"Enmedio" de la gloria
La verea que recorre el espinazo del Sacromonte ofrece un panorama inigualable con la Alhambra, el Albaicín y la ciudad de Granada al fondo, mientras suenan ecos y quejíos que caracolean por todos los rincones
Javier F. Barrera
Miércoles, 18 de mayo 2016, 13:11
En un extremo, la que manda es una pilona. Impide con su presencia el paso de los vehículos. Se acabó. El tema está cerrado y ... la Verea de Enmedio, acotada. Sólo las bicis, los peatones, los vecinos, los guiris, los perroflautas, disfrutan en esta Verea de Enmedio de toda la gloria del mundo. Entre la Alhambra y el Albaicín, en el corazón del Sacromonto, envuelta en flamenco, blanca, castiza y piedra, la Verea embelesa. Y, por lo alto, suena siempre la "esencia" como huella que te guía a lo hondo de un barrio con alma.
Ahora, juguemos con las palabras. Al principio de la Verea de Enmedio está la Verea de Enmedio de Arriba, que así le dicen los vecinos. Luego, lógicamente, está la Verea de Enmedio de Abajo, la que conecta con el Barranco de Los Naranjos y también con el de los Negros. Y entre medias, aparece la Cuestecilla de la Alboreá, empedrada y bella, y un ramillete de calles de nombres, sonoros como agua fresca que cae.
Se oyen risas de juegos. Unos niños y niñas juegan al sol merendándose una rosa de jamón tamaño nuclear. Hace hambre. El quicio tiene portal adentro tres escalones y ahí toman el sol que entra y se nutren de un entorno único. Aparece la abuela, María. Manda más que la propia pilona que corta el paso a los coches al principio de la calle. Controla y dice que desde su casa "se ve el Sacromonte, el Albaicín y Granada. Y luego, de San Miguel parriba". "Aquí se vive mejor que nadie", compone una frase que sintácticamente es esquiva pero semánticamente es oro puro en significado.
Hola María saludan frescas y alegres dos chavalas.
Hola niñas les responde.
Está usted tan guapa como siempre.
Nah!
Y de un manotazo deshace el piropo, recoge a las nietas, se despide y cierra la casa-cueva a cal y canto. Mucha gente para una tarde cualquiera.
En la Verea de Enmedio se cruzan vecinos sacromonteños y albaicineros, con guiris y los perroflautas antes llamados jipis. Son las tres tribus que por orden de aparición campean por los barrios Patrimonio de la Humanidad, convirtiéndolos en un parque temático cuestionable y, al mismo tiempo, idílico. Al menos "sigue habiendo vida", explican los más enraizados, a quienes se les caen las frases a fuerza de sacacorchos de palabras, que son las preguntas.
Recorrer la Verea de Enmedio te pone frente al espejo de los mitos granadinos: desde el Museo de Chorromujo, cuya estatua preside la entrada al barrio desde la Cuesta del Chapiz, hasta las señales que indican el Museo de las Cuevas o el Mirador de Mario Maya, que tiene con toda seguridad el banco más bonito del mundo.
Aquí suenan musiquillas y conversaciones de palabras que se combinan con densas bocanadas de humo. Hay una barra chica y una pizarrrilla que te cuenta los precios de las latas de coca-cola y de los quintillos de birra. El chiringuito se llama Pepe y amigos, y dispone de terraza de sillas blancas de plástico, que se recogen según cae el sol y que se dan de boca con la Alhambra y con una puesta del sol que-pa-qué.
Pero todavía hay mucho simbolismo y ganas de mirar. Hay corazones verdes pintados en la pared y una Fuente de la Amapola con verso incluido: "Cuánto me gustaría/ser la fuente de mi barrio/pa cuando pases y bebas/ sentir muy cerca tus labios". En el número 41 un azulejo recuerda que "Aquí vivieron Juan Maya "Marote", su hermano "Manolete" y familia. Grandes son".
También ocurren trivialidades que adornan y dan vida a esta verea. Una colada de diez metros, por ejemplo, se seca al sol que también hace despedir destellos de oro al perfil de la Alhambra. Más adelante, un viejo BMW está aparcado con síntomas de abandono encaramado en una de las cuestas. Uno se pregunta cómo fue que pudo llegar hasta aquí mismo.
Tras lo cotidiano, lo más romántico, como un lugar que, en tonos azul pastelón está rotulado como "El Rincón del Corazón". Un gato se mece en equilibrio sobre el murete de esta verea justo a la altura de la Escuela de Guitarra Flamenca, que también está anunciada como Peña Flamenca Cultural del Sacromonte. La huella, huella que suena. Poco queda para que confluya la Verea de Enmedio en sus afluentes de piedra y pellizco. Pero antes se encuentra el único alojamiento turístico de esta calle del Sacromonte. Se trata de las Cuevas del Abanico, un lugar perdido quizá para encontrase cualquier día enmedio de la gloria.
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