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Turistas ante el Palacio de Carlos V en la Alhambra.

"Sentimos una envidia sana hacia Málaga"

Políticos, gestores y artistas rechazan que haya agravio comparativo hacia Granada por parte de las instituciones y admiten que a la ciudad de la Alhambra le falta unidad política y ciudadana

Inés Gallastegui

Lunes, 19 de enero 2015, 00:41

Representa el ímpetu cultural de Málaga una amenaza para Granada? ¿Hay agravio comparativo en las inversiones destinadas a las infraestructuras culturales de nuestros vecinos por ... el Gobierno central y la Junta de Andalucía? ¿Está haciéndolo bien el Ayuntamiento malagueño, en su empeño por convertir la capital de la Costa del Sol en una potencia museística? ¿Es correcto contemplar la cultura solo como mercancía o gancho turístico, en vez de como bien público? Entre los especialistas consultados -políticos, gestores, profesores y artistas- hay opiniones para todos los gustos, pero casi todos coinciden en algunas ideas básicas: Granada y Málaga son vecinas, pero distintas. Para empezar, una tiene 237.000 habitantes y otra, 567.000, más del doble. Para seguir, Málaga no tiene la Alhambra -el monumento más atractivo de España, con 2,4 millones de visitas en 2014- y para diversificar su oferta turística no le queda más remedio que complementar el sol y la playa con museos; algo que los 'cruceristas' -650.000 en 2010, 400.000 en 2014-, que puedan ver durante su estancia de unas horas. Incluso los principales responsables políticos de la cultura granadina, Ana Gámez, del PSOE, y Juan García Montero, del PP, coinciden -para variar- en expresar una «envidia sana» hacia la ciudad vecina; recordando, eso sí, que Málaga nunca podrá aspirar a la agenda cultural de Granada, una urbe patrimonial con una Universidad cuatro veces centenaria y recién incluida en la Red de Ciudades Creativas por la Unesco como ciudad literaria. Por su parte, los directores de los museos se muestran críticos con el 'boom' museístico de la ciudad costera, basado en un 'alquiler' temporal de marcas ya existentes, que no cultiva el tejido artístico local. Sin embargo, admiten que Málaga ha hecho una apuesta clara -más o menos acertada- y dedica mucha energía y mucho dinero a conseguir sus objetivos; Granada, en cambio, se enreda en debates interminables y sufre cierta cortedad de miras.

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