El Ayuntamiento cede un local al Zaidín para su banco de alimentos, que atiende a 1.744 personas
Los vecinos llevaban solicitándolo desde hace más de un lustro y tras un ultimátum les dejan trasladarse a un antiguo quiosco-bar del parque Carlos Cano
Sergio González Hueso
Granada
Lunes, 15 de junio 2020, 09:15
Antonio lleva encima un buen ramillete de llaves. Tiene un lío que «pa qué». Tras unos segundos de emoción y silencio, atina con la que ... es, la introduce en el bombín de la puerta y por fin se hace la luz en la vieja ludoteca del parque Carlos Cano, al que han ido tres vecinos del barrio del Zaidín ilusionados como niños con zapatos nuevos.
El motivo es porque, por fin, su deseo se va a hacer realidad después de llevar muchos años esperando. En concreto ocho. Casi desde la fundación del banco de alimentos del barrio. Conocido como Carazv –Centro de aprovisionamiento y redistribución de alimentos del Zaidín-Vergeles–, este recurso se creó allá por el 2012 casi de casualidad y hoy ya da de comer a un total de 1.744 personas, que son las que tiene en lista Antonio Ruiz, el presidente de la asociación de vecinos de este barrio tan populoso.
Junto a él, pisan la vieja ludoteca Dionisio y Jacinto, que ha traído un metro para ir midiendo la superficie del local, que va a pasar de estar abandonado a formar parte de esta iniciativa que hoy es más necesaria que nunca. Será así por lo menos un mes, pues después la idea municipal es ocupen el local de enfrente, un viejo quiosco de hostelería hoy en desuso y que tiene una superficie superior a los 200 metros cuadrados.
La buena nueva se la dio a los vecinos en febrero el titular del área de Derechos Sociales del Ayuntamiento, José Antonio Huertas. Les cedería unas instalaciones para que, de una vez por todas, esta iniciativa social no tuviera que estar de alquiler. «Le dimos un ultimátum al Ayuntamiento porque ya no teníamos cómo pagar las facturas. El plazo era el 30 de junio, si para entonces no teníamos nada, nos veíamos abocados a cerrar», explicó Antonio, que calculó que al año se ahorrarán unos 6.000 euros con el traslado, entre alquiler, luz y agua. Les quedaría solo el gasto del transporte de los alimentos, que les supone alrededor de 2.000 euros. La comida les viene de Europa, a través del FEGA –Fondo Europeo de Garantía Alimentaria– o el Banco de Alimentos. Precisamente el próximo 30 de junio reciben 41 palés de productos no perecederos que tienen que ir ya a la nueva sede. La antigua, en la calle Padua, tienen que dejarla antes de que acabe el mes. El último reparto de alimentos que se llevará a cabo allí será el próximo miércoles 17. Dionisio, que es una de las personas que gestiona el Carzv, explica que los días posteriores al último reparto se consagrarán a los preparativos del nuevo local: la ludoteca.
La zona está hoy muerta, y tanto este espacio como el de enfrente llevan vacíos y degradados desde hace muchos años. De momento, ayer estuvieron estos vecinos viendo qué necesitaban para poder hacer un traslado a la altura del servicio que ofrecen. Reparten muchos kilos de comida cada semana. Depende de la unidad familiar, que siempre llega al Carazv derivado por los Servicios Sociales. La pandemia ha elevado el número de familias con problemas. «Jamás hemos dado tanto alimento como ahora», cuenta Antonio, que se sabe el número de memoria:«Se atiende a 1.744 personas. Y ya no podemos asumir más demanda, por lo que le hemos dicho al Ayuntamiento que no nos mande a más gente», cuenta.
El banco del Zaidín se creó por iniciativa de los vecinos y ahora se gestiona gracias a la colaboración de unos 30 voluntarios como Jacinto, quien no le tiene tanto miedo al virus como a que «pasen hambre los vecinos de mi barrio», señala en el nuevo local. Los repartos se hacen semanalmente los miércoles y a través de dos turnos:de unas 300 familias por cada uno.
Según explicó el concejal de Derechos Sociales, José Antonio Huertas, la idea del área es que Carazv use la vieja ludoteca mientras se habilita el local del quiosco-bar, que ahora no tiene ni luz ni agua pero que sin embargo es mucho más grande. Le tocará negociar con los vecinos, pues solicitan ambos: uno como almacén y otro para repartir y llevar a cabo las labores administrativas. Sea como fuere, el edil se mostró muy satisfecho de haber podido solucionar un problema que se arrastra de tiempo atrás:«Hemos logrado un local gracias a la sinergia con Patrimonio y estamos contentos por poder haber atendido a una petición que llevaba muchos años sin que fuera escuchada», concluyó el edil.
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