Nuestra mirada tiene siempre un lado oscuro, su propio ángulo ciego: el del prejuicio. Invadiendo el campo visual, los prejuicios nos llevan a enfocar la ... realidad exactamente como a otros —por lo general, otros con mucho más poder— les conviene que la enfoquemos. Cuanto más en blanco y negro quede el retrato de la situación, tanto mejor para sus intereses. No sea cosa que abramos los dos ojos y miremos de frente lo que nos falta.
David Foster Wallace, alguna vez prodigio de la literatura estadounidense, refutó con lucidez la falsa épica del individualismo salvaje, esa misma que está propiciando el desmantelamiento de nuestra educación y salud públicas: «La verdadera libertad tiene que ver con la atención y la conciencia, con ser capaces de preocuparnos por el prójimo. La alternativa es el letargo, el sistema prefijado, la carrera de ratas, la permanente sensación de estar perdiéndonos algo infinito». Acaso abrumado por su propio diagnóstico, poco después Wallace se despidió voluntariamente de este mundo que estamos amasando.
En vísperas del Día Internacional del Pan, una red pequeña pero infinita contribuyó en Alfacar a esas causas comunitarias. Gracias a la cooperación entre el Centro de Formación la Zarina, la ONG Cesal y centros ocupacionales como La Boronda, jóvenes inmigrantes que están formándose en la artesanía del pan dieron a su vez clases en un taller donde vecinos con diversidad funcional aprendieron a hacer bollos, barras y salaíllas. Un intercambio entre sectores vulnerables convertidos en cadena virtuosa.
Estos jóvenes monitores africanos llegaron en patera con ganas de trabajar y sueñan con integrarse en nuestra sociedad, enriquecerla y hasta alimentarla. En lugar de justificar la cadena de explotaciones que fomenta el saboteo recíproco, el sálvese quien pueda aunque cada vez puedan menos, he aquí un modelo más ético y razonable: quien recibe dignamente tiende a retribuirlo.
Cuando Moussa, Bouba, Mamadou y compañía concluyan su formación, buscarán empleo gracias a un programa piloto para personas en riesgo de exclusión. El sector panadero los necesita: se trata de un oficio con escaso relevo generacional. Hablamos de integración, integridad y panes integrales. Ojalá en esos hornos se geste otro futuro.
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