Los arquitectos del Parque de las Ciencias critican cambios que alteran su proyecto
El Premio Nacional de Arquitectura Carlos Ferrater pide al Colegio de Granada que vele por la integridad de este edificio emblemático
Inés Gallastegui
Granada
Martes, 21 de enero 2025, 00:22
Los arquitectos autores del gran proyecto de ampliación del Parque de las Ciencias, Carlos Ferrater, Yolanda Brasa y Eduardo Jiménez Artacho, han denunciado las modificaciones, ... algunas ya realizadas y otras en proyecto, por la actual dirección del museo científico, que a su juicio «desvirtúan» el espíritu de este emblemático edificio. Ferrater, Premio Nacional de Arquitectura en 2011 y Medalla de Oro a las Bellas Artes en 2019, ha pedido amparo al Colegio de Arquitectos de Granada, y confía en que este organismo se pronuncie, al considerar que es la institución responsable de «velar» por los profesionales y la integridad de su trabajo.
El proyecto de ampliación del Parque de las Ciencias abarca la mayor parte del actual complejo museístico, con más de 48.000 metros construidos, e incluye los pabellones de Exposiciones Temporales, Ciencias de la salud, Cultura de la Prevención, Tecnoforo, Al Andalus y Biodomo, así como la galería cultural, las oficinas, el vestíbulo y la zona de taquillas, el auditorio, el pabellón exterior, el aparcamiento, los almacenes y la zona de instalaciones.
Ferrater, Brasa y Jiménez ganaron el concurso de ideas convocado por el consorcio del Parque en 2003 y llevaron la dirección de obra del proyecto, que se inauguró el 3 de noviembre de 2008 tras cinco años de obras y una inversión de unos 60 millones de euros.
Ahora, los tres observan con preocupación las modificaciones que se están realizando en el edificio de forma «caprichosa», «innecesaria» e «improvisada», y que no solo no cuentan con su opinión, como diseñadores y profundos conocedores de un proyecto en el que trabajaron durante cinco años, sino sin la dirección de ningún facultativo habilitado para ello, aseguran.
Puerta giratoria
Entre las modificaciones ya realizadas, destaca la sustitución de la puerta principal por la Avenida de la Ciencia: era una puerta giratoria que permitía la entrada y salida del público pero evitaba el contacto entre el aire del espacio interior y el del exterior, por lo que garantizaba las condiciones de climatización y favorecía la eficiencia energética. Hace unos meses se instaló una puerta de apertura y cierre automático, que permanece abierta mientras haya un flujo de personas y, por tanto, deja entrar el frío en invierno y el calor en verano. Además, sus dimensiones son distintas a la anterior, por lo que se ha modificado la fachada.
Además, se ha modificado ya el acceso a las oficinas y el torno de la entrada, y se ha instalado una pantalla gigante y un tabique de pladur en el vestíbulo. Los arquitectos tienen noticias de que hay otras reformas planeadas en la zona de recepción que afectan a aspectos sustanciales del proyecto.
Edificio emblemático
En declaraciones a IDEAL, Carlos Ferrater se muestra «muy descontento» con los cambios ya realizados y los que están por venir. «No me parece correcto. No nos han consultado. Es un edificio emblemático, que funciona muy bien, y no entiendo este tipo de cambios caprichosos e innecesarios que desvirtúan el espíritu del proyecto. Han entrado como elefante en cacharrería», subraya el arquitecto catalán, quien confía en que el Colegio de Arquitectos de Granada, que tiene la función de velar por el trabajo de los profesionales, se manifieste al respecto. «Al menos así lo hacemos en Cataluña», afirma.
Eduardo Jiménez y Yolanda Brasa, que tienen su estudio en Granada, critican la «falta de sensibilidad y de respeto» a su trabajo. «Desde 2008, siempre que se ha hecho una intervención de cierto calado nos han llamado. Esa dinámica se rompió cuando Ernesto Páramo dejó la dirección», lamentan los arquitectos.
Hace unos meses pidieron una cita al actual director del museo, Luis Alcalá, para ofrecerle sus servicios «de forma desinteresada» para aportar su conocimiento a la reforma que tenía prevista en la zona de las taquillas y el vestíbulo, a la que en su día dedicaron «cientos de horas».
«Lo hemos parido»
Se encontraron con que el proyecto era un simple dibujo realizado por un empleado. «Todo nuestro respeto a ese profesional, pero no está formado ni capacitado para hacer eso», asegura Jiménez, profesor de la Escuela de Arquitectura de Granada.
A raíz de aquel encuentro, ambos trabajaron durante una semana y le enviaron en Autocad –software para diseñar bocetos, dibujos, planos y estructuras– los elementos necesarios para hacer la reforma y pidieron a Alcalá que les llamara para cualquier consulta. Nunca hubo respuesta.
«Han sido cinco años de nuestra vida. Ese edificio lo hemos parido nosotros y nos duele mucho que se hagan cambios en un edificio de ese coste y esa significación sin encomendarse a nadie. Es muy osado por su parte», lamenta Jiménez.
«Lo normal es consultar a los autores, que son quienes tienen las claves de ese complejo tan diverso y difícil de entender, si están vivos. Nosotros estamos vivos, vivimos a un kilómetro del parque y le hemos ofrecido trabajar gratis», resalta Brasa.
Autores de proyectos como el de la sede central de Caja Rural o la Escuela deGerencia y con 45 años de experiencia profesional, temen ver alterada su obra más importante.
Son conscientes de que, desde el punto de vista legal, los arquitectos ceden sus derechos de autor al promotor de la obra y, por tanto, no tiene derecho a supervisar las modificaciones realizadas por otro colega capacitado para ello. «Pero en este caso no se ha hecho. Se amparan en que es una obra menor», critican.
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