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Un grupo de niños saharauis se divierten en el césped, en una de las actividades que el proyecto 'Verano en Paz' tiene programadas.
«Para ellos esto es el paraíso»

«Para ellos esto es el paraíso»

114 familias granadinas acogen a 116 niños saharauis durante los meses de verano

LAURA ÁLVAREZ

Martes, 19 de julio 2016, 00:38

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En esta época del año, todo el mundo se queja del calor que debe aguantar en la ciudad. Sin embargo, para un grupo de niños saharauis recién llegados de su país, este clima es una bendición, ya que en el lugar del que proceden las temperaturas pueden llegar a superar los 50 grados.

Debido al programa 'Vacaciones en Paz', estos 116 jóvenes podrán pasar el verano en diferentes pueblos de Granada gracias a las 114 familias que deciden acogerlos en estas fechas.

Mientas juegan en el césped todos juntos, las personas que participan en este proyecto les miran deseando que todo salga bien y con la esperanza de que con su ayuda puedan pasar un tiempo tranquilos, olvidándose de los problemas a los que deben enfrentarse en su día a día.

Una integrante de este programa, María Jesús Justicia, que lleva ya ocho años implicada con esta causa, explica que para ella esto es algo muy importante porque son niños que realmente necesitan recibir cariño y cuidados.

Además, María Jesús es trabajadora social de la Asociación Granadina de Amistad con la República Árabe Saharaui Democrática (Agarasd), promotora de esta idea. Una de las cosas que más lamenta es que cada año participa menos gente en este tipo de actividades o decide dejar de hacerlo debido a que el trabajo no se lo permite, no es compatible con las vacaciones que tienen planeadas o no se adaptó bien el niño al que acogieron.

«Antes se podían traer niños desde los 8 a los 12 años, pero como consecuencia de la falta de familias, nos encontramos ahora con jóvenes de 10 a 12 años», comenta Justicia.

La niña a la que acoge desde hace dos años acude a ella para hablarle y preguntarle por su toalla. En su cara se refleja la alegría de poder estar allí disfrutando con amigos y con María Jesús, a la que trata como si fuese su madre.

Justicia admite que al principio tuvo algunos problemas de adaptación porque se enteró de que esta niña era celiaca y debía darle un cuidado especial prestando atención a las comidas que podía y no tomar.

En el acto inaugural, en el que estuvieron el presidente de la Diputación de Granada, José Entrena, y el presidente de Agarasd, Gonzalo Herrera, dieron la bienvenida a todos ellos y una bolsa con regalos dentro para cada uno, desde una gorra hasta caramelos y bolígrafos. Al finalizar, el grupo de niños saharauis decidió irse a disfrutar de las actividades que tenían programadas para ese día en la Ciudad de la Justicia de Armilla, contentos con sus nuevas adquisiciones.

Mientras todos juegan y se divierten, las familias optan por juntarse y hablar de las experiencias que esperan vivir con ellos o que ya han tenido en años anteriores.

Para Sonia Cáceres esta es una nueva aventura ya que nunca antes había colaborado en este proyecto. Lo que le hizo cambiar de opinión fue ver a través de un anuncio en Facebook que este año estaban necesitados de familias. «Me enteré de cuáles eran los requisitos que necesitaban y qué debía hacer y al ver que estaba dentro de mis posibilidades no lo dudé».

Ahora que ya lleva tres semanas con él, debido a que vino el día 30 de junio, ha visto que no sólo congenia bien con sus hijos, sino que, además, los niños bromean con que al terminar se irán todos juntos con su nuevo amigo al Sahara. «En tan poco tiempo ya se tratan como si fuesen hermanos», afirma con orgullo.

Más que ayuda humanitaria

Frente a las caras de los padres que por primera vez se implican en algo así y que se muestran nerviosos y expectantes por saber cómo funciona todo aquello, los más veteranos intentan hablarles de sus vivencias y de lo bonito que es para ellos poder colaborar aquí año tras año. «Lo normal es que las familias repitan y estén con el mismo niño dos o tres veranos», comentan algunos de los presentes.

Además, personas como Justicia siguen en contacto con ellos durante todo el año e, incluso, intentan hacer una escapada a su país para ver si necesitan algo de ropa o de comida y comprobar que están bien de salud.

Estos niños viven de la ayuda humanitaria que cada día es menor. «Antes se les ofrecía un kilo de pasta, pero ahora han de conformarse con medio», lamenta María Jesús.

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