Pizarro deja las 'nubes' y baja a las minas de África
Emprendedor desde la infancia, arriesgado y temerario en los negocios, José Pizarro, dueño del grupo internacional Parquigran, vuelve a ser la comidilla del mundillo empresarial
Juan Enrique Gómez
Jueves, 9 de octubre 2014, 00:58
Nunca se sabe dónde está. Se le puede encontrar en Casablanca, Abu Dhabi, México, Varsovia, Burkina Faso, Cádiz o Granada. José Pizarro, presidente del grupo ... empresarial Parquigran, responsable de los aparcamientos subterráneos de Los Cármenes y el Violón en la capital granadina, vuelve a ser protagonista de un nuevo episodio de las altas esferas empresariales, en este caso del sector de las aerolíneas. A final de septiembre anunciaba el cierre de su compañía aérea, Helitt, una empresa que dirigía su hijo Abel Pizarro y que tenía sede oficial en Mérida y Málaga. La prensa económica se hacía eco de la desaparición de esta aerolínea por el hecho de haber sido un proyecto que rompía, como casi todos los del empresario granadino, con las fórmulas tradicionales y apostaba por vuelos de bajo coste y distancias cortas, con destinos a Melilla, Badajoz, Madrid, Málaga, Barcelona, y sobre todo porque Pizarro ocupó las portadas de los periódicos cuando en marzo de este año estuvo a punto de comprar el yate Fortuna, el viejo barco utilizado por el rey don Juan Carlos. Ofreció diez millones de euros.
Aviones
El cierre de Helitt se debe a que acumulaba una importante deuda que, según publicaba recientemente El Mundo, ascendía a cinco millones de euros. Ya se había desecho de sus tres aviones ATR-72, naves de 66 plazas y especialmente diseñadas para vuelos cortos, dos fueron vendidos y el tercero desechado por inservible y calificado como siniestro por las agencias de seguros. Pero al margen de la bonanza o no de su actuación en la crisis y cierre de la empresa de transporte aéreo, Pizarro no para. El dinero que consigue con la venta de los aviones y los seguros no se queda quieto y en su entorno se asegura que tanto él como su hijo Abel, han bajado de las 'nubes' para realizar una inmersión en el subsuelo e invertir en minas situadas en Burkina Faso. De hecho, Pizarro se encontraba a final del mes de septiembre en ese país de África occidental, al parecer en una operación para adquirir una empresa de extracción minera.
El dueño de Parquigran, que comenzó construyendo aparcamientos en Cádiz y en Granada y que ahora gestiona 17.273 plazas distribuidas entre España y Marruecos, donde además gestiona la zona azul de la ciudad de Casablanca, es un hombre sencillo, incansable en el trabajo y que él mismo asegura que fue «atrapado por el gusanillo emprendedor casi cuando era un niño». No tuvo suerte en Granada. Diversas polémicas con el párking de San Agustín, el Violón y Los Cármenes le hicieron volver su atención a la provincia de Cádiz, donde había iniciado su imperio económico, y desde allí dar el salto al resto del mundo. Considera que el dinero está para 'moverlo' y crear riqueza y que las empresas pueden generar desarrollo económico en los lugares donde se ubican, pero también espera compensaciones que, al parecer, no fueron suficientes en caso de Helitt, la compañía de helicópteros que inició en Marruecos y convirtió en aerolínea en España.
Volverá a sorprender, como lo hace cada vez que se sienta detrás de las cajas y platos de su batería, porque en el fondo, lo que le apasiona es la música y en particular el blues. José Pizarro publicó su último disco en 2010. Lo hizo con su grupo de siempre, Blues Fever, con el que participaba en el último Festival Tabaco Blues junto a Raimundo Amador, y con el que, de vez en cuando, aparece en el escenario de salas míticas granadinas como el Alexis Viernes de Santa Fe.
Pizarro no responde al teléfono, no atiende las llamadas de la prensa, prefiere mantenerse tras el telón de su propio escenario.
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