"Es otro mundo"
La Residencia San Juan de Dios ha incluido entre sus actividades una terapia de realidad virtual que persigue la mejora de la salud mental de nuestros mayores
María Rubiejo
Jueves, 26 de enero 2017, 01:46
Victoria se despierta como cada mañana en la residencia San Juan de Dios, en el centro de Granada, para empezar con la rutina de su ... día a día. Aunque hoy el paseo será algo diferente. Esta mañana va a probar una original terapia que se viene aplicando en el centro desde principios de diciembre.
En la sala están todos los residentes, que observan curiosos cómo preparan los dispositivos necesarios para iniciar la experiencia de realidad virtual: una especie de gafas de buceo negras a las que se adapta el móvil; y una televisión. Victoria será la primera inquilina en probarlas, por eso, quizás, se coloca las gafas poco a poco, expectante. Minutos más tarde, su reacción, sin embargo, es una explosión de emociones: "¡Se ve lo más grande! Me gusta mucho, ¡Si me he criado allí!" Acaba de dar un paseo por Puerta Real sin moverse de la silla.
Todos los miércoles y jueves Victoria, junto a otros residentes, se reúnen en la sala contigua a los jardines de la residencia San Juan de Dios. En estas pequeñas sesiones de treinta minutos, descubren cuánto está avanzando la tecnología, así como la infinidad de usos que le pueden dar para mejorar su vida y su salud.
Tania, la monitora socio-cultural responsable de estas actividades -que se ha ganado un enorme cariño de los residentes-, explica que las sesiones de realidad virtual "fomentan la capacidad de atención y trabaja actividades de estimulación cognitiva como la motricidad o la memoria; la propia demencia por la edad o enfermedades que afectan al sistema nervioso". Así, subraya que el objetivo principal es intentar paliar los problemas de memoria y, "gracias a esta terapia, su deterioro es mucho más lento".
De la mano de su marido
Es el turno de María Luisa, otra de las vecinas de San Juan de Dios. Una vez que Tania le ha colocado las gafas empieza el paseo: En la imagen recorre el Paseo de los Tristes, un lugar que le trae bellos recuerdos a su memoria: por aquí paseaba con mi marido, me agarraba de su brazo, le besaba mientras escuchábamos músicos callejeros. En la sala no faltan las caras de sorpresa por parte de los demás al ver cómo ha conseguido transportar sus sentidos a otro lugar en milésimas de segundo.
"Ellos no lo ven como un trabajo, lo ven como una actividad, esto hace que mantengan un mayor nivel de atención y concentración", explica la monitora. Poco a poco se van acostumbrando al mundo virtual al que entran, construyendo una nueva realidad. En las primeras sesiones, María Luisa cogía el aparato ansiosa por ver qué le podría deparar la experiencia, mientras que Victoria, algo temerosa, se agarraba con fuerza a todo lo que le rodeaba, buscando algo conocido entre tanta novedad.
Desde la residencia San Juan de Dios detallan que los beneficios de esta terapia son tanto a nivel de salud mental como emocional. "La mejora de la memoria y capacidad de concentración", entre otros. Pero la alegría que la cara de Victoria refleja al ver lugares que hace tiempo que no visita o cómo María Luisa revive momentos que creía perdidos entre sus recuerdos, es lo que verdaderamente importa.
Las nuevas tecnologías han aportado un soplo de aire fresco a los inquilinos de esta residencia; pero esta terapia no ha sido la única. "Me han enseñado mucho, aprendemos todos los días", relata María, otra de las residentes que participa en las actividades del centro. En San Juan de Dios cuentan con novedosos sistemas de terapias con animales (un día a la semana visitan la residencia unos cachorritos de perro que, como dice Victoria, "están creciendo con ellos") y de 'babies reborn' (unos bebés terapéuticos que parecen reales y que acunan causando un efecto positivo en su comportamiento).
Los días de los inquilinos de la residencia tienen otro color gracias a las variadas actividades que les proponen. La última, la realidad virtual, les ha vuelto a abrir la puerta que la edad les ha ido cerrando poco a poco: "Es otro mundo", insiste una y otra vez María al quitarse las gafas. "Gracias -le susurra con dulzura a Tania-. Gracias. Ha sido tan bonito".
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