El aguinaldo del Día del Guardia Urbano

El año 1968 entró nublado y con frío. Cuando los vapores etílicos comenzaron a disiparse, se abrió la luz del nuevo año y el nuevo día y con él, el tráfico en el centro que abrió el telón para otra escena típica de las navidades pasadas: 'El Día del Guardia', con sus matices de buen humor, generosidad y apuntes de algún roñica, que para eso estamos en la tierra del 'chavico'. Desde el año 1935, Granada celebraba un homenaje popular a los agentes de tráfico como «premio a sus meritísimos servicios al público, y a la simpatía que por su celo y honestidad merecen». Se celebraba el 1 de enero y, desde muy temprano, se acumulaban los regalos en los puestos de la desembocadura de Gran Vía en la plaza de Isabel la Católica y en Puerta Real. Dinero, una lavadora, un mueble de cocina, un despertador... fueron algunos de los regalos más extraños. Cajas y cajas de cerveza, conservas, dulces, embutidos o pavos los más celebrados. Una conocida empresa de transportes sorprendió un año con el regalo de un ternero y otro, con un enorme porcino que a punto estuvo de provocar un accidente cuando se intentó escapar. Un vecino libró al guardia del incómodo huésped y entregó a cambio 10.000 pesetas. Junto a los regalos, algunas dedicatorias, «de un ciudadano que no ha sido atropellado», leía una de ellas. En otro momento, el conductor de una furgoneta le dejó al agente una ristra de cebollas. Al guardia del cruce de la plaza del Carmen y la calle del Príncipe, un dentista le entregó una tarjeta escrita por detrás con el texto «vale por la extracción de una muela». En el 71, el concejal de tráfico Rojas Pérez, pidió que dejara de celebrarse el homenaje «por el bien del tráfico».