«Los adictos al móvil no saben pasear solos por una playa, temen a la soledad»
Entrevista a Cristina Pardo Sierra, psicóloga| Trabaja con menores que han delinquido debido a su dependencia de las nuevas tecnologías, un programa pionero del correccional Tierras de Oria, en Almería
Cristina Pardo Sierra (Granada, 1992) trata un trastorno mental que formalmente no existe: la adicción al teléfono móvil, a las nuevas tecnologías. Habrá que esperar ... hasta 2022 para que la Organización Mundial de la Salud lo inscriba en sus ficheros. Mientras tanto, la epidemia sigue creciendo. Y los afectados no son 'enfermos imaginarios'. Son personas de carne y hueso que sufren y hacen sufrir a sus familias. Cristina lo sabe bien. Es psicóloga en el centro de internamiento de delincuentes infantiles y juveniles Tierras de Oria (Almería), un establecimiento pionero en ofrecer terapia a los chavales que quebrantan la ley perturbados por su enganche a Internet o a las consolas.
El problema es de tal envergadura que la Dirección General de Justicia Juvenil (institución que depende la Consejería Turismo, Regeneración, Justicia y Administración Local de la Junta de Andalucía) ya ha mostrado su interés en extender el programa que estrenó Tierras de Oria al resto de los correccionales de la comunidad.
A Cristina y sus compañeros les llegan los casos extremos. Ellos trabajan en la punta del iceberg, en la zona crítica, pero bajo la superficie hay cientos de niños y adolescentes (también adultos) que viven encadenados a una pantalla. Nunca están solos, pero siempre están solos. Ese es su drama.
-Oficialmente, la dependencia de los teléfonos móviles y las nuevas tecnologías todavía no existe...
-En la Clasificación Internacional de Enfermedades-11, que entrará en vigor en 2022, entrarán las conductas adictivas sin sustancia, incluida la adicción a las nuevas tecnologías.
-O sea, que sí existe.
-Existe. Ya nos están llegando casos reales. En nuestro centro ya tenemos algún menor que ha llegado a agredir a su madre con una tijera por que le retiró el teléfono móvil. También hay menores que han hecho atracos para conseguir dinero y luego apostarlo en temas de juego.
-¿Qué delito es el más común entre los niños adictos al móvil?
-La violencia filio parental, las agresiones a los propios padres. Para usar las nuevas tecnologías hace falta mucha información y mucha psicoeducación tanto para los padres como para nuestros niños y nuestros jóvenes. Lo que pasa es que muchos padres no han vivido el boom de las nuevas tecnologías como lo han vivido sus hijos y no están preparados. Les dan los móviles a edades demasiado tempranas y no les enseñan a restringir el uso. Y el poder de comunicar con cualquier persona, de buscar todo tipo de información, el manejo de datos personales... es una conducta que engancha. Y es algo que los jóvenes pueden hacer con los móviles e Internet. Y también están los videojuegos. La búsqueda inmediata de lo que queremos nos produce placer. Si eso se repite, al final nos encontraremos con una adicción en mayor o menor grado. Los adictos encuentran una satisfacción inmediata a sus necesidades. La búsqueda de la felicitad inmediata engancha. Por eso, todos los niños que entran en nuestro centro participan en el plan general preventivo del uso abusivo de nuevas tecnologías.
-¿Es arriesgado entretener a un niño pequeño con una tablet o un móvil?
-En una ocasión leí, y me pareció muy interesante, que las nuevas tecnologías son el chupete del siglo XXI. El chupete tenía el efecto de calmar, de relajar los músculos, pero si ponemos a un niño delante de una tablet, estamos estimulando su cerebro tanto por la luz como por el contenido. Lo que provocamos es que no se duerman y que, a medida que vayan creciendo, tengan conductas agresivas si se les retira la pantalla. Las nuevas tecnologías no deben ser un chupete. Es que hay niños con seis o siete años que están viendo vídeos de reguetón, que no es un contenido adecuado para ellos.
-¿Cómo son los menores que se enganchan a las nuevas tecnologías?
-Son niños que llevan utilizando los móviles sin ningún tipo de restricción durante años y, cuando llegan a la adolescencia, que es una etapa de cambio en la que se encuentran perdidos, se sumergen en las nuevas tecnologías porque encuentran un mundo en el que ellos son los protagonistas. Son niños vulnerables, con una autoestima muy baja, tienen problemas familiares en casa: separaciones... Todos estos factores de riesgo influyen para que se sumerjan en las nuevas tecnologías, lo que les puede generar un aislamiento social. Pierden las relaciones sociales. El valor de estar con la familia está perdiendo ante las nuevas tecnologías. Estos chicos no saben pasear solos por una playa. Temen a la soledad. También nos llegan niños con temas de 'bullying' que acaban haciendo un uso abusivo de Internet. Se refugian ahí igual que los que se refugian en las drogas.
-¿Qué síntomas indican que un chaval puede estar empezando a tener un problema con el móvil?
-Cuando empiezan a valorar más el móvil que a la familia u otras actividades como el deporte; cuando empiezan a faltar a clase; cuando no duermen para jugar con los videojuegos; cuando no se lavan; cuando comen mal y siempre a deshora...
-¿Son conscientes de lo que les ocurre?
-No, porque es algo que está muy normalizado en la sociedad. Niegan que estén enganchados. Hay menores que te dicen que juegan doce horas diarias a los videojuegos porque quieren dedicarse profesionalmente a ese mundo. Hablamos de menores de quince años.
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