«Lo del corazón me ha pasado por un exceso de todo, pero se acabó»
Antonio Banderas quiere aprender a decir que no. La salud le ha avisado de que no puede seguir a ese ritmo: «Lo he entendido»
PEDRO LUIS GÓMEZ
Lunes, 3 de abril 2017, 11:04
Camiseta blanca y pantalón vaquero diseñados por él, zapatillas de Balenciaga, barba canosa («la edad, amigo, la edad...») por exigencias del guión de una nueva ... película. Nicole se despide para ir al súper. Son las cuatro de la tarde y Antonio Banderas se sienta en su espacioso y precioso salón para realizar una entrevista con 'Diario SUR'. No hay estridencias en su nueva casa malagueña, en el corazón de las culturas que dieron vida y alma a esta ciudad para ser lo que es hoy: los vestigios fenicios con las piletas para los salazones, la Alcazaba mora, el teatro romano, el barrio de la judería, y la Catedral cristiana. Arriba, coronando el monte, Gibralfaro. La torre de San Juan, con su Niña dentro, casi entra por la ventana. Frente, Picasso y su museo, legado por el genio. Dicen las encuestas realizadas con motivo del pasado 28-F que es el andaluz vivo más conocido hoy en día en el mundo. Pocas dudas.
-Lo primero, la salud.
-Bien, bien... Hombre no puedo ocultar que me dio un sobresalto, pero nunca me asusté. Nicole se ha portado de diez. Y mi gente, mi familia. Pero Nicole ha sido una maravilla... Hay muchas formas de decir te quiero.
-¿Cómo se encuentra físicamente hablando tras el 'susto de la patata'?
-Me encuentro bien. Lo que ha abierto todo esto (se señala el corazón, en un gesto que repetirá varias veces a lo largo de la entrevista) es un espacio de reflexión. Yo sé por qué me ha pasado esto. He estado trabajando en los últimos años montado en un camión de adrenalina, y en cuanto bajaba de ritmo, me pegaba como si me pillara un tren... Me ha pasado por un exceso de todo, fundamentalmente de trabajo, porque no no bebo, pero sí fumaba y ya no. Si algo bueno ha tenído esto es que he dejado de fumar de sopetón, sin necesitar pastillas ni nada por el estilo. ¡Se acabó! He llevado, casi sin darme cuenta, una vida a una velocidad que no era normal. Lo dije en la rueda de prensa. El año pasado yo decía que mi estado natural era el cansancio, no recordaba lo que era descansar y cuando lo hacía mi cuerpo se asustaba, y mi corazón me dijo basta. Ahora mi reflexión es cómo voy a seguir viviendo... He llevado una vida que no era normal.
-¿Y cómo va a seguir viviendo Antonio Banderas?
-Hombre, voy a seguir trabajando, pero lo voy a hacer a otro ritmo. Me voy a dar espacio, me voy a pegar un tiempo entre producciones, y sobre todo voy a dar el salto que anhelo desde hace tanto tiempo: ponerme detrás de la cámara, escribir mis guiones, y eso me dará tiempo. Por ejemplo, hacer una película cada uno o dos años. Tranquilamente, y se pueden hacer películas magníficas desde Málaga, desde Madrid, desde Hollywood o desde la Conchinchina, que el mundo ya es global, muy global. El paradigma del cine, además, está cambiando, ya cada vez más gente ve películas en televisión a través de aplicaciones en sus móviles o en sus ipads, mucho más que en los cines. Se ve más cine que antes, pero en formatos muy diferentes. Me apetece muchísimo contar historias que yo he vivido, historias mías. Escribir mis películas, mis guiones, prepararlos bien, buscar la financiación... Es como el que escribe un libro sobre la vida, sobre la amistad, sobre el amor, sobre la muerte, sobre todas las cosas que son importantes para nosotros, y eso es lo que vale. Esto creo que me va a calmar: poder decir ahora me vengo a Málaga, o a mi casa de Marbella y estar varios meses preparando esto o lo otro, lo que antes no hacía, ver a mis amigos por las tardes. Está claro que seguiré atendiendo mis compromisos, por ejemplo con Puig o con la ropa..., pero reducirlo todo; no ir como hasta ahora montado en esta motocicleta loca por la que he circulado.
-La motocicleta esa en la que iba al Teatro Romano hace más de 40 años vestido de romano...
-Sí, sí, es una buena comparación, pero la motocicleta de la vida en la que iba montado era mucho más peligrosa que aquel Vespino.
-Eso conlleva un cambio de mentalidad importante.
-Sí, por supuesto. Hay una palabra que me dijo uno de los grandes agentes de Hollywood con el que trabajé dos años. Me dijo, ¿tú sabes cuál es la palabra más importante en Hollywood?, pues esa es 'no', y en la vida también. Y yo no he aprendido a decir no, y tengo que hacerlo, Pedro, porque uno quiere quedar bien con todo el mundo y eso no se puede. Es imposible.
-¿Se arrepiente de algo de lo que ha hecho hasta ahora en estos momentos?
-No, para nada. Con lo bueno y con lo malo es mi vida, y con ello apecho y eso lo llevo en el saco a las espaldas y es lo que me ha enseñado a vivir como soy, no puedo renegar de lo que soy, porque también vengo de mis errores, es lógico. Soy un ser humano. La gente no me parece ni buena ni mala, la gente me gusta verla como seres humanos, que es lo que somos, con nuestras imperfecciones, pero también con nuestras virtudes.
-Una cosa que repitió en la rueda de prensa es que 'soy un insensato'. Con todo mi respeto, no creo que sea un insensato, otra cosa es que juegue a eso.
-Bueno, verás, hay un punto de insensatez en las cosas que he hecho en mi vida. Yo me apunté a hacer cosas que la gente me decía "éste está loco", que no se podían conseguir. Si hacemos un simil es comparable a los que hacen deporte de riesgo, que aunque conocen la técnica, la verdad es que se pueden matar. Lo mío es muy parecido: yo salté a un acantilado una noche sin saber si abajo había agua o rocas, y me encontré con que había agua y caí bien, pero... Por eso, lo que traté de establecer, en el discurso del sábado por la noche en el Cervantes fue un paralelismo entre lo que a mí me había pasado y lo que le había pasado a esta ciudad para que la gente creyera en lo imposible. Porque esta ciudad, esta Málaga nuestra, se puede convertir en algo mucho más importante de lo que ni siquiera soñamos, pero nunca lo hará si nosotros los malagueños no nos lo creemos primero. Si somos capaces de ello, entonces no nos va a parar nadie, porque el malagueño tiene 'mucho de adentro'. Nosotros, los malagueños somos maravillosos, pero también muy puñeteros. Nos damos mucha caña. Nos hemos metido en la dinámica que utilizan los políticos y eso no es necesario en la vida normal porque no nos jugamos los votos, sino vivir mejor.
Puede leer la entrevista completa en 'Diario SUR'.
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