La 'condena' fue un beso y un abrazo entre la acusada y la víctima
Absuelven en Granada a una menor que había herido a otra chica, pero luego habían hecho las paces, por lo que el juez las invitó a que lo demostrasen en la sala de vistas
Seguro que ayer hubo muchas buenas noticias. Lo malo es que casi nunca tienen sitio en los medios de comunicación. El estruendo de los cañones ... y el odio suelen acaparar todo el espacio a empujones.
Además, la sucesión de desgracias y catástrofes que se han acumulado en los últimos tiempos no han ayudado nada a poner el foco en los momentos felices. Y existen. No ocuparán grandes titulares, pero reconfortan.
Una de esas buenas noticias brotó ayer en la sala de vistas de los juzgados de Menores de Granada, un lugar que, dicho sea de paso, es fértil en historias amables. Se sentaba en el banquillo de los acusados un niña procesada por un presunto delito de lesiones. Según la fiscalía, había causado heridas de cierta consideración a otra joven tras enzarzarse en una pelea por una discusión banal. Ocurrió el año pasado en un pueblo de la provincia de Granada.
En este sentido, el ministerio público solicitaba para la presunta agresora doce meses de una tarea socioeducativa consistente en un curso para aprender a controlar sus impulsos y no dejarse llevar por la violencia.
Presidía la sesión el magistrado Emilio Calatayud, titular del Juzgado de Menores 1.
La encausada no negó los hechos, pero, entre lágrimas, precisó que no quiso causar daño a su oponente, que fue un accidente.
El juez le preguntó entonces si habían hecho las paces, si se habían reconciliado, y la niña aseguró que sí. Después del estallido, hablaron y concluyeron que un mal día lo tiene cualquiera. No merecía la pena seguir con las hostilidades.
La sentencia
Unos minutos más tarde, entró en la sala la víctima, la chica que se llevó la peor parte en la riña. Punto por punto, corroboró la versión de los hechos que había ofrecido la acusada. Relató cómo se desarrolló el altercado, que hubo un intercambió de golpes entre ambas, pero, al igual que había manifestado la procesada, afirmó que las heridas que sufrió no fueron intencionadas. Según dijo, se produjeron de forma fortuita.
Tras escuchar las declaraciones, la fiscal retiró los cargos y Calatayud dictó la sentencia de viva voz: «Estás absuelta y no llores más que aquí no fusilamos a nadie», tranquilizó a la menor con su habitual sentido del humor.
No obstante, el caso no estaba todavía definitivamente cerrado. El juez no se resistió a dictar una de sus conocidas 'condenas'. «¿Sois capaces de daos un beso y un abrazo?», preguntó el jurista a las 'litigantes'. La respuesta fue automática:sin problemas. Calatayud las invitó entonces a que procedieran. Y la acusada y la víctima se besaron y achucharon delante los togados. Fue como abrir una ventana para que entrase el aire y el sol.
Aunque haya quien discrepe, esto también es justicia. Y de la buena.
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