El alzhéimer libra de la prisión a un abuelo de Granada que abusó de su nieta
El condenado, casi octogenario, fue visto por un forense y la Audiencia ha decidido no encarcelarlo «por razones humanitarias» pese a «lo execrable» de su conducta
F. O., un abuelo de Granada casi octogenario que abusó sexualmente de su nieta pequeña, no entrará en prisión pese a haber sido condenado a ... cinco años y un día de encierro. Su estado de salud ha hecho que la Audiencia Provincial acepte suspenderle la pena «por razones humanitarias» y pese a «lo execrable» de su conducta. El anciano presenta principio de alzhéimer.
La condena de este abuelo se produjo en 2019, tras la celebración de un juicio en el que dictó sentencia el mismo tribunal que hoy deja en suspenso la pena, lo que ha supuesto una desagradable sorpresa para la acusación particular, que llegó a pedir nueve años de encierro para el acusado.
A través de un auto, fechado este 25 de abril y al que ha tenido acceso IDEAL, la Audiencia accede a lo solicitado por la defensa del abuelo, que ya ha abonado la indemnización de 10.000 euros que se fijó para su nieta por el daño moral que le ha ocasionado. Aún hoy no ha superado lo vivido con quien se suponía que solo le transmitiría valores y cariño; sigue en tratamiento psicológico.
El asunto, tras el pronunciamiento de la Audiencia, se elevó al Tribunal Supremo (TS), que el 14 de octubre del año pasado no hizo sino ratificar el castigo para este anciano por un delito continuado de abuso sexual a menor de 16 años.
Tocamientos
Su condena adquirió firmeza el pasado 26 de noviembre. F. O. G. era culpable y debía pagar por ello. Su crimen: aprovechar los momentos en los que estaba a solas con la niña para «mostrarse desnudo en presencia de la menor, exponer sus genitales fuera de la ropa, invitarla a tocar su miembro viril o chupárselo». Incluso le reclamaba que le enviase «fotos sexis».
El auto de suspensión de la Audiencia, contra el que cabe un recurso de súplica, revela que, antes de otorgar al anciano ese beneficio que le librará de dormir entre rejas, el tribunal pidió un informe sobre su salud. Los magistrados querían saber si el estado de salud del abuelo «podía calificarse de enfermedad muy grave con padecimiento incurable y si era viable que pudiera ser atendido de las dolencias en el Centro Penitenciario».
Tanto la fiscalía como la acusación particular se habían opuesto a la suspensión de la pena, que era de cinco años y un día
De explorarlo se encargó el Instituto de Medicina Legal (IML) de Granada, que emitió el pasado 8 de marzo el informe médico forense solicitado. En él, se concluía que el hombre presentaba, entre otras patologías, «demencia leve, probable enfermedad de Alzhéimer», de acuerdo con un diagnóstico emitido por neurólogos el 22 de diciembre del año pasado.
El IML corroboró el «deterioro cognitivo» de F. O. G. y consideró que «si bien el seguimiento y tratamiento de sus patologías se puede efectuar en el Servicio Médico de un Centro Penitenciario, la separación de sus cuidadores habituales puede agravar la pérdida de los procesos de integración que caracterizan al deterioro cognitivo».
Esta última consideración de los forenses ha propiciado que la Audiencia opte por aceptar dejar en suspenso el encarcelamiento. Y ello pese que tanto la fiscalía como la acusación particular se habían opuesto a la suspensión.
Tratable entre rejas
En su resolución, el tribunal subraya que «aun siendo tratable su enfermedad por los servicios médicos penitenciarios, las peculiaridades de la de la misma, al tener un carácter mental y no físico, obstaculizaría de forma importante los fines de la pena por la no comprensión de los mismos, especialmente destinados a la reinserción». En este punto, pone de relieve que el deterioro cognitivo «será progresivo» por lo que «resulta inútil cualquier intento de reintegrar, resocializar o reeducar al penado».
La sentencia dictada en su día por el tribunal provincial relataba que la menor, hija de padres separados, se desplazaba a Granada un mes en verano y «la mitad del periodo vacacional de Navidad». Era durante esas épocas en la ciudad cuando visitaba a sus abuelos paternos en su casa del barrio del Zaidín.
Los deleznables abusos ocurrieron entre 2013 y de 2016, cuando F. O., «aprovechando los momentos que se encontraba a solas con la menor», y «siempre movido por el ánimo de satisfacer su deseo libidinoso, sometía a su nieta a soportar comportamientos sexuales» que, al principio, ella «no comprendía por su escasa edad».
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