky, cruce de podenco, ya ha cumplido los once. Se le nota la pose de cazador. Los dos viven en Madrid, pero su propietaria lleva 32 años pasando las vacaciones en Calahonda. Algunos cazadores han querido comprar a Chucky porque es pequeño y se mete con facilidad en las madrigueras de los conejos, pero ella se ha negado a desprenderse de su amado chucho. Explica que no tiene problemas para sacar a sus perros a la calle en Madrid. «Las plazas no son propiedad de los humanos, el resto de los animales tiene derecho», exclama. Jara es una pastor alemán de cinco meses, que promete crecer mucho y a la que le encanta bañarse en el mar, cuenta Mónica, que vive en Motril y que siempre ha tenido canes. Dice que los perros son como de la familia y que para los niños son de lo mejor. «Siempre están alegres y nunca te regañan», señala. Además dan seguridad y pueden evitar un robo.

La playa de Calahonda no cuenta con un espacio específico para mascotas, por eso los perros llegan atados y en la playa los sueltan un rato. Acuden a primera por la vieja torre vigía. Durante aproximadamente una hora corren, saltan, juegan, se bañan, se huelen y se comunican. Como niños alborozados se tiran a la arena y rehuyen las olas, aunque a veces se lanzan al agua. Mavis es de padre desconocido y madre west highland white terrier. Es muy inquieta y cuesta seguirle la pista.

Penny, bulldog francés de tres años, es un pedazo de pan y la más cariñosa del mundo, dice su propietario, que trae también a Toby, un chucho sin raza definida. Toby es de la familia y llegan los tres a la playa dispuestos a pasar un buen rato. Pepo es un buldog francés de tres años, 16 kilos y 15 meses. Protector al máximo, muy cariñoso y apasionado de los niños, explica su propietario.

Todos ellos, y algunos más, disfrutan de un espacio que, aunque pequeño, les sirve como 'parque de ocio'.

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