Africana, matrícula de honor y erasmus
Zahida es el reverso de un 'nini' occidental, ella no vive del cuento, es la protagonista de un cuento.
Carlos Morán
Granada
Lunes, 16 de noviembre 2020, 00:32
Zahida (no es su verdadero nombre) es una de esas personas que se pierden los que levantan los muros de la xenofobia y usan un ... lenguaje que hiere como el alambre de espino. Allá ellos y su ceguera. Zahida tiene 20 años, es marroquí y llegó al Poniente de Granada cuando era una niña. Tuvo una infancia difícil: sus padres no tenían trabajo, eran cuatro hermanos y fueron desahuciados de su vivienda.
El paraíso europeo los recibió con sus peores galas. Para colmo de males, la madre estaba enferma y aún no se manejaban bien en español.
Con menos motivos, hay quien tira la toalla, pero, en lugar de eso, Zahida le puso el mástil de su tesón y la convirtió en una bandera. Eran consciente de que la educación y la formación iban a ser su ascensor vital.
La pequeña africana era el reverso de un 'nini' occidental, esos zombis que ni estudian ni trabajan porque no les da la gana. Ella no viviría del cuento, sería la protagonista de un cuento. Y para ello contó con el apoyo de la Asamblea Comarcal de Cruz Roja de Loja y su proyecto 'El Pinar, Atención Integral a la Infancia en Riesgo en el Poniente Granadino', un programa pionero en España y que tiene el respaldo económico de la Fundación La Caixa. Gracias a esta iniciativa, cincuenta menores de familias vulnerables reciben a diario clases de refuerzo escolar que imparten voluntariamente maestros en activo o jubilados. Ellos son la auténtica 'Marca España'.
Por esas aulas pasó Zahida y este es su currículum actual y todavía provisional, porque sigue progresando: Grado Medio de Técnico en Farmacia y Parafarmacia, beca Erasmus de un año para completar su formación en Italia y, actualmente, está cursando en Granada el Grado Superior de Ortoprótesis; solo había 14 plazas y ella logró una.
Y, además, tiene retos pendientes: su sueño era estudiar el Grado Superior de Radioterapia, pero tanto en Granada como en Sevilla eran escuelas privadas y no pudo permitírselo. En Málaga sí lo impartía un centro público, pero Zahida no tenía dinero para costearse un alquiler en la capital de la Costa del Sol. Pero no se rinde. El futuro no está escrito.
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