Una amistad para mantenerse en pie
Un mercadillo organizado por niños de Santa Cruz del Comercio junto a una fiesta del Ayuntamiento ha permitido reunir dinero para comprar un bipedestador a Francisco
Leticia M. Cano
Lunes, 8 de septiembre 2025, 00:32
La suerte puede tener muchas formas. A veces se entiende como azar. Otras, como un regalo. Pero cuando la vida se empeña en apretar nudos ... imposibles de desatar, la idea cambia. Entonces parece que no existe. Que se ha ido. Y sin embargo, en esos mismos momentos, surge lo mejor de las personas. «Tengo una suerte inmensa», repite Mari Carmen Rivera, con la firmeza de quien ha aprendido a encontrar luz en la sombra.
Sentada en un banco frente a la plaza del Ayuntamiento de Santa Cruz del Comercio, observa a su hijo Francisco, de apenas cuatro años, interactuando con los vecinos más pequeños. Siempre acompañado por su padre, José Manuel Moles. «¡Venga, Francisco, muy bien!», se escucha. Cada paso que da, con un poco de ayuda, recibe aplausos de los vecinos que sienten como propio cada logro. Porque Francisco es de todos y lo quieren por cada rincón.
Viven en Alhama de Granada, pero su historia ha viajado por casi toda la provincia. Todo comenzó en abril de 2021, cuando Mari Carmen y José llegaron al hospital para recibir a su primer hijo. Ilusionados, con el deseo que vive en el corazón de cualquier padre: que todo fuera bien. Y así fue. Un parto por cesárea sin complicaciones, un llanto que anunciaba la vida, un niño perfecto que, al poco, parecía prometer felicidad eterna. «Nació precioso», recuerda ella sonriente.
Pero la intuición de una madre nunca falla. Tras el primer baño y vestido en su cuna, Francisco levantó un brazo de manera extraña. Nadie se alarmó. Excepto Mari Carmen. Cuando lo volvió a hacer y sus ojos se pusieron en blanco, supo con certeza que algo no estaba bien. Lo llevaron a la UCI, y allí los planes que habían tejido con tanto cuidado se hicieron pedazos.
Francisco convulsionaba hasta ochenta veces al día. Tras cinco meses de incertidumbre y noches sin fin, llegó la respuesta: una mutación en el gen SCN2A, causante de encefalopatía epiléptica y retraso en el desarrollo, entre otros problemas. «En España solo hay 12 casos… y le ha tocado a Francisco», dice Mari Carmen con voz temblorosa.
Fue entonces cuando la vida se volvió un aprendizaje constante de resiliencia. Mari Carmen renunció a su trabajo y José Manuel adaptó el suyo a las necesidades de su hijo. «La empresa donde trabaja se ha volcado con nosotros como nadie», añade emocionada. Con apenas cuatro meses, Francisco comenzó una rehabilitación que aún continúa: logopedas, terapias, aparatos ortopédicos, viajes… un sinfín de cuidados que ninguno podría afrontar solo. «Hemos pasado un año y medio viajando a Córdoba, quedándonos allí una semana al mes. Es mucho dinero», confiesa.
«Es muy duro»
La impotencia de no poder cubrir todas las necesidades de su hijo le rompe el alma. «Es muy duro. Yo siempre me lo he ganado todo», añade mientras agradece cada gesto de solidaridad de sus vecinos. Carreras benéficas, carnavales, donaciones… incluso una amiga destina parte de su sueldo para Francisco. «Voy por todos lados dando las gracias. Todo el mundo nos ayuda y lo quieren», dice entre lágrimas incontenibles. «La sexta planta del PTS ha sido magnífica. Todos, pero en especial la Doctora Machado y Pepe Gómez», incluye.
Los más pequeños del pueblo, de entre nueve y doce años, organizaron un mercadillo para comprar el bipedestador que Francisco necesitaba para mantenerse en pie y solucionar su problema en las caderas. Pulseras hechas a mano o utensilios que ya no usaban. Cada aportación era un gesto de amor que brillaba en la plaza. «Entregábamos cosas de casa e incluso las volvíamos a comprar», recuerda una vecina entre risas. Uno de los niños tuvo la iniciativa de destinar el dinero para Francisco y no fue difícil convencer al resto. «Nos sentimos muy bien. Lo necesitaba», añaden.
El Ayuntamiento, al conocer la idea, organizó una fiesta benéfica que, con la suma del mercadillo, permitió comprar el bipedestador. «Fue improvisado, pero tenemos pensado hacer un evento más premeditado», explica José Luis Ordóñez, teniente alcalde de la localidad. Hoy, frente a la plaza donde comenzó todo, el niño se mantiene erguido entre aplausos y sonrisas que erizan la piel. «¡Francisco, guapo!», gritan las madres, mientras los padres miran sin palabras, agradecidos hasta el infinito.
Mari Carmen muestra cada progreso en TikTok (@elpequeñofrancisco), vende pulseras y lotería para costear las sesiones de rehabilitación. «Mira, ya se levanta solo», dice orgullosa, mostrando en su teléfono cómo Francisco logra sentarse sin ayuda. Su hijo sonríe entre amigos, con una fuerza que desafía cualquier pronóstico. «Me dijeron que no movería ni los brazos… y yo pienso llevarlo caminando hasta esa persona», afirma convencida. «La última palabra la tiene el de arriba, pero nosotros tenemos un par de… que lo vamos a echar a andar», concluye con una fuerza que nace del amor eterno.
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