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Después de quince años en los que las parcelas vacías del polígono industrial Marchalhendín no se vendían ni a precio de saldo, los inversores y, ... principalmente, las empresas granadinas están volviendo a mirar con interés a los dos millones de metros cuadrados de este privilegiado suelo industrial, ubicado a apenas a diez minutos de Granada.
Algo empieza a moverse, al fin, en este polígono que se quedó colgado con el estallido de la crisis inmobiliaria y que es una de las grandes asignaturas pendientes para el desarrollo económico de Granada. Marchalhendín se ideó en los años de expansión inmobiliaria, previos al estallido de la burbuja, como gran parque empresarial y sus ventajas de conexiones y cercanía a Granada hicieron que muchas compañías adquirieran suelo con planes de trasladarse o inversión de futuro.
Antes de concluir las obras de urbanización, en 2010, la sociedad promotora Parque Empresarial Alhendín S. L. se vio arrollada por la crisis inmobiliaria y dejó infraestructuras sin finalizar. La principal: la subestación eléctrica que tenía que dar energía a las empresas.
La sociedad promotora entró en concurso de acreedores en 2012 y ahí se inició el lío jurídico al que se ponía punto y final años después, en 2021, con una condena para los promotores. Lo que durante todo este tiempo no se ha conseguido es resucitar el polígono empresarial, que se ha ido deteriorando por el paso de los años, el vandalismo y la falta de mantenimiento.
César Penalva
Empresario propietario Nordwik y pte. entidad conservación
No había interés de los inversores en comprar suelo ni de las empresas por instalarse en tanto que el polígono no podía darles la energía que necesitan para funcionar por lo que Marchalhendín lleva años convertido en un polígono fantasma. A día de hoy, solo hay siete empresas instaladas que funcionan con soluciones de autoabastecimiento energético. Sin embargo, ahora, por fin, el principal escollo para la reactivación, la electrificación del polígono, está en vías de solución, lo que cambia por completo el panorama y el interés de las empresas por este suelo.
92 parcelas
La administración concursal ha logrado vender 92 parcelas a más de 50 empresas.
321.523 metros cuadrados
A la concursada le quedan 86 parcelas, con 321.523 metros, cuadrados.
Desde este pasado verano se ha acelerado la venta de parcelas y se han adjudicado un total de 48, según fuentes de la administración concursal, el bufete jurídico HispaColex, que está siendo un agente fundamental para la resurrección del parque. Estas se suman a otras 44 que el despacho jurídico que dirige Javier López y García de la Serrana había logrado vender desde que, en 2019, comenzó la liquidación de bienes de la empresa concursada.
Jorge Sánchez
Alcalde de Alhendín
La diligencia de la administración concursal para vender los 1,2 millones de metros cuadrados de suelo que estaban a nombre de la empresa promotora cuando se declaró el concurso de acreedores ha sido fundamental para que Marchalhendín tenga ahora posibilidades de reactivación y empresas que empujen para lograr una solución.
La administración concursal puso orden en el caos en el que habían quedado las parcelas, muchas con contratos de compraventa firmados antes de la declaración del concurso pero sin escriturar, y fue posibilitando la compra final o la resolución de contratos de los compradores que habían adelantado dinero.
También ha ido adjudicando las fincas libres de carga, sacando a subastas otras... y el titánico trabajo del plan de liquidación continua aún con una subasta de trece parcelas que saldrán en breve a la venta. La labor de HispaColex ha logrado que más de cincuenta empresas e inversores entren en el parque y se hagan con la titularidad de 92 parcelas de terrenos.
Muchas de ellas, además, son pujantes empresas granadinas que han comprado suelo con la idea de instalarse en Marchalhendín y construir sus naves, fábricas o proyectos para expandir sus actuales negocios, según explica el presidente de la Entidad Urbanística de Conservación del Parque que engloba a los propietarios, el empresario César Penalva, dueño de Helados Nordwik.
Ellos mismos, que ya tenían suelo en Alhendín pero optaron por construir su planta en la Citai de Escúzar porque no llegaba la energía a Marchalhendín, han ampliado ahora con la compra de 30.000 metros más y mantienen sus planes futuros de apostar también por Marchalhendín. Pero, además, han invertido en suelo en Marchalhendín empresas importantes granadinas. «La gente está viendo luz al final del túnel y se han reactivado las ventas. Es suelo industrial al lado de Granada a un precio muy barato», explica Penalva.
«Hasta ahora los propietarios mayoritarios eran la administración concursal y la Sareb, pero espero que con estas últimas ventas las empresas ya alcancemos el 50% y empecemos a pagar cuotas para empujar en la reactivación del parque», esgrime. El empresario defiende que, llegados a este punto, quieren que la solución para llevar la energía al parque no sea la más barata sino la más eficiente y rápida. Los empresarios están dispuestos a asumir un sobrecoste que entienden mínimo para lo que se han ahorrado en el suelo.
Y es que el metro cuadrado en Marchalhendín se ha vendido en una horquilla de entre cinco y doce euros, mientras que en la Citai, la referencia más cercana, el metro cotiza entre 50 y 60 euros. «Si cuesta más lo pagamos entre todos, pero necesitamos una solución rápida, con certidumbres y plazos. En cuanto los tengamos muchos proyectos podrían comenzar las obras», concluye.
Como concejal de Urbanismo, Jorge Sánchez ha llevado durante años las gestiones para tratar de resucitar Marchalendín y ahora, como alcalde –lo dijo en su discurso de investidura–, tiene claro que es una prioridad lanzar el parque empresarial, como fuente de empleo y motor que activará inversiones millonarias.
Pasaron años hasta que el Ayuntamiento de Alhendín logró asumir la iniciativa –creó una entidad de cooperación porque la junta de compensación no tiraba del carro– pero ahora tiene las competencias para impulsar la subestación eléctrica. Y toca con los dedos la solución. Que las empresas tengan energía para funcionar en el polígono, es cuestión de un año o año y medio, según Sánchez. «Al existir dos distribuidoras que pueden asumir el suministro eléctrico de Marchalhendín, Bermejales de Cuerva y Endesa, es la Junta, a través de la consejería de Industria, Minas y Energía, la que tiene que decidir cuál de las dos opciones es la más ventajosa», esgrime.
El alcalde es «optimista» y cree que Industria decidirá en junio qué distribuidora debe electrificar el parque y qué tipo de instalación se necesita, lo que permitiría contratar las obras de ejecución de la subestación a finales de año. Esto marcaría el pistoletazo de salida para la reactivación. La clave, según explica, es que «las dos distribuidoras están en disposición de volcar potencia provisional en el polígono casi de forma inmediata», una vez sean las adjudicatarias, por lo que el parque podría reactivarse sin esperar a que culminen las obras de la subestación, que se prolongarán aproximadamente un año. «Marchalhendín tiene un futuro prometedor, tiene muy buenas comunicaciones y facilidad para mejorarlas ostensiblemente realizando una conexión directa desde la segunda circunvalación y el camino de La Malahá. Además de ser un polígono con capacidad para acoger tanto pequeña empresa como macroempresa», esgrime ilusionado. «Llevamos muchos años luchando y en un año y poco tiene que estar resuelto», concluye.
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