El equipo de gobierno se da un mes para culminar los presupuestos y llevarlos al pleno

Con más de 270 millones de euros de deuda y una situación financiera que el martes fue definida por el alcalde como «calamitosa», la aprobación de unos nuevos presupuestos es más que un reto, una urgente necesidad para el equipo económico municipal. El propio responsable del área, el popular Luis González, reconoció la intención del bipartito de llevar el expediente a votación en la sesión plenaria de febrero.

Antes, el camino de los presupuestos tiene aún hitos por alcanzar. Como recordó ayer el grupo municipal de Podemos-IU, la concejalía de Economía debe completar unas cuentas que, en base a la normativa que rige la tramitación, «no sólo no están cerradas sino que se puede decir que no hay siquiera un borrador». Entre otros documentos clave, están pendientes el informe económico-financiero, que certifica los ingresos y los gastos; las bases de ejecución del presupuesto, que son las reglas de las que se dota el gobierno para adaptar la ejecución de las partidas a su propia organización; o la memoria de alcaldía, que explica el contenido y los principales cambios.

Tampoco se conoce, como apuntó el concejal Francisco Puentedura, el avance de la liquidación del ejercicio anterior, que es necesario para comparar unas partidas con otras, ni está el informe de intervención, que es el órgano fiscalizador de la actividad municipal y debe determinar si la propuesta es viable para unas arcas al borde de la asfixia.

Negociación con los grupos

Con todos esos informes, para los que aún no hay fecha, el expediente tratará de alcanzar su siguiente hito, su traslado a los grupos. La cuestión se antoja determinante en el contexto actual de la plaza del Carmen, donde el gobierno municipal no alcanza la mayoría. El futuro de las cuentas depende de la consecución de los apoyos necesarios y todas las miradas apuntan a Vox. El propio Luis Salvador centró la atención al asegurar el martes que era el primer partido «con el que debemos hablar».

La formación que lidera Onofre Miralles enfrió, sin embargo, el gesto del alcalde horas más tardes y dejó entrever que, a su juicio, las cifras presentadas por PP y Ciudadanos contienen «partidas disparatadas».

Los socialistas, como hicieran el martes en declaraciones a este periódico, insistieron ayer en que el bipartito tendrá que elegir. O Vox o PSOE vino a decir el concejal José María Corpas, que volvió a recordar que sus votos favorables dependen de que se incorporen las propuestas en materia de igualdad, medioambiente, movilidad y hacienda que la formación puso sobre la mesa en las conversaciones previas.

El que descartó prácticamente su apoyo fue Podemos-IU. El grupo municipal recordó que su única línea roja era que el presupuesto no se construyese sobre «una subida lineal, masiva y antiprogresiva de impuestos». La confluencia puso sobre la mesa una propuesta para compensar la subida del IBI que contó incluso con el informe favorable de Intervención. La iniciativa, sin embargo, fue rechazada por el responsable de Hacienda primero y por el alcalde después. «No tenemos nada que negociar», subrayó el edil Francisco  Puentedura ayer.

Con estas mimbres, el gobierno debe hacer el cesto de un borrador cuya siguiente meta es presentarlo a los vecinos y colectivos sociales. La normativa establece que el Ayuntamiento incorpore en la medida de lo posible las prioridades que marcan órganos como las juntas de distrito. Sólo después de ese trámite y presumiblemente con los votos atados llevarán PP y Ciudadanos su propuesta de cuentas al pleno. El reloj ya está en marcha...