Comienzan las obras para convertir el convento de las Vistillas en templo budista
Se ha cortado el paso en una de las aceras de la calle Molinos para poder realizar los trabajos, que se prolongarán durante un año y medio
El barrio del Realejo contará dentro de un año y medio con un templo budista. Una vez que el proyecto ha obtenido la pertinente licencia, ... las obras han comenzado este mes de agosto, explica el arquitecto Luis Manuel Martín-Ferrer Martínez. Hay tres patas en esta obra. Por un lado está el estudio Guía Proyectos de Arquitectura SLUP, luego los responsables de la ejecución, Melmar 360 y en tercer lugar la constructora, Momento, a quien se ha adjudicado la parte principal de la obra.
Las obras han empezado en pleno mes de agosto para minimizar las repercusiones. Además, se ha cortado el paso a los peatones por todo el tramo de la fachada del antiguo convento a la calle Molinos, que se encuentra vallado desde la semana pasada. «El convento, por su naturaleza, tiene una entrada única porque es de clausura. A través de esa puerta principal hay que hacer toda la salida de material. Por eso se solicitó al Ayuntamiento la ocupación de vía pública para no causar muchas molestias».
Así es, este convento, pese a sus grandes dimensiones, tan solo tiene una pequeña puerta de entrada. «No hay otra posible entrada o salida para el material. Se han estudiado todas las posibilidades y al final no queda sino valerse de la entrada original».
Total seguridad
Al estar cortado el paso a peatones a lo largo del todo el tramo de acera, se han habilitado dos nuevos pasos de cebra provisionales, pintados de amarillo, para que los peatones puedan cruzar a la otra acera y proseguir su camino de forma completamente segura.
Asimismo, los trabajadores regulan el tráfico de vehículos sobre la misma calle Molinos cuando se produce la salida de material en los vehículos aparcados en el tramo de acera ahora vallado. «Son temas técnicos y exigencias del Ayuntamiento de Granada, se plantearon y se cumplen», confirma el arquitecto con satisfacción.
El proyecto, confirma el arquitecto, cuenta con todas las bendiciones. «Así es, ya tiene todas las autorizaciones. Es un proyecto de máxima conservación de lo existente, que es la propia naturaleza del convento. También busca recuperar los elementos más dañados por el paso del tiempo, porque ha sufrido muchísimas alteraciones y transformaciones. Eso sí, con el máximo respeto a la historia y a la vocación». En otras palabras, «La imagen, la naturaleza del edificio se conserva. No van a aparecer pagodas ni nada raro por ahí».
«Una religión tranquila»
El arquitecto explica que el budismo es una religión tranquila. «En consonancia, el objetivo final es recuperar el edificio, teniendo en cuenta que además la ley no permite otro uso que no sea el religioso. Es casi una suerte encontrar una religión que quiera recuperarlo, porque es una inversión grande y es una puesta en valor de edificio».
La consecuencia, augura el arquitecto, es que se va a revitalizar esta zona del barrio del Realejo. «El convento tiene una superficie muy grande. Va a dar vida porque el carácter del proyecto es que sea completamente abierto, con una zona de salón para tomarse un té o descansar o leer un libro. Sin cañas ni tapas».
El arquitecto remarca estos valores de la intervención. «Su vocación es abierta y aunque se mantiene el uso religioso los budistas no son de clausura. Será visitable y accesible, ligado a la meditación. Los budistas son muy transversales para que la gente participe». Estos budistas, remarca, ya están en casi todas las ciudades de España en el centro, y en exteriores. «El de Granada suma los dos tipos. Es templo urbano y de retiro por sus jardines, por la visión de Sierra Nevada. Y podrá verse el atardecer».
Un lugar especial para devolver una generosidad enorme
El venerable monje tibetano Gueshe Kelsang Gyatso Rimpoché eligió una humilde casa de Granada para vivir sus últimos años. En 2021, el monje pidió a la orden que encontrara un sitio especial, un lugar que devolviera la enorme generosidad que había recibido de la gente de Granada. Falleció el 17 de septiembre de 2022, tenía 91 años. Unos meses después, sus discípulos encontraron el convento de las Vistillas, en el Realejo, y supieron que ese era el lugar. Lo compraron por 2,5 millones
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