'Las religiosas de clausura son fundamentales para la Iglesia y la sociedad, aunque el mundo no las vea' decía Benedicto XVI. En Granada la ... clausura sigue estando presente en el día a día de la ciudad. Acompañar y ayudar a las religiosas, cada vez más mayores, es una costumbre que, de generación en generación, ha logrado perdurar hasta nuestros días. Esa estrecha relación es aún más fuerte cuando una cofradía de Semana Santa forma parte del día a día de una comunidad religiosa.
El pasado martes la Real, Muy Ilustre y Comendadora Hermandad Sacramental de Santa María Madre de Dios y Cofradía de Penitencia de la Oración de Nuestro Señor en el Huerto de los Olivos y María Santísima de la Amargura Coronada comunicaba el fallecimiento de una mujer que, si bien no estaba consagrada pasó sus últimos días en la clausura de este Convento de las Comendadoras de Santiago, el primero para religiosas de la ciudad fundado en 1501. Una hermana más tanto de la corporación como de la comunidad. 'Nuestra entrañable Tita Encarna, porque era «tita» de todos, ha fallecido. Siempre en misa en la iglesia de sus Comendadoras de Santiago y siempre al lado de la Virgen de la Amargura' publicaba la cofradía en sus canales de comunicación oficiales. María Encarnación Ruiz Márquez tenía 96 años y era la tía de Sor Ana Elisa Ruiz y del hermano de esta corporación de Lunes Santo, Adrían Ruiz. Enérgica y creativa, siempre con una sonrisa en los labios; desde hace algunos años se trasladó a vivir junto a su sobrina a la Comendadora clausura pues era su única familiar. En muchos ancianos podemos advertir ese sentimiento de resignación del que habla el libro de Rut, cuando relata que la anciana Noemí —después de la muerte del marido y de los hijos— invitó a sus nueras, Orpá y Rut, a regresar a sus países de origen y a sus casas (cf. Rut 1,8). Noemí —como tantos ancianos de hoy— teme quedarse sola, pero no consigue imaginar algo distinto.
A medida que las fuerzas disminuyen, al hacernos mayores, tomamos conciencia que resulta imposible vivir sin vínculos. Los años nos van recordando la necesidad de todo, de, al fin y al cabo, tener a alguien con quien poder contar. Durante los últimos años de vida de la «tita» Encarna sus sobrinos, las religiosas y la hermandad no dejaron de mostrar su ternura a esta cariñosa mujer, que lo supo agradecer llenando de ternura el corazón del Realejo.
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