«O se afronta el problema de los museos o nos olvidamos de la capitalidad»
Isidro Toro | Exdirector del Museo Arqueológico ·
El archidonés se jubila tras cuatro décadas de trabajo en las que dejó su huella en la investigación del pasado de GranadaHace algo más de dos meses, Isidro Toro Moyano (Archidona, 1956) puso fin a su etapa al frente del Museo Arqueológico. Dejaba atrás un empeño, ... dar forma al centro del siglo XXI, que se enfrentó a dos crisis económicas, una pandemia y el cierre del espacio durante una década por la dejadez de las administraciones, pero que fue vital para que los fondos se sobrepusieran y protagonizaran exposiciones en el Louvre o el Metropolitan Museum de Nueva York. El archidonés se despidió en voz baja. Por él habla un currículum envidiable que tiene otro hito en Orce: 35 exposiciones, 60 congresos y seminarios, 8 grandes proyectos de investigación, casi 50 excavaciones y más de un centenar de publicaciones en revistas de referencia nacional e internacional. Su adiós es el de un gigante.
–Deja el Arqueológico, ¿qué destaca de su paso?
–Estuve primero entre el 79 y el 84, luego en el 95 tras ser delegado provincial y finalmente en el 2006. Tenía el encargo de llevar a la práctica el proyecto de museo que se merece Granada. Lamentablemente eso no pudo ser por los problemas que hubo. Apenas dos años después de mi llegada tuvimos que cerrarlo y no pudimos abrirlo hasta una década después. Ahora lleva poco tiempo abierto. Todo este periodo, por otra parte, coincidió con la crisis económica y la prioridad de inversión de los gobiernos tanto central –la titularidad es del Ministerio de Cultura– como autonómico –la gestión es de la Junta– ha pasado por otro horizonte que no era el de los museos y, dentro de ese ámbito, lejos del Arqueológico de Granada.
–¿Cómo se va?
–Me voy con bastante tristeza por no haber podido dejar puestas las bases de ese encargo. Por lo menos, haber dejado elaborado, de haber contado con los medios humanos y materiales suficientes, el plan museológico de ese gran espacio que se merece Granada. Los fondos que atesora el Arqueológico están entre los más completos a nivel nacional e internacional porque tienen un discurso continuo desde el primer poblamiento humano hasta la llegada de la modernidad con los Reyes Católicos, el descubrimiento de América y la conquista de Granada. Otros tienen otras fortalezas en determinados periodos. Pero uno tan continuo, completo y rico como el de Granada no lo hay.
–¿Qué papel debe jugar el museo en la candidatura a la capitalidad cultural europea?
–Si Granada de verdad se toma en serio lo de ser capitalidad cultural en 2031, o afronta el problema de los museos o que se olvide porque no lo va a conseguir. Es la gran asignatura pendiente que, además, no es nueva porque ya se debatía hace más de un siglo en las gacetas.
–¿Hay otras asignaturas pendientes?
–Otra de las debilidades más importantes es que sus recursos humanos están bajo mínimos hasta el punto de que apenas se tiene el personal necesario, y muy escaso, para la apertura y cierre al público. Eso choca mucho con museos como el de Málaga o el de Sevilla. Por otra parte, debería de crearse un foro, con el ministerio y la consejería, para poner en marcha el plan museológico. Todo lo que quieras hacer debe pasar por ahí. Es más, el Estado no va a sentarse a negociar ninguna inversión de calado si no existe el plan.
–En 2023 se cumplen 100 años de la presencia en la Casa de Castril. ¿Hay que celebrarlo?
–Evidentemente, debe celebrarse de manera especial. Es una de las cuestiones de las que he avisado antes de marcharme. Creo que debe haber algún tipo de celebración. Lo suyo sería aprovechar la efeméride para presentar el museo del futuro.
–¿Ese museo debe mantenerse en la Casa de Castril o no?
–Es una cuestión en la que hay debate. Creo que hay que ser rigurosos y aplicar la ciencia museográfica. Hay que empezar por elaborar el plan museológico: evaluar los fondos, la importancia que tienen las piezas, cómo se exponen, qué recursos se pueden desplegar ... La aplicación de ese método es la que va a decir dónde puede ir el museo. Ese retrato robot te va a llevar a colonizar edificios contiguos al actual para crear un gran área museológica en el Darro con distintas sedes que pueden abarcar Rey Chico o los Córdova o te va a llevar a otro edificio histórico o nuevo. Alternativas se han barajado. Una que casi cuajó fue que los museos granadinos se fueran a la Caja de Ahorros.
–No salió.
–No. Estuvo sobre la mesa y la operación era medianamente lógica. El Sareb contabilizaba el costo, no se movía ningún dinero y pasaba el edificio al patrimonio del Estado, que lo asignaba al Ministerio de Cultura y este a su vez lo destinaba a uso museológico porque las instalaciones están preparadas. Apenas había que cambiar algún tabique que otro, acondicionar los almacenes a las nuevas necesidades y era una operación que podía haberse resuelto en dos o tres años. Sin embargo, no salió por aquello de no dejar el Albaicín vacío de contenido museístico. Hubo otro conflicto, que tiene que ver con un debate que habrá que abrir en algún momento. ¿Museo o museos de Granada? En Málaga había un Arqueológico en la Alcazaba y uno de Bellas Artes abajo. Ahora es el Museo de la Aduana y no pasa nada. Ese es el debate.
–¿Cuál es su postura?
–Estaría con lo que expresara el resultado del proyecto del contenedor. A mi no me importaría que se hiciera la operación con una cosa tan espectacular como la de la Aduana.
Trabajo en equipo
–Si vuelve la vista atrás, ¿qué personas le han marcado?
–El primero, en mi pueblo, el profesor Benito del Rey. También Ángela Mendoza, la directora del Arqueológico que me acogió en el 79 y me promocionó. Mi director de tesis, Henry de Lumley, que dirigió las excavaciones en la cueva de Tautavel y fue director del Museo de Historia Natural en París. Ellos han sido grandes referentes. También tengo que citar a gente que me ha acompañado, como Pascual Rivas o Eudald Carbonell, y otros más recientes como Robert Sala o el profesor Jiménez Arenas que han estado ahí y a los que estoy muy agradecido.
–¿Cuesta dejar atrás una trayectoria como esta?
–Sí, sin duda. Son 42 años desde que llegué al museo a pedir prácticas, aunque ya estaba antes. Fui un chiquillo de aquellos que al albur del programa de TVE 'Misión rescate' descubrimos varias cosas en Archidona –el yacimiento de la cueva de las Grajas, por ejemplo– y nos sacaron. Eso me abrió las puertas. Lo mío es muy vocacional, desde que tenía 12 años. Tengo que asumir que ahora se ha cerrado un ciclo, aunque no del todo.
–¿Le quedan cuestiones pendientes?
–Por supuesto. Me quedan algunos con mis compañeros de Orce en prospecciones de materias primas o industrias líticas, que fue el tema de mi tesis. En septiembre estuve allí trabajando con los miembros de Tarragona y parte del equipo francés. Son las cosas que pienso cerrar en un par de años para dedicarme a vivir otra vida.
«El yacimiento de Orce es mi vida»
–¿Cuál es el yacimiento con el que sigue soñando?
–Con Orce. Es mi vida. En 1983 estaba recién aterrizado en el museo y me pusieron ahí con un papel muy importante. El grueso de mi vida profesional y mi currículum, con más de un centenar de publicaciones en revistas de alto impacto, está en Orce. Ese paisaje y su gente se han quedado en mí. Además, creo que todavía no ha dado todo de sí. Lo tiene que dar.
–¿El camino actual es el adecuado?
–Creo que ahora va bien encauzado. Una de las luchas que siempre he llevado era que la UGR asumiera el liderazgo y las investigaciones. Lamentablemente se hicieron intentos que no llegaron a cuajar con Rivas y González Lodeiro de rectores. Con Aranda sí han cuajado y hay un equipo muy potente nacional e internacional. Orce va a dar muchas sorpresas.
–¿Es la mejor cantera?
–Es un gran laboratorio de formación de expertos: excavadores, arqueólogos, paleontólogos, especialistas en industrias líticas, restauradores. Hoy día, a pesar de sus parones y polémicas, Orce tiene un lugar predominante a nivel internacional y cuando se hace cualquier actividad, sobre todo con publicaciones de estado de la cuestión, juega un papel fundamental. Eso no se lo puede quitar nadie. Si Atapuerca es la gran escuela prehistórica estatal, Orce es la principal en Andalucía y la segunda en España.
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