Vox le grita en Granada a Pedro Sánchez que «España sí existe»
Un millar de personas acuden a la concentración convocada por la formación de derechas contra el nuevo Ejecutivo nacional
Sergio González Hueso
Granada
Domingo, 12 de enero 2020, 12:14
Una señora camina ensimismada en la plaza del Carmen. Lleva una bandera de España, que agita mientras mira al suelo, un bolso y unas ... gafas ahumadas. Está sola. O lo parece. Son las 11.30 horas y suena Nino Bravo por unos altavoces de discoteca. Mientras la voz del valenciano se hace fuerte frente al Ayuntamiento, una columna de señores llega al grito de «¡viva España, coño!». Son de mediana edad y la mayoría luce tres pelos en la cara. Es la vuelta de la perilla al ruedo político. Están entre enfadados y eufóricos. Es difícil saberlo. La señora ya no está, sí en cambio un nutrido grupo de jóvenes.
El más alto está en el centro y reparte entre sus compañeros chalecos amarillos. Despliegan una gran bandera de España que será el frontal de la concentración. Ellos la sostendrán. Serán la fachada patriótica de la movilización que Vox, al igual que en todos los grandes municipios españoles, ha convocado para este domingo en Granada contra el recién constituido Gobierno de Sánchez. Un ejecutivo que les da miedo. «Van a hundir España», dice un hombre en manga corta. «No, ya la han hundido», le rectifica otro. Ambos asienten a las 11.36 horas.
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Aunque el acto está previsto para las doce, ya hay unas cien personas en la plaza. Son de todas las edades. Y hacen ya lo que se suele hacer en estos casos: organizarse en corrillos para, entre todos, arreglar España. En las tertulias se escuchan verbos como «claudicar» y se llora ya por la muerte de la libertad. «Va a ser una dictadura», apunta una señora que pregunta por Pepe, quien parece que «incita, incita», pero que se ha escaqueado de la movilización. «Tenía comida con la hermandad», le justifica ante su marido, quien no se anda con chiquitas con los desertores: «Es un 'papafrita'», enfatiza.
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Ahora es Cecilia quien le canta a su «querida España». Quedan 15 minutos para mediodía y en la plaza ya hay ambiente. Comienzan los vítores y se ven ya los primeros carteles. Una señora mayor de 70 años sujeta uno en el que se advierte que Sánchez vende España a «terroristas, separatistas y a Soros», que es un señor con mucho dinero.
De repente, el Vox conocido ya se ve bajo la fachada del Ayuntamiento. Está Onofre Miralles y otros representantes municipales y autonómicos. Algunos no están contentos con el número de personas que ven: «Me esperaba más, asumo que la derecha es más difícil de movilizar», explica una mujer de pelo rubio. A su lado está ya el parlamentario andaluz de la formación de derechas Francisco J. Ocaña. Ya está con el micrófono, será él quien lea el manifiesto.
España sí existe
Lo primero que hace el diputado es probar el micro. No se escucha muy allá, por lo que insta a la audiencia, que ya mira en su totalidad en dirección a la puerta del Ayuntamiento, a apagar los altavoces -ya había varios- y a aparcar unos segundos los salves. Esto último acabó siendo imposible. Así que Ocaña empezó a leer lo que tenía escrito. La columna vertebral del manifiesto es de sobra conocida: apelar a la unidad de España por encima de cualquier otra consideración política. Para Vox, la nación puede llegar a disiparse si se deja en manos de los socialistas y los comunistas, a quienes acusa de estar vendiendo el país a los enemigos de la patria: que hay un montón, una amalgama entre «burócratas» de Bruselas, terroristas o independentistas.
Precisamente a esos que «quieren romper el marco de convivencia utilizando las instituciones para sus intereses de partido», leyó el diputado, que seguidamente exigió que se defienda la Constitución y se detuviera al «golpista» Puigdemont y a Quim Torra. Tras sobrevolar con sus palabras el mito de España, Ocaña alzó su voz para decir a los cuatro vientos que España «sí existe». El rugido se escuchó en toda una plaza que amplificó su sentencia. Y a partir de ahí comenzó la 'happy hour' de vítores y proclamas. Desde un «abajo los traidores» a un «viva la capitanía general y la Virgen de las Angustias». Casi todo cabía ya, hasta reivindicar una autoridad moral, que «no es de la izquierda», se dejó claro.
Alrededor de las 12.15 horas acabó el acto. Aunque la gente se quedó un rato más. Había que lucir bandera y pancartas, que para eso se habían sacado de paseo. En un altavoz suena un discurso de Abascal a todo volumen. Y claro, a la gente le da la impotencia: «Ojalá hubieran 15 o 16 como él», dice un señor con solemnidad mientras emprende la vuelta a casa sumido en la más absoluta melancolía.
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