«Coso muy bien y me encanta ir a comprar telas»
Empecé en la televisión con Buenafuente y este año voy a dar el do de pecho con el musical ‘Cabaret’ y el concurso ‘Tu cara me suena’. Me pirra comer crema, estoy enganchado a la música y soy un disfrutón de la vida
Ester requena
Jueves, 10 de septiembre 2015, 09:51
Se le presenta un otoño con mucho trabajo, entre otras cosas el musical Cabaret en Madrid, donde ejercerá de maestro de ceremonias. ¿Es como ... su personaje, se guía por el corazón?
Sí, soy bastante impulsivo, lo que es bueno a veces, pero también malo.
Una de las canciones más conocidas es Money, money. ¿Qué es lo que usted no haría por dinero?
Algo en lo que no crea nada. Suelo luchar bastante por mis ideales y por no hacer algo que piense que no me conviene o no me apetece. Pero, el money, money manda muchas veces... Es así de triste.
Y es catalán, ¿cumple el estereotipo del puño cerrado?
Soy medio catalán y medio murciano, porque mis padres son de Águilas. Soy una mezcla rara que los catalanes llaman charnegos.
Como buen maestro de ceremonias, será un buen anfitrión en su casa, de los que cocina y decora la mesa, ¿no?
En casa, sí. No hay nada mejor que recibir a tus amigos y que estén cómodos. Me gusta cocinar.
¿Pero les pone lentejas para comer? Porque creo que las odia...
Las odiaba de pequeño, pero son las cosas que se pasan con la edad.
¿Y de qué sería capaz por una milhoja de crema?
Me encanta. De hecho, cuando viene gente a casa suelen traer crema porque saben que me pirra.
¿Cómo lleva la puntualidad, se le ha ido curando?
La sigo llevando bastante mal. Ahora que estamos en época de ensayos siempre llego cinco o diez minutos tarde. La impuntualidad está en mi adn.
¿Y le da tiempo a quemar la noche bailando?
¡Ojalá! No me queda demasiado tiempo. Pero, bueno, ya muevo el esqueleto en Cabaret.
¿Madruga tanto como Zapatero para irse a correr?
No soporto dormir menos de siete horas porque no rindo, no sirvo para nada. Siempre que me voy a dormir cuento a partir de ese momento siete horas para poner el despertador. Y no, no me suelo levantar para correr.
¿La política es un cabaret?
¡Qué más quisieran ellos! Para mí la política es un cuento chino. Hay muy pocos políticos que hablen nuestro idioma. He decidido por voluntad propia ser apolítico. Me entristece mucho cuando los veo por la tele discutir por gilipolleces y no solucionar los problemas que están a la orden del día.
¿De qué sería usted ministro?
Me gustaría ser ministro de Educación, porque es la base de nuestros problemas. Creo que a los niños los estamos educando un poquito desde un lugar equivocado. Desde pequeñito ya te enseñan mal y los problemas se transmiten a toda la sociedad.
Pues usted era muy mal estudiante e incluso repitió curso. ¿Cómo lleva ahora eso de memorizar los guiones?
Es la parte que peor llevo. Me cuesta aprendérmelos con puntos y comas. No me gusta, así que les dedico las menos horas posibles.
¿Le siguen recordando mucho el personaje del Neng?
Sí, sí. Sigue estando en la memoria colectiva y la gente me pregunta y me lo recuerda.
¿Lleva en su coche el muñequito que se hizo tan popular?
Nooo, pero lo tengo todo en el baúl de los recuerdos.
¿Le invitan a las bodas para que sea el rey de la fiesta?
Pues en las dos últimas bodas en las que he estado he casado a los novios.
Vamos, que ejerce de maestro de ceremonias en todos lados.
Sííííí. Como las bodas son tan aburridas, a los coleguillas se les va ocurriendo que si les caso yo puede ser la cosa más divertida. En la última hubo gente que incluso me pidió el teléfono. La próxima la hago ya cobrando, porque esto ya es un curro (risas).
También podría ganarse la vida cosiendo, ¿no?
Coso muy bien, pero mi chica es diseñadora y me ha quitado el don. Ya no puedo ni coser en casa.
¿Y qué hacía con la aguja?
Por ejemplo, me pillaba unos pantalones de esos tailandeses, copiaba el patrón y los hacía a mi rollo. Igual me tiraba una semana para confeccionarlos, pero a mí me servía para distraerme.
¡Un diseñador en potencia!
Es una de mis profesiones frustradas. Me encanta acompañar a mi chica a sitios para comprar telas. Y juntos ahora hemos decidido sacar una colección de chalecos para chicos. No podía ser que me guste tanto la ropa y que no me pudiera poner nada suyo, porque ella diseñaba solo para mujeres.
Por cierto, ¿la televisión endiosa mucho?
A los que salimos, no. Conozco a mucha gente de la tele y creo que somos bastante normales. Para mí es un trabajo como cualquier otro. Lo malo es que la gente sí ve cosas que en realidad no son.
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