1923: maravilla interartística en Granada
Durante la tarde del día de Reyes de 1923, hace ahora cien años, en la casa de los García Lorca de la Acera del Casino tuvo lugar una «fiesta íntima de arte moderno». Así la caracterizó Andrés Soria Ortega, mi padre, en un estudio de 1986
andrés soria Olmedo
Viernes, 6 de enero 2023, 00:34
En ella todo fue excepcional, empezando por la colaboración de Lorca como director artístico general, Falla como músico y Hermenegildo Lanz como escenógrafo, en una ... cuidadosa preparación destinada a un público familiar de niños y amigos comunes. Las niñas de la casa, Isabel García Lorca y su amiga Laura de los Ríos, fueron público y participantes. En sus recuerdos (2002), Isabel evocó la «actividad febril» de los rigurosos ensayos de música y textos durante semanas . Su comentario es elocuente: «¡Qué aguante! ¡Qué permisividad inteligente la de mis padres! ¿Sabríamos todos lo que aquellos genios estaban haciendo? Yo creo que sí».
En esa línea de trabajo tan atenta se llegó a imprimir un programa de mano firmado por El Dueño del Teatrillo (Federico) «que yo pregono desde la ventanita del Guiñol, ante la frente del mundo».
Leyéndolo, sabemos que en primer lugar se representó el entremés de 'Los dos habladores', entonces considerado de Cervantes, una pieza que más adelante se integró en el repertorio de La Barraca, con el añadido de «la aparición final del pícaro Cristobica», que tanto recorrido iba a tener en la obra de Federico.
La concienzuda labor de Falla, en diálogo con Lorca, también músico, aseguró que la banda sonora fuese de primer nivel. Para esta pieza se interpretaron la 'Danza del Diablo' y el 'Vals' de la 'Historia del soldado' de Stravinsky, no estrenado hasta aquel momento. Es decir, texto clásico y música ultramoderna.
Lo siguiente fue el «viejo cuento andaluz en tres estampas y un cromo», 'La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón', «dialogado y adaptado al Teatro Cachiporra Andaluz por Federico García Lorca». De la pieza, hoy perdida, Francisco García Lorca recordó algunas frases: «Niña que riega la albahaca/¿cuántas hojitas tiene la mata?» // «Dime, rey zaragatero/¿cuántas estrellitas tiene el cielo?».
La ilustración musical volvió a ser moderna en general: Debussy, Albéniz y Ravel, junto a un anónimo de música antigua arreglado por Pedrell, siempre con Falla al piano. Las cabezas de los personajes de las dos piezas fueron talladas, dice el programa, por «el aguafuertista Hermenegildo Lanz».
«Ahora viene lo grande», seguía el programa de mano: el 'Misterio de los Reyes Magos' del siglo XIII, en «teatro planista» con decorados y figuras «pintadas y escalfadas» por Hermenegildo Lanz: o sea, figuras planas articuladas, las de los Reyes Magos y Herodes, y como decorados los árboles del sol y de la luna, inspirados en las miniaturas del códice del siglo XV 'De natura rerum' que se conserva en la Universidad de Granada.
Es el turno de la música medieval: dos cantigas de Alfonso X armonizadas por Pedrell, dos 'Invitatorios' procedentes del 'Llibre Vermell' de Montserrat y una 'Cançò de Nadal' armonizada por el P. Luis Romeu, instrumentada por Falla para cémbalo, violín.clarinete y laúd. Él mismo tocó el piano de la casa, metiendo hojas de periódico en las cuerdas para que sonara como clavicémbalo. Las niñas Isabelita García Lorca y Laurita de los Ríos Giner cantaron el primer 'Invitatorio' y el villancico.
De nuevo música vocal e instrumental, moderna y antigua, con el detalle de que el recurso a la música medieval es un gesto moderno, y teatro de títeres de guante y de figuras planas que se deslizan, para textos clásicos e inventados de nueva planta. Pura maravilla y puro experimento de modernidad.
Al despedirse de su triunfal estancia en el Buenos Aires de 1934, Federico evocó aquella función, por boca de don Cristóbal: «No es la primera vez que yo, don Cristóbal, el muñeco borracho que se casa con doña Rosita, salgo de la mano de Federico García Lorca a la escenita, donde siempre vivo y nunca muero. La primera vez fue en casa de este poeta, ¿te acuerdas, Federico?; […]El insigne Manuel de Falla tocaba el piano, y allí se estrenó por vez primera en España La historia de un soldado, de Stravinsky».
Es rigurosamente cierto que el cuento pacifista sobre el soldado y la muerte con texto del suizo C.F. Ramuz y música de Igor Stravinsky, sonó en aquella casa granadina por primera vez en el mundo.
Las consecuencias de aquella fiesta experimental fueron capitales para los proyectos respectivos de Lorca y Falla. Lorca usó el teatro de muñecos como laboratorio para su revolución teatral. Y en cuanto a Falla, apenas queda espacio para apuntar que esta función fue el preludio del estreno en París de 'El Retablo de Maese Pedro' de Falla en junio de 1923, para actores que eran muñecos (don Quijote, Maese Pedro) y figuras planistas para la historia que representan (don Gaiferos, Melisendra, Carlomagno), en un complejo juego de teatro dentro del teatro.
Todo lo que se diga es poco para ilustrar la trascendencia que tuvo aquella «fiesta íntima de arte moderno» en la obra de Lorca y Falla. Igual que Isabel García Lorca, seguimos comprobando que aquellos genios hicieron algo excepcional, de modo que en este centenario la ciudad celebrará estos acontecimientos únicos en forma de exposiciones, actividades y publicaciones.
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