Reaparece Kate en una gran parada militar

El monarca participó el año pasado montado a caballo, como es la costumbre de la familia, pero esta vez, acompañado de la reina Camila, recorrió en un carruaje el trayecto desde su residencia oficial en Buckingham Palace hasta la explanada ceremonial de Horse Guards. Así lo hizo también Catalina, acompaña de sus hijos. Guillermo, príncipe de Gales, y sus tíos, Ana y Andrés, lo hicieron montados.

La parada militar es un evento de especial interés para los regimientos del Ejército que participan, para la Corona, que renueva su relación con las fuerzas armadas, y para miles de entusiastas de la monarquía, turistas y curiosos. Pero la publicación por Catalina, el viernes, de una declaración sobre su estado de salud, le ha dado un protagonismo especial en la de este año.

En el mensaje público, Catalina confirma que sigue recibiendo tratamiento de quimioterapia para el cáncer que se le detectó tras su operación abdominal en enero, y que seguirá en los próximos meses. Anunciaba su presencia en la también llamada Parada del Cumpleaños del Soberano y su deseo de participar en otros actos públicos durante el verano. Pero la declaración subraya su temporal fragilidad.

Portavoces de Carlos habían afirmado el viernes que «Su Majestad está encantado de que la princesa pueda asistir a los eventos de mañana». Sus asistentes señalaban que el rey tenía ganas de «participar en todos los elementos del día». Catalina ha lucido un vestido blanco de Jenny Pacham, un sombrero de Phlip Treacy y el broche de los Guardias Irlandeses, el regimiento que tenía a su cargo la organización de una ceremonia en la que compañías de la Guardia Real exhiben y traspasan sus banderas y estandartes.

Catalina es coronel del regimiento, al que escribió en junio una carta afectuosa, excusando por la enfermedad su ausencia de los ensayos para la ceremonia en la que ha participado hoy. De una forma más reducida de la que hubiese sido en un mejor estado de salud. Observó la parada con sus hijos, desde una de las ventanas del edificio de la Guardia Montada.

El regreso a palacio fue trastornado por una intensa lluvia que ponía en peligro el cierre habitual de la jornada, con un despliegue de los pilotos de la Real Fuerza Aérea y con la familia saludando desde el balcón de Buckingham. Pero el cielo se despejó y la familia real, cuarteada por la enfermedad, ofreció una imagen de la familia recompuesta tras un año de ausencias a un público entusiasta y empapado.