Caza de brujas
Opinión ·
El pueblo hierve, las redes sociales borbotean pero uno, desde la distancia y la fría perspectiva periodística, echa de menos un resultado más contundenteEn Loja se lio parda la otra noche. Siete cubalibres y dos refrescos fueron la excusa. Veinte energúmenos rodearon a cuatro criaturas en la puerta ... de una caseta y, entre otras cosas, les acariciaron la cara con botellas rotas y practicaron la discutible modalidad deportiva, aún no olímpica, del lanzamiento de silla a blanco humano. La situación se puso tensa cual pescuezo de cantaor y terminó con varios detenidos, unos cuantos heridos y un puñado de matones investigados por los civiles. El pueblo hierve, las redes sociales borbotean pero uno, desde la distancia y la fría perspectiva periodística, echa de menos un resultado más contundente.
Cuidado. No digo ya una de esas secuencias de calima y escopeta que acaba poniendo perdidos de ataúdes los polideportivos municipales, que hasta esa tradición puertohurraquera se está perdiendo en estos veranos que ya no lo parecen, pero sí aspira a que alguien encienda la luz sobre esta España negra de algunas fiestas estivales. Detenciones, arrestos, palo largo y mano dura, pero con quien lo merezca, ojo.
Las fiestas veraniegas de los pueblos dan para mucho. No solo para el cordobés en la cabeza y en la solapa un clavel. También para que los cerebros se calienten, el alcohol destierre la cordura y las noches acaben a puñetazos. El alcalde lojeño se ha apresurado a pedir más guardias civiles, una medida que puede funcionar. O no.
Los festejos de estos días han dejado también un suceso de cierta relevancia y un poco enrevesado. En Guadix se suspendió un concierto de raperos porque una trabajadora municipal aseguró haber sufrido acoso por algunos participantes o allegados de estos. Más de cincuenta llamadas y mensajes denigrantes y subidos de tono recibió, siempre según su versión. Un hecho lamentable que no admite justificación alguna y que debe ser perseguido. Pero bien perseguido. El Ayuntamiento accitano, que ha anunciado una campaña para propiciar unas fiestas 'de buen rollo' y 'sin agresiones sexistas', se apresuró a cancelar el concierto de raperos y, automáticamente, convirtió en presuntos acosadores a todos sus participantes. Cortó por lo sano y lo sano eran unos cuantos chavales que no tenían ni idea de lo sucedido y que, de improviso, se vieron etiquetados como sospechosos de un crimen que no habían cometido.
La batalla contra la violencia machista, sea cual sea la gradación del ataque, no debe admitir fisura ni vacilación alguna, pero conviene mimar con cautela la manera en la que se combate pues de una injusticia puede nacer otra y la presunción de inocencia, principio básico de convivencia y seguridad jurídica en cualquier democracia, se tambalea peligrosamente cuando la lucha desemboca en una caza de brujas. Las cosas, por su sitio. En Guadix se han pasado de frenada.
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