Edición

Borrar
Calaveras en la tumba de Melchor Almagro Díaz (1850-1858).
'Lenguaje' de cementerio

'Lenguaje' de cementerio

Símbolos masónicos, esotéricos, románticos e incluso diabólicos forman parte de la liturgia funeraria y cuentan la vida de quienes un día habitaron en la ciudad de la Alhambra

Juan Enrique Gómez

Sábado, 1 de noviembre 2014, 01:28

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

A la izquierda del paseo de los cipreses, un gran Cristo se alza hacia el cielo clavado en una cruz de mármol. A la derecha, una columna truncada, sin capitel, está rodeada de una gruesa cadena de hierro, de la que cuelgan cuatro calaveras, y se sustentan sobre un sillar de patas de cabra. Cada uno de esos dos monumentos funerarios muestran la diversidad que impera en el camposanto granadino, donde es posible observar las diferentes formas de expresión del lenguaje que honra a los difuntos, sus imágenes y símbolos, una completa iconografía asociada a la muerte, que evoluciona con los tiempos y las gentes.

Hay alrededor de 50.000 unidades de enterramiento en el cementerio de San José. De ellas, 200 se consideran históricas y 20 tienen esculturas y elementos catalogados. Ocupan los patios primitivos del camposanto que se llamó de las Barreras, construido en tiempos de Carlos III para responder ante la peste amarilla que asoló la ciudad en 1804. Caminar entre ellas es realizar un viaje en el tiempo. Ya no existen tumbas excavadas con la urgencia de la epidemia. La más antigua es la de un joven que fue enterrado en 1831 y es aquí donde aparecen los primeros iconos masónicos: antorchas invertidas que se mezclan con monolitos que miran al cielo. Son símbolos que se repiten en diversos rincones del cementerio, junto a triángulos y pirámides que juegan un papel fundamental en las creencias esotéricas que rodean a la muerte, y que tiene su mayor presencia en un panteón relativamente moderno, construido en metal, con forma de pirámide.

Algunos de estos símbolos se mezclan con la atracción hacia lo sobrenatural que caracterizó a los románticos del siglo XIX. Ganivet quiso tener la tumba más sencilla del cementerio y fue enterrado en una caja de mármol que permanece rodeada de mausoleos que marcan con claridad niveles sociales y económicos.

Hay tumbas que a pesar de no tener más de un siglo están enraizadas en la idea de austeridad medieval, grandes cruces caídas descansan sobre losas de piedra. En los últimos años la diversidad cultural y estética ha generado extrañas asociaciones, y junto a panteones de gótico florido, una bella mujer en mármol blanco, una doncella muerta en 1881, descansa tendida sobre un manto de jazmines de piedra. La imagen evita la muerte, la novia, solo duerme un dulce sueño.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios