Los bares de Granada se preparan para recibir clientes dentro: ¿cuáles abren el lunes?
Los nuevos alivios permiten a la hostelería recibir clientes en el interior de unos locales en los que se ultiman ya los preparativos
Sergio González Hueso
Granada
Sábado, 30 de mayo 2020, 02:07
A nadie se le escapa que una Granada sin bares es una ciudad que se mira al espejo y no se reconoce. Pero por ... fin después de tres meses, un amplio porcentaje de establecimientos dejarán atrás la depresión y abrirán sus puertas la semana que viene. Lo hará posible el pase a la fase 2, que se hace efectivo el lunes desactivando 'de facto' algunas de las dolosas restricciones que han mantenido al sector casi sin actividad desde marzo. Entre ellas, una importante: la imposibilidad de recibir clientes en el interior de los locales. Ahora podrán siempre y cuando estos sean servidos en mesa y sin superar nunca un 40% de aforo. Estos alivios, el éxito de los pocos establecimientos abiertos en fase 1 o las medidas municipales de ayuda al sector, han actuado como motor de enganche a la hora de recuperar para el ocio de la ciudad zonas hasta ahora apagadas como Alhamar, Elvira, el Campo del Príncipe, Bib Rambla o Plaza Nueva, por poner solo algunos ejemplos.
«A partir de las diez de la noche la calle estaba sin un alma, daba miedo, mi jefe decía que parecía a una ciudad de esas europeas en las que todo el mundo está en casa por la noche», dice Juan desde la sacrosanta barra de Bodegas La Mancha, ubicada en la calle Joaquín Costa, paralela a Elvira. Según cuenta, abre el lunes «si dios y la virgen quieren», apostilla. Mientras explica cómo lo van a hacer, pues en La Mancha todo el mundo es feliz de pie, un cliente entra en el 'hall' y pide algo para llevar. Le recomiendan el pollo «en salsita» con patatas. Hasta ahora es de lo que han vivido: de los encargos. Y en principio no les ha ido mal del todo. «A ver ahora cuando pongamos las mesas», añade Juan, que también anuncia la apertura «a partir de ya» de los otros dos buques insignias de la empresa: Las Titas y Bodegas Castañeda.
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Precisamente en el negocio de la calle Almireceros hay dos operarios enfrascados en obras. No se ve qué hacen porque la persiana está medio echada, pero sí se escucha una sierra y del interior del local sale mucho polvo. Algo parecido ocurre en la Vinoteca, que está enfrente, o un poco más allá: en el Origen de la Buena Vida, un local de bocadillos turcos o en Babel, todos en la calle Elvira. En la puerta de La Bella y la Bestia alguien barniza un adorno de pared. Parece el logotipo del negocio. En la zona hay camiones de reparto subidos a las aceras o en doble fila. Los hay de piononos, fruta o cerveza. Hay albañiles comiéndose un bocata o gente de aquí para allá haciendo compras o tirando bolsas o cajas a los contenedores .
Fausto ve todo el trajín desde la puerta de Los Diamantes. Por fin se ve movimiento en un local sin terraza que en Plaza Nueva vive prácticamente del turismo. Desde marzo no se movía ni una mosca por allí. «Teníamos unas ganas de empezar...», reconoce este empleado. Forma parte del pequeño equipo que se encuentran en el interior de este famoso negocio de hostelería. Su plancha y su freidora no se encenderán el lunes, pero seguramente lo hagan a finales de la semana que viene. Les queda mucho por hacer y pensar. Lo suyo eran las mesas corridas, que eran compartidas por grandes grupos de turistas o familias. Hoy mantener esa dinámica es imposible, por lo que eliminarán mesas y tratarán de poner alguna fuera con permiso del Ayuntamiento.
Ahora mismo las tienen todas apiladas en un extremo de la 'pista de baile'. Un chico está limpiando los cristales de la fachada, otro recoloca botellines de refresco en unas vitrinas que están vacías y sale vapor de agua del lavavajillas. Un técnico de Cervezas Alhambra acaba de irse después de revisar el serpentín del grifo. Fausto tiene ganas de empuñarlo ya.«Es que estábamos desesperados. Acostumbrados al ritmo tan alto que solemos llevar aquí, estar dos meses metidos en casa ha sido duro», señala este granadino, que alberga mucha ilusión por volver a servir cervezas o «tapillas», esos dos símbolos totémicos que forman parte de «nuestra cultura», recuerda.
También lo es el café y la tostada, ese desayuno social y de periódico de papel que volverá el lunes al Gran Café Bib Rambla. Allí están Emilio, Javier y dos chicas. Una de ellas escribe con buena caligrafía la carta de helados en una pizarra que se mostrará cuando suban la persiana. Llevan diez jornadas preparándolo todo para el gran día. JavierNavarro es el gerente y se ha propuesto darle la vuelta a este 2020. Aunque hay cosas que le inquietan como por ejemplo la situación económica. «Que vuelva el empleo, lo necesitamos», dice frente a Emilio, que muestra a IDEAL la máquina de ozono que acaban de instalar en el interior de este café fundado en 1907.
En Cunini apuestan por las alfombrillas desinfectantes y las cartas con código QR. Abren el martes y por eso están a marchas forzadas en un local cuyo espacio de barra está manga por hombro. La limpieza es exhaustiva y los preparativos, enormes. Está Pedro Oblaré dirigiendo a Dani, que coloca unas copas encima de la mesa. Suena el típico tintineo, que acompasa una actividad que por fin ha sustituido el silencio de los últimos dos meses. «Lo hemos pasado muy mal. Pensar por un momento en que podíamos perder el trabajo de una vida me preocupaba muchísimo», cuenta Pedro, que recuerda que Cunini lleva 70 años abierto.
El estrés de la inactividad ha dado paso al estrés de la bendita vuelta. Sueñan con ella en este restaurante, que de momento funcionarán con el comedor y la terraza. Al cliente le espera lo de siempre.«Mucho cariño y buenas viandas», se apresura a decir este empresario, ya lleno de ilusión por volver a subir pronto la persiana.
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