Lluvia en Granada
Abren las compuertas del Genil para evacuar el lodo acumulado por las tormentasLa capa de barro que flotaba sobre el río estancado había generado quejas por el mal olor
Es habitual, por estas fechas, que los vecinos del cauce del Genil empiecen a protestar por el mal olor, las nubes de mosquitos que bailan ... cada noche bajo las farolas y la 'costra' verdosa que cubre el río. Son los efectos que provoca la combinación de calor y agua estancada a la altura de la Inmaculada. Las quejas han vuelto durante los últimos días, plasmadas en decenas de vídeos y fotografías publicadas en redes sociales, pero este año la causa no es la llegada anticipada del verano, sino la salida tardía del invierno. Las tormentas de los últimos días han acumulado una gruesa capa de lodo que ha provocado los mismos efectos y Emasagra ha abierto las compuertas para que el agua fluya y empiece a limpiar el lecho de forma natural.
Los datos pluviométricos publicados por la Empresa Municipal de Abastecimiento y Saneamiento de Granada dan una idea de la intensidad de las lluvias de finales de mayo y principios de este mes de junio. En el medidor de Lancha del Genil cayeron 24,9 litros por metros cuadrado los días 26, 27 y 28 de mayo. En tres días registró casi tanta lluvia como la media histórica de todo el mes (34.88 litros).
Según las estadísticas de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), el día 28 de mayo, al final de la jornada electoral, cayó sobre Granada el chaparrón de mayor intensidad: 21 litros por metro cuadrado en una hora en la estación de Cartuja. Días antes, el 25, fueron 20,2 litros por metro cuadrado en un par de horas. El 27, el cielo descargó 8,8 litros durante una tormenta que apenas duró media hora.
Tras un invierno seco y una entrada casi veraniega en la primavera -Granada acarició los 38 grados el 28 de abril-, las lluvias fueron una sorpresa grata que, no obstante, no alivia la mala situación de los embalses ni sacia al campo. Con los imbornales taponados y las calles llenas de polvo, generaron problemas en la capital y en varios municipios de toda el Área Metropolitana. Y pusieron a prueba los cauces de los ríos, en los que ya se acumulaban los vegetales.
El agua empezó a arrastrar estos vegetales, tierra y rocas a lo largo del cauce de los ríos Darro y Genil. Ambos confluyen a la altura del puente romano y se deslizan hacia la Vega durante un kilómetro hasta alcanzar La Inmaculada. Allí hay una compuerta que retiene el agua para que pueda desviarse hacia los riegos de la Acequia Gorda. Lo habitual es que esté cerrada -subida- algo necesario para los agricultores pero que, en verano, despierta las protestas de los vecinos.
«Es una actuación para el mantenimiento y limpieza del cauce del río, que entra dentro de la normalidad y así será durante los días necesarios»
Como ha sucedido ahora, por la acumulación de barro -a simple vista, más de medio metro en algunas zonas- que durante los últimos días ha generado un hedor perceptible en las calles cercanas. La capa flotaba sobre el agua, hasta que Emasagra ha abierto la compuerta para que «la propia dinámica del río facilite la continuidad de estos arrastres y no se queden acumulados en el tramo urbano», señalan desde la empresa. «Se trata por tanto de una actuación para el mantenimiento y limpieza del cauce del río, que entra dentro de la normalidad y así será durante los días necesarios hasta recuperar su estado y caudal habitual», añaden.
Desde la mañana del martes, el Genil ya se abre paso entre el lodo y ha generado un pequeño cauce natural sobre el cajón de cemento. Más adelante, cuando el agua haga su trabajo, los operarios terminarán de limpiar el cauce natural.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión