La Alhambra: una fortaleza con IA capaz de ver más que dos ojos
El monumento nazarí combina la seguridad de vigilancia clásica con técnicas innovadoras como 'narices' que detectan el humo antes de que se produzcan y cámaras que estudian el comportamiento de los visitantes
Después del asalto al museo del Louvre, los monumentos chequean sus sistemas de seguridad. En la Alhambra se ocupan del blindaje del monumento con sistemas ... clásicos de vigilancia y con la aplicación de los métodos más innovadores. Previenen, analizan comportamientos y tienen la capacidad de reacción ante cualquier imprevisto. El recinto nazarí, según explica el director del Patronato alhambreño, Rodrigo Ruiz-Jiménez, tiene peculiaridades. Al margen de los robos, preocupa el vandalismo, por lo que es ahí donde también centramos los esfuerzos, dentro de un plan exhaustivo de seguridad.
La seguridad en la Alhambra es activa, pasiva y con sistemas inteligentes. Hay cámaras, infrarrojos y se siguen realizando inversiones en aumentar estos efectivos. Además, estos dispositivos son ahora más precisos porque son capaces de estudiar los comportamientos de los visitantes. Si corren, si alguien se cae, si se hace un movimiento extraño, la cámara lo detecta al segundo.
En el centro de control son tantas las imágenes que vuelcan las cámaras que se generan un gran volumen de información. Su procesamiento ha mejorado gracias a las nuevas tecnologías, según apunta Rodrigo Ruiz-Jiménez, que señala que gracias a la inteligencia artificial ahora se leen las imágenes con una precisión y una velocidad que se escapaba al ojo humano. Ahora hay ya más de dos ojos filtrando movimientos extraños en el transcurso habitual de la jornada alhambreña.
«Tenemos los PECI (peón especializado en control e información) que son los trabajadores que están dentro de los palacios y repartidos por todo el entorno y que se dedican a cuidar del monumento, a advertir y a vigilar que no se produzcan destrozos, vandalismo, cosas casuales o chiquilladas»
Rodrigo Ruiz-Jiménez
Director del Patronato
En general, según explica Ruiz-Jiménez «salir y entrar a la Alhambra es complicado porque era una fortaleza». Las entradas y las salidas están muy controladas. En la Alhambra existe un equipo amplio de vigilantes de seguridad, al que ya se se le exige ya avances tecnológicos punteros. Tienen vehículos sostenibles para moverse, perros y capacidad de reacción de cualquier tipo incluyendo la armada.
«En la Alhambra, además del personal específico de seguridad, tenemos los PECI (peón especializado en control e información) que son los trabajadores que están dentro de los palacios y repartidos por todo el entorno y que se dedican a cuidar del monumento, a advertir y a vigilar que no se produzcan destrozos, vandalismo, cosas casuales o chiquilladas», apunta el director del Patronato. Estos trabajadores también hacen una gran labor en el monumento, ya que se necesita mucha pedagogía por lo delicado de los espacios.
Una parte delicada es el riesgo y el miedo a los incendios. A nivel suelo hay muy poco material inflamable: zócalos, mármoles y yeserías no arden y se cuida mucho de los bosques y su riego continuo (en verano) con agua propia de la acequia real. «En la Dehesa del Generalife tenemos 'narices electrónicas', tecnología que se está implementando y testando, que mide diferentes parámetros: la presión, hasta la presencia de ciertos químicos, lo que adelanta al humo y te mantienen ganar unos minutos para tener la respuesta adecuada», expone el director de la Alhambra.
Los palacios no tienen objetos móviles históricos, todo es inamovible y además la Alhambra tiene un amplio catálogo porque todo está escaneado. Es decir, hay foto de todos los azulejos, de las yeserías, de las maderas. Es más, ahora se trabaja en el gemelo digital de la Alhambra que registrará con aún más precisión cada uno de los centímetros de este inmenso recinto.
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