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Seis décadas de televisión en España

Seis décadas de televisión en España

Del blanco y negro y apenas 600 espectadores a la última tecnología y millones de ojos que la disfrutan en cualquier formato. La televisión en nuestro país cumple hoy sesenta años. «Le deseo otros tantos más», dice Ana Rosa Quintana, que también nació aquel 1956

ester requena

Sábado, 29 de octubre 2016, 00:10

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Dormir, trabajar... y ver la televisión. Así es a grandes rasgos la vida de los españoles, que nos pasamos una media de casi cuatro horas delante de la pequeña pantalla. Nada menos que 234 minutos contemplando un invento que hoy cumple 60 años en los hogares patrios. Aunque solo 600 privilegiados madrileños asistieron a su bautizo... porque la primera emisión de Televisión Española consistió en una misa tras las palabras del ministro Arias Salgado. Pocos bolsillos estaban para aquel caro dispendio en los difíciles años 50.

El aparato salía entonces entre las 15.000 y 30.000 pesetas (de 90 a 180 euros) en un país donde el salario mínimo apenas rondaba las 36 pesetas diarias (22 céntimos de euro). Tampoco muchos más hubieran logrado sintonizar la puesta de largo de TVE, porque la señal solo se recibía en un radio de 60 kilómetros. Seis décadas después, nada de pensar en la jubilación y solo en seguir acumulando experiencia, porque ahora la televisión se ve como nunca. Atrás quedó el blanco y negro en unos armatostes que ocupaban medio salón. Hoy las casas ya casi cuentan con pantallas de cine, pero también se puede disfrutar de las emisiones en el móvil, el ordenador y la tableta. Yde una cadena se ha pasado a cientos, tanto en abierto como de pago. «Lo importante es que haya medios de comunicación y cuantos más mejor, luego ya el espectador elige cual es el mejor momento para ver uno u otro», recuerda una veterana de las ondas como Ana Rosa Quintana.

La presentadora madrileña justo nació el mismo año que TVE, a la que llegó en los 80 al Telediario nocturno, aunque ahora compite por la audiencia en las mañanas de Telecinco y antes lo hizo en Antena 3. La decana de las cadenas españolas se ha descolgado de la batalla por los espectadores, situándose con bastante diferencia en el tercer puesto. La Pública tampoco lucha por la tarta publicitaria tras prohibirse los anuncios (salvo patrocinios puntuales) hace ya siete años. «Pese a todo, la televisión que se hace en nuestro país tiene mucha calidad; no le falta de nada», enfatiza Quintana. Su deseo para este cumpleaños: «¡Otros sesenta años más!».

Años 60

Los inicios desde un cuarto de15 metros

La televisión en España nació en una habitación de 15 metros de largo en un chalet del madrileño Paseo de la Habana en un frío domingo del 28 de octubre de 1956. Una fecha elegida nada al azar: Franco quería que coincidiera con la festividad de Cristo Rey y el aniversario de Falange Española. La intervención del ministro Arias Salgado, una misa para bendecir los estudios y una exhibición de bailes regionales fue el menú de aquel día.

Los técnicos y los presentadores aprendieron a marchas forzadas de un medio del que nadie sabía nada en nuestro país. Todos hacían de todo, ¡hasta grabar anuncios por los pasillos como Dios les daba a entender! Y con un destornillador se arreglaba una cámara o un decorado. «Era todo muy doméstico, como de andar por casa», recuerda Clara Isabel Francia (Logroño, 76 años), que estuvo al frente de espacios como Sábado 65 y Fin de semana e hizo pareja televisiva con José Luis Uribarri y Juan Antonio Fernández Abajo.

En aquellos primeros años se imponía el riguroso directo hasta que la llegada de los sistemas de grabación permitió emitir programas enlatados como Estudio 1, Los chiripitifláuticos, Cesta y puntos, Un millón para el mejor o las Historias para no dormir, de Chicho Ibáñez Serrador... «Siempre que tienes grandes dificultades te creces ante ello y la televisión de entonces fue fruto de ello», puntualiza la presentadora, que llegó a dirigir la segunda cadena (La 2 actual) años después.

El primer gran salto de calidad de TVE llegó con la inauguración de los estudios de Prado del Rey. De 150 metros cuadrados se pasaron a tres mil y todo comenzó a profesionalizarse. «Pero cuando llegamos no había ni calefacción», rememora entre risas Francia. De hecho, grababan por la noche con los presentadores aguantando los tiritones delante de las cámaras para que no los notase la audiencia. «Me decían que sonriese más y no podía con tanto frío», comenta Francia. Poco a poco la pequeña pantalla iba creciendo en programación al tiempo que la señal se extendía por el resto del país. Ygracias a ello, muchos millones de españoles fueron testigos de la llegada del hombre a la Luna, el 21 de julio de 1969.

Años 70

La llegada del color con los censores en el plató

Pasar de una pantalla en blanco y negro a una en color supuso una revolución en los hogares españoles, que usaron parte de sus ahorros para cambiar de receptor y no quedarse anclados en el pasado. «Recuerdo que los presentadores tuvimos que seguir un estricto código de etiqueta para evitar problemas que en la rudimentaria técnica producían algunas gamas cromáticas y tejidos», explica José María Íñigo (Bilbao, 74 años), una figura imprescindible de la época con programas como Ritmo 70, Fiesta, Directísimo y Fantástico, cuyas emisiones se prolongaban durante 6 horas seguidas.

Apenas contaban con medios, pero la imaginación y la creatividad «nos salía por los poros». No contar con audímetros les ayudaba a mantener programas que con solo tres emisiones no funcionaban, «pero con diez se convertían en éxito». Lograron que más de 20 millones de personas se reunían cada noche delante del televisor con espacios como Crónicas de un pueblo, el primer Un, dos, tres, Un globo, dos globos, tres globos, los payasos de El circo de TVE, La clave y Curro Jiménez. Sin olvidar, claro, La casa de la pradera. Al día siguiente se comentaba todo con pelos y señales en las charlas de bar y en el trabajo. «¡Y todavía hoy me preguntan si lo de la cuchara doblada de Uri Geller fue real o un truco!», recuerda Íñigo.

¿Qué tenían esos programas que echa de menos ahora?

Grandes figuras internacionales y nacionales del espectáculo, formatos muy atractivos y mucha música, que es lo que falta ahora.

Una década en la que tenían la censura en el cogote continuamente. Nada que hablar de política ni religión sin pasar el filtro correspondiente. «Yo sufrí las miradas censoras de don Francisco, encargado de la vigilancia en el Estudio 1 de Prado del Rey», recuerda el presentador de una figura que se ocupaba de que tampoco hubiera escotes exagerados, faldas demasiado cortas, canciones muy sugerentes...

Años 80

Los aires de modernidad se extienden a la tele

Con la democracia y la transición también llegó la modernidad a la televisión, que tuvo en La bola de cristal el mejor abanderado del cambio. «Se entendió que había que abrir las puertas de TVE a lo que estaba sucediendo en la calle. Las mentalidades habían cambiado de la noche a la mañana y no se podía seguir haciendo televisión para niños pensando en los padres o la santa madre iglesia», puntualiza Pablo Carbonell (Cádiz, 54 años), que, junto con Pedro Reyes, formó parte durante tres años y medio del innovador espacio creado por María Dolores (Lolo) Rico. Y eso que cuando se lo ofrecieron, a Carbonell le pareció todo un «disparate, pero muy divertido».

El programa presentado por Alaska y con el icono de la bruja Avería se convirtió en un escaparate para transmitir al resto del país las tendencias que se abrían paso en la capital con la Movida como exponente. «Lo mismo te encontrabas una entrevista sesuda de Alaska con un director teatral que una canción incitando al abandono escolar o un delirio que mezclaba a Sandokan con los Hare-krisnas», detalla Carbonell, que se encargaba en el librovisor de inculcar a los niños el gusto por la literatura pero de forma «delirante».

Una modernización que se extendió a la programación con series propias como Los gozos y las sombras, Verano Azul o Anillos de oro, a las que se sumaron norteamericanas míticas como Dallas, Dinastía y Falcon Crest. O escenas tan recordadas como el sketch de Martes y Trece en la Nochevieja de 1985 con Encarna de noche y la irrupción de los magacines matinales de la mano del tupé de Jesús Hermida y sus chicas con su Por la mañana.

También Televisión Española superó su primera gran prueba internacional con la difusión de la señal del Mundial de Fútbol de 1982 gracias a la construcción del famoso Pirulí de Torrespaña. Pero no todo fueron alegrías en esta década. A TVEse le acabó el monopolio: llegaron las autonómicas.

Años 90

Las privadas abrenpaso a la pluralidad

La línea de flotación de TVE quedó definitivamente tocada con la irrupción de las televisiones privadas. «La llegada de Antena 3, Telecinco y Canal Plus significó la apertura a la pluralidad informativa, además de un estímulo para la propia TVE y las autonómicas. Aparecieron formatos nuevos, se innovó bastante y todo fue un reto porque el sistema rompía moldes», resume Manuel Campo Vidal (Camporrells, Huesca, 65 años). En la memoria colectiva rápidamente salen a la luz las Mama Chicho o Jesús Gil inmerso en pleno jacuzzi, el pelotazo de Farmacia de Guardia o la película X que ofrecía Canal Plus en codificado. Hasta la cadena pública se atrevió a subir el voltaje con Hablemos de sexo, de la mano de Elena Ochoa.

Comenzaba la guerra por la audiencia, que llevaba aparejada también el reparto de la tarta publicitaria, principal vía de financiación de las privadas. Ycada canal tiró hacia una temática distinta. Campo Vidal recuerda cómo Antena 3 se centró en la temática familiar para completar su parrilla «tomando como bandera la serie de Antonio Mercero». Sin embargo, Telecinco, de la mano de Valerio Lazarov, optó por el entretenimiento y la senda que había abierto Canale Cinque en Italia. Aunque pronto sumó espacios como VIP, La quinta marcha y Hablando se entiende la basca, y series como Médico de familia o Periodistas.

Uno de los grandes hitos de las privadas llegó de la mano de Antena 3 y la actualidad política. «Luchamos durante mucho tiempo por conseguir el primer cara a cara en televisión entre los dos principales candidatos a la presidencia de España y que realmente fuese un formato en el que se debatiese. Nos costó lograrlo porque los políticos tenían miedo a este formato», recuerda Campo Vidal, quien moderó el histórico encuentro el 24 de mayo de 1993 entre José María Aznar y Felipe González.

Años 2000

El boom de los reality shows y los late nights

El siglo XXI catódico se inauguró con el éxito de Gran Hermano y la llegada a España por la puerta grande de los reality shows. Telecinco sumaba un nuevo género con audiencias millonarias que se extendió por todas las cadenas viendo el filón de la audiencia. Musicales como Operación Triunfo, con personajes famosos como Hotel Glam, anónimos encerrados en El bus... extendieron sus tentáculos por el resto de programas, que se retroalimentaban de su última hora. Y por supuesto también se colaron en el otro gran fenómeno de esta década: los late nights.

Los españoles comenzamos a trasnochar frente a la pequeña pantalla, un camino que inició Esta noche cruzamos el Mississippi pero que llevó al éxito durante años a Javier Sardá (Barcelona, 58 años) y sus Crónicas marcianas. Todo cabía en su particular planeta: «Desde los participantes de Gran Hermano y shows de todo tipo a debates políticamente incorrectos con una crítica social notable y muy dura», recuerda el presentador, curiosamente un enamorado de los documentales.

¿El secreto del éxito? «Que nos divertíamos haciéndolo y que la audiencia se divertía con nosotros», sentencia Sardá. También que se rodeó de un equipo en constante renovación y con personajes de todo tipo en aras del espectáculo. Muchos de ellos muy presentes aún, como Carlos Latre, Manel Fuentes y Paz Padilla. Sin olvidar a Boris Izaguirre pegando gritos y quedándose en calzoncillos con cualquier excusa.

Una década también muy teñida de rosa en todas las cadenas, con espacios como Aquí hay tomate, Salsa rosa o ¿Dónde estás corazón?. Pero también con buena ficción como Aquí no hay quien viva y Cuéntame junto con Urgencias yFriends. Y eso mientras el mando sumaba nuevos canales: aparecieron cientos de locales, además de Cuatro y La Sexta, sin olvidar la unión de Canal Satélite y Vía Digital más la oferta que traía la TDT.

Años 2010

Las series españolas dan el salto internacional

Isabel, Gran hotel, Tierra de lobos, El tiempo entre costuras o Águila Roja son un ramillete de ejemplos de cómo la ficción española ha cruzado fronteras y se ha colado en los televisores de Europa, Estados Unidos y Latinoamérica. Por supuesto, tras arrinconar a las producciones norteamericanas. «Antes compaginaba mi trabajo de actor con el doblaje de series extranjeras, pero ese producto empezó a caer. Y en la actualidad no hay comparación. Antes había cinco series americanas y una española y ahora puede ser al contrario; la calidad está ahí», relata Mariano Peña (Manzanilla, Huelva, 56 años), más conocido como el Mauricio Colmenero de Aída el primer spin off de una serie española o el actual señor Benjumea de Allí abajo, el estreno más visto de ficción el añ pasado en España.

El boom de las series españolas llega incluso a que Estados Unidos nos copie. Los creadores de El Ministerio del Tiempo han denunciado por plagio a Timeless de la cadena NBC. «Ahora se hacen grandes productos para televisión casi con la calidad de cine, de ahí que actores y directores de peso no duden en figurar en sus repartos», enfatiza Peña, que aún escucha su característico tiritiritiri por la calle. «Muchos amigos dicen que Mauricio Colmenero fue un fenómeno sociológico, pero es que estuve diez años entrando en las casas con él», rememora el actor.

Las producciones extranjeras han seguido brillando en las parrillas de las cadenas españolas, como Perdidos (que justo terminó en 2010 con un capítulo final emitido a la vez en 59 países), Juego de Tronos, Breaking Bad... o la reciente Narcos, que acaba de anunciar el fichaje de Javier Cámara. Pero la audiencia no es como antes. Las emisiones a la carta y plataformas como Netflix y Yomvi auguran una nueva época para la televisión española... ver y comentar lo que quieras a cualquier hora y en cualquier sitio... Así es difícil imaginar qué habrá dentro de 60 años.

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