Bolero de algodón de azúcar
CRÓNICAS GRANADINAS ·
tico medina
Domingo, 3 de junio 2018
A todos nos han 'cantao' en una noche de juerga boleros que nos han 'matao', dicho antiguo que de vez en cuando exhumo, aunque a ... veces pienso, siento, que me he quedado en eso: en un maquillador de cadáveres. Pero bueno, uno tiene más de lo vivido que por vivir, que no tengo más que ajustar cuentas. Así que les quiero decir -porque esta página es para mí como un confesionario en papel, y lo malo del papel es que siempre queda y siempre hay alguien que lo recolecta y lo colecciona- que tenía pensado titular esto de hoy 'Todos somos corruptos', porque les escribo en viernes, a la una de la tarde y acaba de pasar lo que ha pasado. Todos somos corruptos... incluido yo, claro que sí, que hay muchas formas de corrupción además de la peor, que puede ser sin género de dudas la de la pasta. Pero al final, y viendo que nadie me lo va a agradecer -quizá ni falta que me hace-, he tirado por el lado de la nostalgia y he cambiado de tono, de tino, y me he convertido en tuno. Y aquí me tienen, que voy a por la melancolía, la nostalgia, el recuerdo, que a veces nos libran de muchas cosas. Así, que el bolero en esta página nuestra, porque se nos ha muerto -a todos, y a mi quizá más que a muchos otros- María Dolores Pradera.
-¿Y eso por qué, maestro?
-Pues -respondo-, porque sí, porque a lo largo de muchos años, siempre, siempre, cuando hablabamos cuerpo a cuerpo, boca a boca -sí boca a boca-, siempre, de recibo, me cantaba en voz baja, que suena mucho mejor, el 'Granada' de Agustín Lara -a ver quién puede mejorar esto- mientras sonaba en el piano en el que en el círculo español de México DF escribió, dicen, la canción de nuestro himno, el hombre de la cicatriz de navaja en el rostro. Aquel feo, el más feo del mundo, que cuando cantaba se convertía en el hombre más guapo del planeta, según palabra de la mujer a la que más amó, la mismísima María Félix, de la que en su día y para 'Hola', en París, hace tantos años escribí sus memorias.
¡Ay la memoria, compadres! ¡Ay la memoria, paisanos! La Pradera en México, pues sí. Y en su casa de la calle Orense, de Madrid, y sobre todo a ver quién mejora este recuerdo.
Acababa de salir -estaba saliendo- el 'ABC de las Américas'. Y es por eso, que yo -sí, yo-, hice aquella primera portada visitando a Nixon en su casa de verano. Hay fotos de aquella portada, y en aquel número uno nos invitaron. Yo era jefe de reporteros de ABC, aunque no ejercía, las cosas como son, por que cualquiera de los periodistas de allí valía mucho más que yo. Pero a lo que voy, que visitamos la Casa Blanca de Washington -a ver si me acuerdo de todos- María Dolores Pradera; Jorge Cafrune, sin su caballo, el pobre, pero vestido de gaucho y con su mate de plata vieja en las manos; Mingote, el genio, que en paz descanse; Torcuato Luca de Tena... Igual me olvido algún nombre, Víctor Salmador, quizá. El otro día me lo recordaba Alfredo Amestoy, desde ahí tan cerca, entre Salobreña y Euskadi, pero pasando por la Gran Vía de Madrid.
Bueno, pues allí en las escaleras de la primera casa del mundo, la Praderita, que entonces era novia de un mexicano riquísimo que tenía un negocio que no me atrevo a decir por si me ensucia la página -de piaras de cerdos-, pues ahí, como en tantas otras ocasiones, me cantó el 'Granada' de Lara, nuestro himno: Granada, tierra soñada por mí, mi cantar... etc.
Quizá, con todo respeto lo escribo, debíamos cambiarle algo la letra. Pero en fin, menos da una copla. Total, que allí sonó lo que siempre me cantaba, en México, en la zona rosa, en Buenos Aires con José Carlos, en donde fuera... Y si estaba cerca nuestro Manuel Benítez Carrasco, bueno, pues mejor todavía.
El bolero que no nos falte. Por eso, ahí el bolero del pan de azúcar, el algodón del Corpus, que ya fue el jueves pasado y que coloca estos días, sobre mi viejo corazón, esa tela dorada que cubre los días de fiesta en las calles principales. Y el algodón de azúcar que Alfredo Amestoy, que siempre que me llama llena mi nostalgia y me dice:
-Que digas que el azúcar, donde primero se supo de ella fue en Motril, porque en Granada nacía y se llevó hasta América y no al revés. Y que es por eso que ese pan de azúcar que es el algodón del Corpus donde primero estuvo fue en Granada, en nuestro sitio de siempre.
Azúcar de granada, a veces azúcar amarga. Claro que sí, pero ese pan de azúcar, ese algodón dulce que de niño nos gustaba tanto y que no hemos vuelto a encontrar en ningún otro sitio del mundo, con Paquito Rodríguez cantando en la caseta del Corpus, y las barretas, que no nos falten nunca...
Aunque sea paladeando simplemente la nostalgia y la alegría de saber que este año ha pregonado el Corpus nuestro amado Tito Ortiz, presentando por mi viejo amigo Ramón y contado -más bien cantado- en su 'Mirilla' mi maestra de todos los días: Encarna, que me sirve de mirador de mi Corpus de Granada. A ver si el año que viene Ramiro Calle me dice, por teléfono, que debo hacer yoga para poder seguir adelante. Y yo le contesto así:
-Para mí, el yoga es Granada, escribir de Granada, incluso llorar por Granada, ver Granada con las diapositivas de Torcuato Fandila, que me las envía desde la ciudad antigua y señorial del Guadix secreto... Que Granada es Granada y sus sitios, y yo soy por nombramiento oficial cronista de Granada y su provincia. Y también suspirar con este algodón de azúcar en la mitad del Salón por, desde y con Granada... ¡Ay mi Granada!
-¿Y eso por qué, maestro?
-Pues -respondo-, porque sí, porque a lo largo de muchos años, siempre, siempre, cuando hablabamos cuerpo a cuerpo, boca a boca -sí boca a boca-, siempre, de recibo, me cantaba en voz baja, que suena mucho mejor, el 'Granada' de Agustín Lara -a ver quién puede mejorar esto- mientras sonaba en el piano en el que en el círculo español de México DF escribió, dicen, la canción de nuestro himno, el hombre de la cicatriz de navaja en el rostro. Aquel feo, el más feo del mundo, que cuando cantaba se convertía en el hombre más guapo del planeta, según palabra de la mujer a la que más amó, la mismísima María Félix, de la que en su día y para 'Hola', en París, hace tantos años escribí sus memorias.
¡Ay la memoria, compadres! ¡Ay la memoria, paisanos! La Pradera en México, pues sí. Y en su casa de la calle Orense, de Madrid, y sobre todo a ver quién mejora este recuerdo.
Acababa de salir -estaba saliendo- el 'ABC' de las Américas. Y es por eso, que yo -sí, yo-, hice aquella primera portada visitando a Nixon en su casa de verano. Hay fotos de aquella portada, y en aquel número uno nos invitaron. Yo era jefe de reporteros de 'ABC', aunque no ejercía, las cosas como son, por que cualquiera de los periodistas de allí valía mucho más que yo. Pero a lo que voy, que visitamos la Casa Blanca de Washington -a ver si me acuerdo de todos- María Dolores Pradera; Jorge Cafrune, sin su caballo, el pobre, pero vestido de gaucho y con su mate de plata vieja en las manos; Mingote, el genio, que en paz descanse; Torcuato Luca de Tena... Igual me olvido algún nombre, Víctor Salmador, quizá. El otro día me lo recordaba Alfredo Amestoy, desde ahí tan cerca, entre Salobreña y Euskadi, pero pasando por la Gran Vía de Madrid.
Bueno, pues allí en las escaleras de la primera casa del mundo, la Praderita, que entonces era novia de un mexicano riquísimo que tenía un negocio que no me atrevo a decir por si me ensucia la página -de piaras de cerdos-, pues ahí, como en tantas otras ocasiones, me cantó el 'Granada' de Lara, nuestro himno: Granada, tierra soñada por mí, mi cantar... etc.
Quizá, con todo respeto lo escribo, debíamos cambiarle algo la letra. Pero en fin, menos da una copla. Total, que allí sonó lo que siempre me cantaba, en México, en la zona rosa, en Buenos Aires con José Carlos, en donde fuera... Y si estaba cerca nuestro Manuel Benítez Carrasco, bueno, pues mejor todavía.
El bolero que no nos falte. Por eso, ahí el bolero del pan de azúcar, el algodón del Corpus, que ya fue el jueves pasado y que coloca estos días, sobre mi viejo corazón, esa tela dorada que cubre los días de fiesta en las calles principales. Y el algodón de azúcar que Alfredo Amestoy, que siempre que me llama llena mi nostalgia y me dice:
-Que digas que el azúcar, donde primero se supo de ella fue en Motril, porque en Granada nacía y se llevó hasta América y no al revés. Y que es por eso que ese pan de azúcar que es el algodón del Corpus donde primero estuvo fue en Granada, en nuestro sitio de siempre.
Azúcar de Granada, a veces azúcar amarga. Claro que sí, pero ese pan de azúcar, ese algodón dulce que de niño nos gustaba tanto y que no hemos vuelto a encontrar en ningún otro sitio del mundo, con Paquito Rodríguez cantando en la caseta del Corpus, y las barretas, que no nos falten nunca...
Aunque sea paladeando simplemente la nostalgia y la alegría de saber que este año ha pregonado el Corpus nuestro amado Tito Ortiz, presentado por mi viejo amigo Ramón y contado -más bien cantado- en su 'Mirilla' por mi maestra de todos los días: Encarna, que me sirve de mirador de mi Corpus de Granada. A ver si el año que viene Ramiro Calle me dice, por teléfono, que debo hacer yoga para poder seguir adelante. Y yo le contesto así:
-Para mí, el yoga es Granada, escribir de Granada, incluso llorar por Granada, ver Granada con las diapositivas de Torcuato Fandila, que me las envía desde la ciudad antigua y señorial del Guadix secreto... Que Granada es Granada y sus sitios, y yo soy por nombramiento oficial cronista de Granada y su provincia. Y también suspirar con este algodón de azúcar en la mitad del salón por, desde y con Granada... ¡Ay mi Granada!
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