Los científicos retoman las batas, mascarillas y guantes en sus laboratorios
Los investigadores han estado más de dos meses sin poder hacer experimentos y desarrollando solo trabajo de ordenador
Hacer PCR es una técnica rutinaria para Gonzalo Martínez Navajas. No ha oído hablar por primera vez de estas tres letras (ansiadas pruebas para ... muchos) en esta pandemia como la mayoría de los ciudadanos. Sin embargo, este joven investigador, que desarrolla su trabajo en el Centro de Genómica e Investigaciones Oncológicas (Genyo), en el PTS, no ha hecho ni una durante estos dos últimos meses. El estado de alarma no les permitía estar en el laboratorio –salvo algún salvoconducto especial– y el pasado lunes volvió a un centro que es el mismo, pero diferente.
«Ha sido extraña la vuelta», admite. Está lo mínimo posible en el laboratorio, unas tres horas y media y no todos los días. Antes podía llegar a estar diez horas en algunas jornadas. Martínez Navajas es investigador predoctoral en el grupo 'Regulación Génica, Células Madre y Desarrollo en el centro de investigación', financiado por el Instituto de Salud Carlos III de Madrid. Lamenta que teniendo todos los conocimientos sobre PCR no los hayan llamado para hacer estas pruebas para la Covid-19.
José Manuel Sánchez Maldonado iba a depositar su tesis a finales de mayo o principios de junio, pero ahora los tiempos han cambiado. «Me quedan solo unos flecos de la tesis», concreta. Este investigador predoctoral está en el grupo 'Genética de las hemopatías malignas y complicaciones asociada', que pertenece al Centro de Genómica e Investigación Oncológica y el servicio de Hematología del Hospital Universitario Virgen de las Nieves.
Su trabajo consiste en estudiar cómo mutaciones puntuales en un gen influyen en el riesgo de desarrollar enfermedades hematológicas tales como la leucemia mieloide aguda, leucemia linfoblástica aguda o mieloma múltiple entre otras, y enfermedades autoinmunitarias como la artritis reumatoide. Además, «evaluamos cómo dichas mutaciones pueden participar en la respuesta a distintos fármacos. Estos estudios se realizan sobre conjuntos de individuos heterogéneos y representativos de poblaciones concretas. Ahora mismo estamos inmersos en varios proyectos, que debido a fechas se deben de realizar. En este momento nos encontramos inmersos en varios proyectos que no se podían aplazar, de ahí nuestra necesidad de volver al trabajo», relata.
Esa vuelta ha sido a un centro con menos compañeros, deben hacer turnos. José Manuel se encontró el primer día con mamparas en la recepción, una zona de cuarentena para los paquetes que llegan, una escalera para subir y otra para bajar, hidrogel, un control de entrada y salida así como limpieza y desinfección constantes. Las mascarillas, les dan una quirúrgica todos los días y también les han entregado una FFP2, las deben utilizar siempre en las zonas comunes.
Los científicos están acostumbrados a trabajar con las batas, guantes, mascarillas y a seguir una rutina, pero esto es diferente. No obstante, ellos donde quieren estar es en los laboratorios haciendo sus experimentos.
David Landeira es investigador principal de un grupo afiliado al departamento de Bioquímica y Biología Molecular II de la Universidad granadina y su laboratorio está en Genyo. Calcula que están aún a un 30% de personal. No duda en calificar que estos dos meses han sido «un desastre» para la investigación en general. Valora que si las medidas siguen sin llegar los investigadores van a perder posibilidades de competir en los programas nacionales y europeos. «El daño puede ser irreversible», sostiene. Y se pregunta: «¿Cómo es posible que en España se haya bloqueado el sistema de investigación biomédica durante una crisis sanitaria?».
Alba Rodríguez estuvo el lunes una hora y media en Genyo para preparar las pruebas que iba a hacer ayer miércoles. Analiza muestras de pacientes con cáncer. «Ahora tenemos que tener mucho cuidado con la limpieza, en el microscopio he estado tres horas con las muestras y medida hora limpiándolo», comenta. Ponen un plástico para proteger la cara.
Esta joven realizó el grado en Bioquímica y el máster en Investigación y Avances en Inmunología Molecular y Celular en la Universidad granadina. Desde 2015 es investigadora predoctoral en el grupo de 'Biopsia Líquida e Intercepción del cáncer' del Centro de Genómica y Oncología bajo la tutela de José Antonio Lorente y Mª José Serrano.
Durante el confinamiento ha aprovechado para adelantar el trabajo de ordenador pendiente (ha escrito un manuscrito con datos de muestras pendientes…). Esta semana y la que viene tienen turnos para ir al laboratorio (días alternos). Teme que al trabajar con muestras de pacientes con cáncer haya problemas con algunas que no se han podido recoger en estos dos meses.
En el Centro de Investigación Biomédica de la UGR, en el PTS, el personal del grupo de Juan Antonio Marchal ha dado un nuevo paso. Carmen Griñán y Saúl Navarro han ido al laboratorio algunos días durante estos dos meses para seguir el control de los ratones con los que estaban trabajando.
Marchal especifica que se han organizado por turnos. Su laboratorio tiene unos sesenta metros por lo que pueden estar como máximo unas tres personas. La circulación en el centro se ha establecido en un único sentido para que no se crucen los investigadores de ningún grupo.
Griñán es investigadora postdoctoral, leyó la tesis justo antes del estado de alarma (5 de marzo) con el tribunal internacional online y el resto presencial. Normalmente trabaja «en el estudio de biomarcadores en respuesta a la radiación en células madre cancerígenas de cáncer de mama. Y también me encargo de los estudios in vivo (en ratones) de diferentes proyectos y tipos de cáncer. Así como generación de avatares». Vuelven los experimentos a los laboratorios. La mayoría de investigadores de la UGR siguen, no obstante, trabajando, en la medida de las posibilidades que tienen, en sus casas.
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