Apuñalamiento en un piso de Granada
Un bloque de seis pisos okupado en pleno centro y con vistas a la CatedralEl copropietario del edificio desalojado tras registrarse un apuñalamiento y un incendio ha sacado kilos y kilos de basura de su interior
En la terraza, con vistas privilegiadas a la Catedral de Granada, hay varias latas tiradas por el suelo. «Alguna vez subirían a echarse un cigarro, ... qué menos, teniendo esto al lado», comenta Rafael, copropietario del bloque de la calle Tinte que durante dos meses ha estado okupado, hasta que un apuñalamiento y un incendio en la madrugada del pasado sábado provocaron su desalojo. «Se nos apareció la virgen, porque no sabíamos qué hacer para que se fueran», admite.
El edificio, que la familia pretende poner a la venta, no necesita un lavado de cara, sino más bien cien. La suciedad inunda cada rincón y parte del mobiliario está roto. Sobre una encimera reposan las cáscaras de una mandarina, el tetrabrik de leche abierto, una cáscara de huevo, migajas de pan. No hay rastro de la sangre que derramó el hombre que fue apuñalado justo allí hace unos días, pero tampoco se puede descartar que permanezca oculta bajo el hollín. El fuego devoró parte de la primera planta. El intenso olor aún se impregna en la ropa al entrar.
Rafael ha sacado al menos 15 colchones y decenas de mantas. También hay palets de madera en algunas habitaciones, que los inquilinos usaban como cama. En uno de los cuartos hay colgadas carcasas de móvil y una careta. Por el suelo quedan restos de medicamentos, latas y una estufa; el frío empezaba a apretar. Tenían luz gracias a un enganche ilegal a la red eléctrica, y debajo del fregadero nadie ha movido la bombona de butano.
El copropietario lleva varios días limpiando, y lo que le queda. Ha perdido la cuenta de los kilos de basura que ha sacado con los restos de los okupas. Ellos mismos acumularon varias decenas de bolsas en uno de los pasillos. En otros cuartos hay también bolsas, pero en este caso guardan la ropa de los que allí malvivieron hasta el pasado sábado. «Algunos vinieron ese día a por sus cosas. La Policía los identificaba y se llevaban sus pertenencias», detalla Rafael. En los pisos sigue habiendo chaquetas, sudaderas, cinturones. Si alguno quiere volver a recogerlo, ya es tarde. La alarma de seguridad protege el bloque.
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