La ansiedad, origen de los mareos posterremoto
Especialistas descartan una vinculación neurológica u otorrinolaringológica con esta sensación de inestabilidad experimentada con frecuencia tras los sismos en Granada
Chema Ruiz España
GRANADA
Martes, 2 de febrero 2021, 15:55
Termina el terremoto y la habitación comienza a dar vueltas. La debilidad se extiende por las piernas y la caída se ve cerca. Es una ... sensación común en buena parte de los granadinos durante estos días, tras la secuencia de seísmos que sacude a la provincia, que en ocasiones está acompañada por la impresión frecuente de que existen nuevos temblores o la vinculación de cualquier ruido con otro sismo. Unos efectos asociados por los granadinos directamente con la actividad de las fallas, pero que en realidad está más ligado a la ansiedad y el temor que esta serie sísmica genera.
Concuerdan en ello especialistas de distintos campos. Javier Pelegrina, neurólogo de Vithas Granada, explicó a IDEAL que esta sensación de turbación «no tiene relación» con su ámbito de trabajo. «Esos mareos, como el que genera montarse en una atracción de feria, o esa sensación de que se mueva el ambiente pueden hacer que te sientas trastornado, pero la evidencia científica a nivel neurológico es que no hay nada», sostiene el sanitario. «Si hay alguna relación, podría tener que ver con el aparato vestibular, que es una parte que está dentro del oído y que se encarga también del equilibrio, así que estaría vinculado con la otorrinolaringología», abunda, insistiendo en que «no hay nada a nivel neurológico que lo pueda explicar».
Su compañero José Manuel Ruiz, otorrinolaringólogo en Vithas Granada, también descarta esta hipótesis. «En principio, relacionarlo es complicado», comienza, pues considera que «no se pueden explicar mareos por una existencia de terremoto, desde el punto de vista fisiológico». «Puede que la gente lo asocie, pero desde una perspectiva clínica sería difícil de defender», considera, para aseverar seguidamente que es «imposible» que «la existencia de terremotos traiga consigo alteraciones vestibulares». «Creo que más bien está relacionado con la situación de ansiedad que tiene la gente», concluye, en consonancia con el doctor Pelegrina. «Siempre la susceptibilidad, la ansiedad o el miedo van a hacer que esos síntomas se agraven», considera el neurólogo.
Un vínculo con el miedo
Una postura que refrenda la psiquiatra Cristina Rojas. «Está vinculado al miedo y la ansiedad. Es irracional, cuando tenemos miedo a algo concreto, como a un animal, se desarrolla una fobia, pero el miedo a no saber qué se va a producir ni cuándo nos mete en una situación de inquietud permanente», sostiene, consultada también por este periódico, tras lo que especifica que «es una vivencia psíquica que no tiene que ver con algo neurológico, no tiene un correlato neurofisiológico». «El miedo hace que te nubles y genera esa sensación de mareo. Lo que acontece es que ese desasosiego interior te deja paralizado y produce una sensación de inestabilidad», abunda la experta granadina.
«Tenemos que trabajar ese miedo, desdramatizar la situación porque los científicos y el Instituto de Geofísica nos da la explicación de estos temblores, que no han superado los 4.5 en la escala de Richter», aconseja Rojas, quien, además, ha «constatado» que existe «ansiedad anticipatoria». «Estamos viviendo una situación de fragilidad; los terremoto nos han dejado desconcertados. Es hora de potenciar nuestra capacidad de afrontamiento, no de ir tirando», ahonda, para invitar a «ver el presente sin adelantarse a lo que no ha pasado».
Una circunstancia que, en cualquier caso, se encuentra agravada por la situación de pandemia. «Nos ha cogido muy débiles, en una situación de la que se va a cumplir un año en marzo», indica. No obstante, se trata de una sensación distinta de la que produce la covid-19. «La característica de los terremotos frente a la pandemia en este momento es que son imprevistos. La persona no está preparada, es algo que no está organizado. Con el coronavirus, ya sabemos de qué se trata y la situación de pánico es muchísimo más intensa con los seísmos», lo que produce «un pánico que no permite discernir qué hay que hacer». Y ello, en consecuencia, «va acompañado del cortejo que lleva la ansiedad: la falta de aire al respirar, la opresión precordial, un sinvivir interior y el desasosiego».
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