Crisis Migratoria
Migrantes en el albergue de Víznar: «No tengo nada, acepto cualquier trabajo»Un centenar de africanos que viajaron en cayucos a Canarias llegan a Granada, donde buscan rehacer sus vidas
Mohamed le ha pasado la pelota a Ibrahim, quien con su chancla controla el cuero con habilidad y encara la portería contraria. Mohamed está satisfecho ... con su pase, porque como no tiene zapatos va en calcetines. En el parque de la Libertad de Víznar los domingos al sol de la esperanza caen sobre el centenar largo de migrantes que han llegado este viernes pasado. Los hay que deambulan por las calles del pueblo, los que están sentados en los bancos y los que hablan por el móvil con sus familiares, contando las últimas nuevas, forjando planes de futuro.
La banda de música que acompaña esta mañana de domingo a la Virgen de los Dolores en su centenario aparece de punta y blanco. Redoblan los tambores y los migrantes se quedan mirando fijamente lo que ocurre. Muchos ni siquiera saben todavía dónde están. Saben que salieron de África, que arribaron a Canarias y que ahora están en la Península.
La crisis migratoria en Canarias con la llegada de unas 30.000 personas en lo que va de año ha obligado al Gobierno español a realojar a las personas que llegan a las Islas, a veces no tan Afortunadas. Uno de estos lugares es el albergue de Víznar.
«No sabemos cuánto tiempo van a estar. Sí sabemos que la cesión del albergue es hasta el próximo diciembre»
David Espigares
Alcalde de Víznar
Aquí, con vistas a Sierra Nevada y bajo el sol, este centenar de migrantes tampoco sabe muy bien lo que les espera a corto plazo. El asistente social del albergue de Víznar, que es competencia de la Junta de Andalucía, aunque las personas encargadas de las instalaciones y ayudar a los migrantes están englobadas en la entidad Acción Social Vicenciana de las Hijas de la Caridad, explica que tienen papeles de asilo que duran un año. «Luego, tienen una entrevista y se vuelve a negociar. Pero en estos momentos, con la crisis migratoria, es muy complicado regularizar una situación en España».
El alcalde de Víznar, David Espigares (IU), también habla de plazos y tiempos mientras los 106 migrantes pegan la hebra en árabe, francés e inglés a la espera de encontrar un trabajo y enviar dinero a sus familias allá en Marruecos, Senegal (la mayoría) o Gambia.
El alcalde de esta localidad comenta que la normalidad es total. «En el pueblo estamos ya acostumbrados. No es la primera vez que se acogen migrantes aquí en Víznar. En pandemia hubo migrantes con covid que fueron atendidos en el albergue. Y anteriormente vinieron los 'menas' (menores no acompañados). Aquí estamos acostumbrados, se ha normalizado en el pueblo su presencia y, claro está, es mejor así, por supuesto».
En esta situación, el alcalde tampoco sabe qué plazos maneja el Gobierno español para el futuro de este centenar de migrantes. «No sabemos cuánto tiempo van a estar. Sí sabemos que la cesión del albergue es hasta diciembre con posibilidad de ampliar hasta el mes de abril». Más allá de la primavera, el futuro no está escrito. «Ellos, los migrantes, llegan, se les hace una entrevista y se les asigna un destino, en este caso, el albergue de Víznar». Aquí, tienen régimen abierto y deciden si quieren quedarse. Están entrando y saliendo continuamente. Las puertas están abiertas y solo se cierran por la noche, como en cualquier casa.
Por último, el alcalde mantiene comunicación constante con las responsables del albergue para que todo sea sencillo. «Esta mañana he hablado con sor Carmen, la directora del albergue, y dice que todo está tranquilo, que están bien. No hay ningún problema y tampoco esperamos que lo haya», concluye.
Los testimonios
Ibrahim viene de Gambia. Con 19 años se le ve fornido y en forma. Mira a los ojos y se le ve orgulloso. Quiere ser futbolista profesional y cuenta que en la ciudad de Banjul juega en el equipo local. Adora a Cristiano y ahora a Bellingham. «Soy centrocampista de ataque, juego bien, lucho y me esfuerzo por mis compañeros. Todo eso me hace un buen candidato también para trabajar», razona.
Cuenta que salió de Gambia y llegó a las Islas Canarias y ahora está aquí en Víznar. Su sueño es ser futbolista, pero tiene claro que lo primero es encontrar un trabajo. «Quiero trabajar, todos queremos trabajar, para ayudarnos a nosotros mismos y también para enviar dinero a nuestras familias allí en Gambia».
Respecto a la situación en el albergue, está contento, como todos los demás, según cuentan. Al menos, de momento. «Nos dan tres comidas al día que están muy buenas y se descansa y se duerme muy bien». Pero no deja opción y vuelve a su mantra. «No tengo nada, acepto cualquier trabajo que me ofrezcan». Sigue el domingo su curso y los migrantes sueñan su sueño de futuro.
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