Denuncian el robo de juguetes de los nichos de bebés en Armilla
«Mi hijo Carlos falleció con solo tres meses y alguien se llevado el pequeño belén que colocamos en su sepultura, es inhumano», se lamenta Jose, uno de los afectados
IDEAL
Granada
Jueves, 10 de febrero 2022
Es poco el valor dinerario de los juguetes y figurillas con los que los padres adornan los nichos en los que descansan los restos mortales ... de sus bebés. Apenas unos pocos euros. Pero el valor sentimental de esas ofrendas es inmenso, incalculable. Por eso, el hecho de que haya personas que estén robando ese tierno 'botín' ha causado estupor e indignación entre los perjudicados, dos familias de la localidad de Armilla que perdieron a sus hijos cuando acababan de llegar al mundo.
Carlos, que nació con una grave enfermedad pulmonar, murió a los tres meses. Han pasado ya once años de aquel demoledor golpe, pero sus padres y sus hermanos siguen honrando la memoría del chiquillo. Esta pasada Navidad, como de costumbre, instalaron un modesto belén en la sepultura de la criatura. Básicamente, eran las estatuillas de los principales personajes del nacimiento. Un homenaje sencillo. Nada ostentoso. Pocos días después volvieron al camposanta de Armilla y comprobaron que los muñecos habían desaparecido. «No hemos querido reemplazarlos. Estas actitudes son muy dolorosas. Es inhumano. Me he decidido a contarlo para ver si lo lee el que lo ha hecho y le entran remordimientos. Da pena y rabia que haya personas así», explica José, el padre del infortunado Carlos, que, junto a su mujer, accedieron a donar parte de los órganos de su bebé.
El caso de María es prácticamente idéntico. Su hijo falleció con solo cinco meses y medio y le dejó una herida que sabe que nunca cicatrizará. Fue en 2018 y, desde entonces, va todos los días al cementerio en el que está enterrado el niño. «Es que lo necesito. Tengo un vacío muy grande», detalla.
El caso es que por la localidad se había corrido la voz que se estaban produciendo hurtos que afectaban a los nichos de los difuntos más pequeños. De inmediato, María se acercó al camposanto y vio que alguien se había llevado los peluches que había depositado junto a la lápida. «Lo hago siempre por su cumpleaños y los había pegado con Loctite, pero no sirvió de nada».
María ha escuchado que ha habido más incidentes de este tipo, pero, prudente, no se atreve a generalizar y afirma que lo que puede certificar es lo que le ha pasado a ella.
«Hay quien ha hablado de poner cámaras en el cementerio. ¿Cómo hemos llegado a esto?», se pregunta afligido Carlos. Y es imposible encontrar una respuesta.
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