Los asaderos granadinos confirman pérdidas del 40% por la huelga del transporte y temen el cierre

Sin la cantidad habitual de género, la actividad de estos negocios se tambalea. «Hemos notado considerablemente la huelga del trasporte. Sumada al encarecimiento de muchos productos, la situación empieza a no tener futuro», indica Jonathan López, propietario del Asadero San José, a IDEAL. Jonathan trabaja en el negocio familiar, operativo desde hace casi 40 años en el Centro de la capital.

A raíz de la huelga de transportistas, confirma una previsión de pérdidas de hasta el 40% para este mes de marzo. «Si hay menos pollos, se vende menos. Si antes en un día bueno vendíamos 70 pollos, ahora no llegamos ni a 60. Hacer el pedido diario nos supone un quebradero de cabeza», explica. El de Jonathan no es el único. Otros asaderos coinciden en esa bajada de los beneficios de en torno al 40%.

«En general, la huelga se nota en supermercados y distribuidores. Tienen menos materias primas y, encima, nos obliga a nosotros a ir a buscarlas a Mercagranada. Supone un gasto y un trabajo extra de carga y descarga que tenemos que afrontar», cuenta Jorge Agea, propietario del Asadero Arco, emplazado en la Avenida de Juan Pablo II. La alarma ante la crisis de suministros ha propiciado que el consumidor llene de más su carro de la compra.

El miedo a causa de un presunto desabastecimiento general ha cundido en parte de la población. Más pendiente de gastar las existencias de su despensa antes de que se echen a perder, la compra de comida a domicilio queda mermada. «La gente viene menos al asadero. El otro día atendí a unos clientes habituales que llevaban varias semanas sin pasarse. Si llenan más el frigorífico, es normal que no salgan a consumir a la calle», argumenta Jorge.

La ausencia de productos ha ido de la mano de un encarecimiento del importe de los mismos. El pollo ha pasado de costar algo más de dos euros el kilo a principios de mes, a tres en apenas veinte días. Una subida que ha afectado directamente a los asaderos. José Manuel González, propietario del asadero Los Fenicios, razona que «en nuestro caso, hemos tenido que aumentar el precio de nuestro pollo unos 50 céntimos. No es mucho, pero los clientes lo notan. No podemos subirlo más porque las ventas bajarían aún más».

La carne no es el único alimento afectado por la subida. Aceite, verduras, fruta, lácteos... La inflación en el sector de la alimentación es notoria y atiza a los pequeños establecimientos. Además del pedido, también tienen que hacer frente a los costes de la luz o el agua. «Si esto sigue así, no nos va a quedar más remedio que cerrar. Si no tenemos pollos, ¿qué vendemos? A través de internet, solíamos tener unos 20 pedidos diarios. Ahora, hay días en los que no se nos registra ninguno. Con eso te lo dgido todo», añade José Manuel desde su local junto a la Plaza de Toros.

«Estamos muy cerca del cierre. Las ventas bajan y los costes aumentan cada vez más. Vendiendo casi la mitad de género no vamos a ningún lado», concluye Jorge al que, junto al resto de colegas, no le queda más remedio que esperar un cambio radical de la situación. Jonathan apostilla que «la cosa tiene que mejorar. Después de una guerra en Ucrania y un paro del transporte, solo se puede ir a mejor». La huelga se extenderá si no hay acuerdo del Ejecutivo con la Plataforma.