Ultiman un acuerdo para reactivar 1.500 viviendas en Otura que llevan 17 años paralizadas

Santa Clara Golf se ideó como un complejo idílico de 1.700 viviendas en torno a un campo de golf, con vistas a Sierra Nevada y una ubicación estratégica, a poco más de diez minutos de Granada capital y a treinta de la playa.

Entre los años 2002 y 2005 se construyó la fase inicial de 250 viviendas que rodean los primeros nueve hoyos del campo de golf, la zona norte, mientras que el grueso de las residencias y todos los desarrollos de la zona sur se quedaron sin edificar.

El estallido de la crisis inmobiliaria del año 2008 se llevó por delante a la promotora de la urbanización Santa Clara, que entró en concurso de acreedores.

A partir de ahí se paralizó el desarrollo del proyecto y quedaron vacías las parcelas donde se iban a construir otras 1.500 viviendas de distintas tipologías, desde casas individuales, hasta promociones de pisos y viviendas tipo duplex. También los terrenos que se reservaban para un hotel, áreas comerciales y hasta educativas.

El suelo de la promotora quedó en manos de los bancos, que a su vez traspasaron gran parte de los activos a la Sareb, que a día de hoy es la principal propietaria de terrenos en la urbanización. Pero también hay numerosos particulares que desde entonces han ido comprando parcelas de unos 500 metros cuadrados para levantar sus viviendas en este residencial y que se han visto atados de pies y manos, sin poder construir.

Y es que el gran escollo que ha hecho que, desde el año 2005, no se mueva un ladrillo en el residencial Santa Clara Golf no ha sido la falta de reactivación económica sino los problemas urbanísticos que arrastra.

El proyecto se paralizó antes de que la urbanización quedara totalmente finalizada –faltaban algunas calles por ejecutar y flecos técnicos por resolver– por lo que el Ayuntamiento de Otura nunca llegó a recepcionar las obras.

«Nos encontramos con que la urbanización no estaba concluida y con que no había avales depositados en el Ayuntamiento para garantizar su finalización. Con las obras sin recepcionar no se pueden dar licencias de obras ni de primera ocupación. La situación era de bloqueo total y absoluto», recuerda el alcalde de Otura, Nazario Montes (PSOE).

Con el paso del tiempo, la situación se ha agravado por la falta de mantenimiento de la urbanización, los destrozos y el vandalismo y a las obras que faltan para rematarla se le suman ahora también las reparaciones de daños, los cambios en el alumbrado que ha quedado desfasado o la necesidad de ejecutar modificaciones para adaptar el proyecto a las nuevas normativas.

Se trata de complejas cuestiones que hay que definir técnicamente y sobre todo cuantificar económicamente, para finalizar la urbanización y desbloquear la situación.

La entidad de conservación que aglutina a los propietarios de Santa Clara es la que tiene que asumir los costes para culminar la urbanización y discrepa de los expedientes técnicos municipales en los que se definían la actuaciones pendientes. Entre las obras que cree necesarias el Ayuntamiento y las que creen necesarias los vecinos hay millones de euros de diferencia. Lo novedoso es que, en lugar de optar por la vía judicial y eternizar el problema, ambas partes han elegido dialogar y trabajar juntas para definir un convenio que permita acabar las obras, con la firme convicción de que hay que resucitar, por fin, Santa Clara.

«Estamos trabajando de forma minuciosa para resolver un problema urbanístico de una complejidad inmensa. Agradezco la colaboración de la mayoría de los vecinos que residen en Santa Clara y de los que quieren construir aquí su futuro para cerrar un convenio avalado técnica y jurídicamente que desbloquee la situación», apunta el alcalde. La solución –aseguran– está cerca.