'ALERGICIDIO'
FRUTO DE LA EMPANADA ·
La importancia de los árboles a través de la historia queda patente en la 'Buda experience', pero también en el legendario sainete de Adán y Eva, donde el árbol produce fruta con conocimiento o manzanas de la discordia, y del cual comieron los muy bonicos de nuestros primeros padresANTONIO MESAMADERO
Martes, 10 de abril 2018, 00:32
Cuenta la leyenda que Buda se sentó debajo de una higuera durante semanas y no se marchó de allí hasta que alcanzó la 'iluminación' sin ... ayuda de Endesa. La pregunta clave es ¿hubiese aguantado tanto junto al árbol de haber sido alérgico al polen del 'figo'? Dicen que el iluminado, en actitud de agradecimiento hacia la higuera, se quedó una semana mirándola sin parpadear como quien mira una Bonoloto premiada. Para mí, más que misticismo eran los síntomas claros de una alergia brutal.
La importancia de los árboles a través de la historia queda patente en la 'Buda experience', pero también en el legendario sainete de Adán y Eva, donde el árbol produce fruta con conocimiento o manzanas de la discordia, y del cual comieron los muy bonicos de nuestros primeros padres. 'Herr' Adán y su costilla fueron expulsados del Jardín del Edén y condenados sus descendientes a sufrir de alergias hasta el fin de los tiempos.
Pero lo cierto es que no hay criatura más buena y callada que un árbol, siempre dispuesto a hacer sombra de la buena, de la que no tiene rejas. Los árboles granadinos no son los de la Selva Negra alemana, pero ofrecen cobijo al quemado urbanita. Hay quien los busca como descanso del cuerpo y del alma, y otros, los más masoquistas, como una forma de infringirse placer y dolor a base de inhalaciones de polen. Un granadino es un ser realizado cuando tiene un hijo, escribe un libro, y se planta junto a un árbol sin miedo a las consecuencias alergénicas.
Hay quien sale a la calle con su chute de Ebastina y su mascarilla de cirujano ciscándose en las gramíneas, el plátano de sombra, el ciprés o el olivo. Dicen que Nerón incendió toda la arboleda de Roma (gente incluida) porque tenía alergia a los cipreses. No demos ideas al granadino alérgico y conformémonos con que alguien se asegure si Puigdemont es animal o vegetal, porque este año es el alérgenico de moda: todo el que lo ve, estornuda o llora. Y ya de paso, estudiemos también el caso del ministro de Fomento, que parece también padecer una acusada alergia a nuestra ciudad o a los trenes.
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