No dejes que sea su última bailarina, su último vestido, su última joya...

Una de las empresas que convierte a la comunidad en la cuna del calzado patrio es Topise. Un negocio familiar que ha visto afectadas sus instalaciones, en las que confeccionan artesanalmente sus bailarinas, que son como un guante en el pie. Trabajan a destajo para que el hedor del lodo de paso de nuevo al de la piel y el serraje, la fragancia del lugar desde hace cuatro décadas, y ya están realizando envíos con el ritmo que permiten las circunstancias.

El sector de la joyería también se ha visto afectado con marcas como Sure Jewels, fundada por Ada y Emilio, que viven en Alfafar, donde la joyería familiar se inundó, estropeándose parte de sus productos. Este local permanecerá cerrado, pero sus dos tiendas de Valencia están abiertas. Mucho más pequeña es la marca Boira, cuya fundadora puso a la venta por Instagram las joyas que pudo rescatar del barro de su taller en Massanassa para poder comprar los materiales necesarios para continuar elaborando sus piezas de vidrio. Su venta fue todo un éxito porque le quitaron sus preciosas piezas de las manos en una sola noche.

En la vecina Picanya está el almacén de la popular firma Singularu, fundada en 2014. La riada se llevó por delante su almacén y las oficinas. «Solo hemos perdido cosas materiales y todo es reemplazable, pero tenemos que volcarnos para volver a estar en marcha cuanto antes», porque. como señalan desde la casa, es «el sustento de más de 350 familias». Gracias a un trabajo conjunto con proveedores, fabricantes y empleados para superar los efectos de la catástrofe, el pasado viernes reanudaron sus operaciones,explica Cristina Aristoy, CEO y fundadora de Singularu, con 60 puntos de venta repartidos por toda España. La marca se ha reorganizado en unas nuevas instalaciones ubicadas en una población que no se vio afectada por la riada.

En Picanya está también la sede de la veterana Hortensia Maeso, conocida por sus trajes de comunión. La diseñadora, criada entre telares, se ha visto obligada a usar las manos que han cosido los sueños de miles de personas para retirar el lodo que ha cubierto su taller y las oficinas centrales, muy próximas al barranco de Paiporta que se desbordó.

Su hija Yasmín Odeh ha contado a este periódico que «toda la planta baja donde se encontraba nuestra zona de producción quedó inundada a metro y medio, provocando la destrucción de todas nuestras máquinas de coser industriales, equipos de plancha, termofijadoras, máquinas de corte, equipo de patronaje, ordenadores, además de todas nuestras materias primas y los muestrarios que estábamos desarrollando, además de artículos de comunión que estaban en las últimas fases de planchado». Sin embargo, «hemos tenido mucha suerte pudiendo salvar todo nuestro stock de prendas acabadas ya que se encontraban en el almacén situado en el altillo, donde el agua no llegó».

Estas marcas son solo algunas de las muchas azotadas por la DANA y no piden donaciones, piden encargos de sus productos para poder seguir en pie.