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Juan Enrique Gómez
Granada
Lunes, 14 de octubre 2019, 01:30
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Tierras removidas, bordes descarnados y oquedades que atraviesan la vereda es el resultado del paso de un grupo de jabalíes por el sendero del Alarife, el acceso que desde el camino del Avellano asciende hasta la acequia del Tercio (el ramal de la Acequia Real que accede al Generalife) y continúa hacia la Silla del Moro y los senderos del Llano de la Perdiz. Los caminantes que desde la mañana del sábado ascendían por esta ruta hacia la Dehesa del Generalife, encontraron que el sendero, generalmente en muy buen estado, mostraba las marcas indiscutibles de la presencia de un numeroso grupo de jabalíes que, sin temer a la proximidad de la ciudad, recorrieron la vereda en busca de raíces, hongos, bayas y tubérculos para alimentarse.
Las huellas están claras. Los animales entraron por la ladera del cerro de Santa Adela (colindante a la Sabika), a la espalda de la zona alta del Generalife, para descender hasta el camino del Avellano, donde se inicia el sendero, a menos de un centenar de metros de la entrada del Carmen de los Chapiteles, que este fin de semana tenía diversas celebraciones, cuyo bullicio no parece que impidiese el avance de la piara de jabalíes.
Las rejas de hierro que hacen de baranda en la zona alta del sendero, junto a la acequia del Tercio, muestran bloques de tierra y barro pegados, fruto de una de las actitudes típicas de los jabalíes: rozarse con elementos duros para quitarse del lomo los pegotes de tierra y barro. Desde ese punto se aprecia cómo la tierra está levantada y hozada a lo largo del casi todo el descenso. En algunos puntos, donde ya el camino estaba semidestrozado por el paso de bicicletas de montaña, la vereda se ha reducido considerablemente.
La presencia de jabalíes en este sendero es una prueba más de la proximidad de la vida silvestre al entorno de la ciudad. La sequía y la falta de alimento provoca que determinadas especies se hagan cada vez más osadas y no les tengan miedo a la proximidad humana. Algunas de ellas, jabalíes entre otras, se convierten en aportunistas y buscan, cada día, comida en contenedores de zonas próximas a espacios abiertos.
El sendero del Alarife fue construido por el Patronato de la Alhambra y el Generalife hace dos años para facilitar los movimientos del personal de mantenimiento de las laderas, pero tras su apertura se convirtió en un camino muy transitado por senderistas y deportistas. Los primeros para acceder de forma rápida hacia los aledaños de la Silla del Moro y las confluencias de senderos entre la Acequia Real y la Dehesa del Generalife, a través de un camino sumamente atractivo y paisajísticamente incomparable, con vistas inéditas de la Alhambra y una visión completa del Albaicín y Sacromonte.
Este acceso fue bautizado como El Alarife tras las informaciones de IDEAL que daban cuenta de la apertura de este sendero y en recuerdo del alarife (arquitecto en árabe) que construyó el jardín del Alarife, que conocemos como Generalife.
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